El debut de Toni y Calero culmina el proceso de formación de una generación que cuenta con varios profesionales más como Guille Vallejo, Anuar e Iván Alejo

Hay noticias que se esperan con ansia, que si no se producen duelen, pero que si se dan, alegran el alma. Y eso, alegría, ha despertado en el aficionado del Real Valladolid el debut en competición oficial en menos de una semana de dos jóvenes valores criados en su cantera.
Muchas cosas –y personas– han tenido que pasar para que Toni Villa y Fernando Calero se estrenaran con aquel primer equipo con el que soñaban. Fue Luis César quien les puso a jugar por fin, aunque fueron muchos otros los que anteriormente participaron de algún modo en el proceso concluido estos días, con su primera vez vestidos de corto con el primer plantel de forma oficial.
Seguramente por la cercanía en el tiempo, lo primero que hay que recordar es que este verano, todavía en los estertores, pudieron salir. Porque mucho se ha ha hablado de si la Cultural Leonesa quería o no al mediapunta murciano, pero el central boecillano también tuvo opción. Al final, club y jugador apostaron por la unión y en Huesca tomó la alternativa.
Pero en El Alcoraz no fueron los únicos canteranos que jugaron. Con el permiso de Ángel, que no lo es al uso, también lo hizo Anuar, como ellos dos, nacido en 1995. Y como ellos dos, no estuvo claro hasta el final cuál sería su futuro; es más: en cierta manera sigue sin estarlo. Aunque la duda no debe hacer la alegría de menos. Lo importante es que estuvieron allí.
Durante el segundo tiempo de la segunda eliminatoria de la Copa del Rey rememoraron aquellos tiempos en los que compartían equipo en edad cadete, en la que llegaron a la Residencia de Jóvenes jugadores el ceutí y el murciano. El fútbol les separaría más tarde, cuando el vallisoletano emprendió rumbo a la academia del Málaga, aunque ya entonces daba la sensación de que la generación del 95 tenía talento.
Por lo menos el suficiente para una entidad como la blanquivioleta, que, siendo sinceros, debería dar por bueno que su cantera alumbre a cinco profesionales, los tres citados y otros dos como Iván Alejo, hoy en el Eibar, y Guille Vallejo, en el Elche después de ascender a la Segunda División la temporada pasada con la Cultural y Deportiva Leonesa, por quien se encuentra cedido en el Martínez Valero.
Seguramente exista en el lugar quien no se conforme, quien rememore otras épocas en las que la cantera copaba el primer equipo, o cuanto menos una mayor atención mediática. Sin embargo, y mal que les pese (a los excesivamente inconformistas), sobre todo viniendo de donde se viene, la cifra es elevada y debe ser festejada al margen de nombres de propiciatorios y de guerras varias. Ahora falta, claro, que tenga continuidad en lo más cercano –ni más ni menos que la que en el campo se ganen–.
Y es que decir que Calero, Anuar y Toni lo merecían no es ser oportunista, o no por lo menos en estos lares, en los que desde hace tiempo se viene defendiendo su potencial, progresión y calidad para ser integrantes de la primera plantilla del Real Valladolid. La competencia casi les cuesta el sitio, finalmente suyo, y la resiliencia será lo que les ponga en su lugar, pero de lo que no debe caber duda es de que se lo han ganado y, por qué no decirlo, lo sienten como el que más.
Esto no ha hecho más que empezar, por lo que la alegría no puede ser completa. En un mundo de resultados puede serlo si no triunfan pero se consigue el ascenso y al revés, si se convierten en una parte fundamental y, sin embargo, no se sube a Primera. Pero como demostraron para llegar hasta aquí y como lo hicieron contra el Huesca, si encuentran la confianza que merecen, la generación del 95 logrará asentarse y triunfar donde siempre ha querido (también Alejo): en el primer equipo del Real Valladolid.