Un Real Valladolid enrabietado trata de enmendar tras el descanso una mala primera mitad pero se queda a medias del remiendo y cae en el debut liguero
Bien está lo que bien acaba, y esto no ha hecho más que empezar, pero no, el inicio del Real Valladolid esta temporada no ha sido precisamente el soñado. El conjunto de Luis César mereció puntuar, pero se vio lastrado en la segunda mitad por una primera pobre, en la que encajó dos goles.
Los dos tantos del Barça B fueron una losa tremenda de la que ya los blanquivioletas ya no se pudieron levantar, y eso que lo intentaron. De hecho, lo intentaron todo desde casi el comienzo, aunque el brío fue creciendo y los primeros compases todavía parecían ser de pretemporada, a tenor del acierto con el balón.
Superado en el centro del campo e inocente arriba, al Pucela solo le faltaba conceder atrás, y lo hizo. Primero avisó el filial barcelonista en un despiste de Masip, a quien casi roba la cartera ‘El Choco’ Lozano, y, más tarde, aprovechando que los jugadores de banda estaban muy arriba, Rodrigo Tarín ganó la espalda y puso el cuero al corazón del área, donde Lozano remató a la red.
La batalla parecía estar en ese costado, toda vez que Nacho –en cuyo tacón tocó el envío profundo hacia el asistente en el cero a uno– y Jose intentaban crear peligro. Y como su retorno no siempre era debido, los de Gerard López buscaban dañar por ahí, también, porque Aleñá se movía como interior por ese lado. Suyo fue un disparo a las manos de Masip que contó con la connovencia del centro del campo rival, desaparecido en la primera mitad.
Si esto se producía cerca de la media hora, escasos minutos antes del descanso llegaría el gol que pondría tierra de por medio. Una buena jugada en territorio blanquivioleta arribó al pie del propio Lozano, que con un control orientado rompió a Guitián y se adentró en el área. Esta vez sirvió el balón en lugar de disparar y lo dejó franco para que Marc Cardona anotara el segundo casi a bocajarro.
Antes del descanso pudo llegar el tercero de un Barça B que se imponía sin tener demasiado el esférico y sin encontrarse demasiada oposición a un rival romo, plano, que apenas había tenido algún chispazo sin importancia. Daba la sensación de estar más automatizado el filial que el Pucela, que era incapaz de hilvanar en condiciones y conectar bien con sus atacantes.
Luis César, valiente, introdujo dos cambios en el entretiempo y dio entrada a Luismi, cuya participación fue mejor que la de Cotán solo porque estuvo más presente, y a Pablo Hervías, que, a él sí, se le vio en sintonía con un Antoñito que sin vuelo no brilló y que no encontró en Javi Moyano a su mejor socio. Y así, el Real Valladolid creció. Por ellos, pero también, sobre todo, por Nacho.
El lateral madrileño asistió a Iban Salvador para acortar distancias a los pocos minutos de reanudarse el envite, tras un pase de Antoñito desde el otro lado. Hiperactivo, fue más bien carrilero; fue siempre una alternativa con la que dar amplitud al juego y con la que profundizar, puesto que siempre aparecía veloz y casi siempre ganaba a su par. Su exhibición, secundada por la intención de Jose y el buen hacer de Hervías, merecía un premio que no tuvo.
Porque los blanquivioletas amenazaron siempre la puerta de Varo, aunque sin llegar a derribarla. Durante el primer cuarto de hora el acoso fue constante, aunque fue decreciente hasta el tramo final, en el que otra vez hubo asedio. Luis César, que percibió el pequeño bajón, dio entrada a Mata para buscar mayor mordiente, pero tampoco fue su día: tres balones cayeron cerca de él o a sus pies y en las tres ocasiones acabó por los suelos (y protestando).
Ante ese escenario, el conjunto azulgrana intentaba interrumpir el juego para repeler el dominio, pero ni por esas. Por suerte, y a pesar de varias acciones duras de los vallisoletanos, el partido no se embarró, pero eso no fue óbice para que en casi cada jugada los culés hicieran teatro del bueno. Y al final les sonrió la suerte, porque se llevaron los tres puntos sin que tuvieran mayor mérito que el Pucela.
La derrota es el primer sopapo de la temporada, primero por cómo fue la primera parte y segundo porque no bastó con el coraje. No es demasiado dolorosa, o no tanto como para rasgarse las vestiduras, porque el equipo fue de menos a más, porque quiso y pudo. Aunque sí indica que queda trabajo por hacer, ya que los arreones fueron más de corazón que de fútbol y la defensa dejó alguna que otra vergüenza al aire. Cosas a mejorar de cara a la siguiente jornada, en la que el conjunto blanquivioleta visitará al otro filial de la categoría, el Sevilla Atlético, el sábado a partir de las 20:30 horas.