El Juvenil B blanquivioleta, líder sólido, mejora claramente sus registros de los últimos años y es uno de los mejores equipos de España en la categoría

Diecisiete jornadas tardó en perder el invicto. Llegó a encadenar no pocos minutos sin encajar un solo gol. Es líder sólido y podría decirse incluso que no hay quien le pare. El Real Valladolid B que comanda con puño de hierro la Liga Nacional es memorable solo por sus registros. ¿Solo? Por el momento sí. Pero va camino de más cosas.
Sus 48 puntos solo tienen parangón en los últimos años en el Santa Marta que acabaría subiendo a División de Honor en la temporada 2011/12 y que tras diecinueve jornadas había conseguido 49 puntos. Por lógica pura, como filial que es, no podrá ascender a esta categoría, pero si pudiera el conjunto de Juan Carlos Pereira se lo tendría bien ganado, casi ya a estas alturas, dado que en la última década no se recuerda un Juvenil B así.
Los hubo buenos, como los que en 2009 y 2010 aspiraban también al título a estas alturas. Ninguno que después de diecinueve jornadas hubiese puntuado tanto como el actual, que saca ocho unidades a la CIA de Palencia, segundo clasificado. Una puntuación tan elevada solo se puede lograr siendo quien más ha ganado y quien menos ha perdido hasta ahora, y también quien más goles ha hecho y menos ha recibido.
Si uno echa la vista atrás a las nueve campañas anteriores se encontrará con que en este periodo de tiempo nadie ha ganado tanto –quince veces– como los de Pereira, salvo aquel Santa Marta referido, que seguía invicta después de diecinueve fechas (el único equipo que lo ha conseguido en todo este tiempo, junto al Puente Castro de la 2012/13). Y si bien los cuarenta tantos de los blanquivioletas han sido mejorados por varios equipos (pocos), nadie encajó tan poco –nueve goles–; apenas la Ponferradina (con once) se le acerca en el curso 2013/14 en el que subió la UD Sur.
Para continuar analizando lo difícil e inaudito de la empresa uno puede ver cómo están los líderes de los otros grupos de la Liga Nacional. En algunas comunidades autónomas ya se han disputado más partidos, pero fijando como referencial el último del Real Valladolid B se puede ver que no hay muchos conjuntos que superen su averaje (+31) y que solo dos lo igualan o mejoran: el Sevilla B, primero del Grupo XIV, con 50 puntos y solo seis goles encajados, y el Lorca, primero del Grupo X, con sus mismas unidades y sus mismos tantos recibidos, pero con más marcados.
No solo cifras
Sucede que este Juvenil B es más que números; solo siendo más podría haberlos alcanzado. Así, se ha mostrado como un equipo que maneja diversos registros, tan plural que desde ha puntuado no solo desde el talento, sino también desde la pizarra. De este modo, aunque su cara A es la de un conjunto que quiere ser protagonista, sabe serlo de diferentes formas.
Le gusta la posesión, pero es capaz de jugar a diferentes ritmos. No le quema el cuero, porque tiene futbolistas como para tenerlo y amasarlo, si bien también pueden ser verticales sin que ello implique dar pelotazos. Es tal la calidad con la que cuenta en la zona del centro del campo y de tres cuartos que con una sola variación de estas piezas puede mutar dentro de un ‘micro-partido’.
Lo habitual es que el balón sea suyo durante la mayor parte del tiempo, gracias a los Carro, Prada, Adrián Carrión, Camilo y compañía. Asimismo, la posesión puede desarrollarse por dentro o por fuera indistintamente, puesto que cuenta con herramientas como para ser versátil también en este sentido, siempre con la mira puesta en una generación ofensiva que suele ser prolífera.
Sin embargo, aunque esta sea la nota predominante, sabe adaptarse a otro tipo de encuentros desde el mismo planteamiento inicial, tal y como se pudo ver en dos enfrentamientos que resolvió con solvencia como fueron los de Parquesol y ante la Cultural Leonesa. Se supo amoldar a su propio contexto, de bajas, y competir a un nivel alto dando menor importancia a la tenencia del esférico.
Foto: Jesús Domínguez
Lo cual no lo convierte en defensivo, dicho sea de paso. Sus números lo dicen claro: sabe defender, pero solo la determinación y la capacidad en ataque llevan a alguien a ganar tanto como los blanquivioletas lo han hecho. Los múltiples registros hablan de un Juvenil B plural, inteligente, que conoce sus recursos y aptitudes, que sabe hacer muchas cosas y muchas cosas bien y que incluso en su peor momento de juego ha sido capaz de mantener los buenos resultados.
Esta competitividad va de la mano del desarrollo cuanto menos estimulante de varios de sus jugadores, desde Maxi en la portería hasta la buena temporada que Óscar viene realizando como punta de lanza, pasando por los ya citados Cerro, Prada o Adrián Carrión. Precisamente este es una de las notas positivas, ya que se encuentra todavía en edad cadete y, sin embargo, ya es un pilar fundamental, cuyo futuro pasa inexorablemente por estar el año que viene en División de Honor aun siendo de primer año.
Es más; todo esto se ha dado con varios cadetes teniendo participación, como el palentino, Álex Casado o Aleksandar Isailovic, entre otros, que han venido a suplir las necesidades generadas por los minutos de varios futbolistas con el División de Honor, como Marí, Cebri, Cerro o dos que ya están asentados como son David Gómez y David Sanz.
En definitiva, puede decirse que todo está saliendo redondo en un conjunto cuya base viene de ser campeona en sus ligas durante estos últimos años y que quiere repetir en una Liga Nacional poco habituada recientemente a un rendimiento tan extremadamente alto de este Juvenil B. El trofeo, en este caso, es, no obstante, un sueño; un agregado. Uno que unir a los pasos dados a nivel formativo al que nadie hará ascos.
Las diecinueve jornadas del Real Valladolid B, en datos:
- Posición: Primero (48 puntos).
- Mejor resultado: Real Valladolid B 5-0 Burgos Promesas (jornada dos).
- Mejor racha: Dieciséis partidos sin perder (de la primera a la decimoséptima jornada).
- Máximo goleador: Óscar (once goles).