A la gente no le gusta que uno tenga su propia fe
Loquillo, un hombre que ha intentado, en la medida de lo posible, no vivir solamente de su pasado –el de uno de los rostros visibles de la cara A de La Movida– publicó un disco en el año 2011, ‘Su nombre era el de todas las mujeres’, que contenía una canción de esas que hacen reflexionar, ‘Political incorrectness’.
El texto, probablemente lo único rescatable de la canción, es del poeta Luis Alberto de Cuenca. Su mensaje viene a ser una contrapartida irónica a ese lenguaje y pensamiento de lo políticamente correcto, de lo que opina el ‘establishment’, de lo adecuado… Recordando esta canción y analizando lo que ha quedado visual, social, comercial e, incluso, musicalmente de La Movida, uno se da cuenta de que todas las cuestiones, en el futuro, se guardan como fueron vendidas, como interesaron venderse o como intentaron ocultarse.
Y uno, por particular que es, no puede no meditar sobre estas cuestiones y no acordarse de lo que en la actualidad blanquivioleta ha venido sucediendo últimamente. Y en ella contemplo no solo lo que a ella aporta el club o los medios de comunicación que cubren su desarrollo, sino también la opinión de todo tipo de entes a través de los canales más convencionales o –y obviar esto sería darle la espalda a un presente con algún que otro kilómetro en su haber– en redes sociales como Twitter.
La marcha de Rubén Albés y Cata, en definitiva, de lo que quedaba del ya penúltimo proyecto blanquivioleta, ha suscitado más comentarios de lo que lo ha hecho la propia cantera en sí en toda la temporada. Creo que se ha entendido muy mal el concepto de darle más importancia a las categorías inferiores, de ser #MásBlanquivioletaQueNunca, por parte de muchos, pero, dejando esto a un lado, veamos qué se ha dicho sobre los hombres ya citados, su trabajo y el área que han dirigido.
Sorprendentemente, uno observa, casi con estupor en mi caso, como las palabras que antaño fueron miel, hoy son azufre. Se ha pasado, en un corto período de tiempo, de elogiar la profesionalidad y el buen hacer de ‘Los gallegos’ a menospreciar su trabajo, ensalzar los errores –casi siempre sin pruebas fehacientes– y remarcar la salida de ellos del club, que en el caso de los dos que nos ocupan casi se ven (o se han vendido) como una traición en vez de como un merecido paso hacia adelante en sus carreras profesionales. Paso que otros dieron en su tiempo y que en un club con las limitaciones del Real Valladolid debería haber sido más comprendido.
Como se dice también de La Movida, el trabajo de cantera en los últimos tiempos ha sido más fuegos de artificio que otra cosa, o lo que es lo mismo: se nos ha vendido más de lo que en realidad era. Así lo afirman. Por desgracia, yo no voy a poder formar una opinión contraria tan generalizada como esta. Primero, porque no la comparto; segundo, porque no la necesito. Sin embargo, el lector de Blanquivioletas necesita conocer una serie de datos que son omitidos por aquellos ahora hablan del tema. Puede que sea por desconocimiento, nadie está diciendo aquí que eso se haga con conocimiento de causa, premeditación y alevosía.
Por ejemplo, el Real Valladolid Promesas que ascendió en el verano de 2014 de Tercera a Segunda B contó con unos 100.000€ más de presupuesto que el filial que entre Cata y Rubén Albés han construido esta temporada y que ha logrado una improbable sexta posición.
Si continuamos hablando de cuestiones presupuestarias, por el mismo precio que el año pasado en enero vinieron Jorge Juliá (uno de los más destacados en la pasada temporada y que provenía de la selección de futbolistas de la AFE) e Higinio (pichichi del filial este año que ha firmado por tres temporadas con el Numancia) se marcharon Isma Casado y Pelayo.
Con esta dirección deportiva, el Real Valladolid ha sumado siete internacionales en sus categorías inferiores: Altube, Apa, Ayub, Renzo Zambrano, Miguel, Mayoral e Isailovic. El caso de Miguel y Apa es especialmente significativo, ya que son jugadores que han tenido participación en el Promesas con tan solo diecisiete años. Los dos tienen actualmente contrato gracias a la saliente dirección de cantera, y si alguien quiere llevárselos –como puede que suceda, dado el interés de equipos mucho más potentes– tendrá que pagar por ellos. En resumen: no serán otro caso Iván Alejo, ya que, al menos, el Real Valladolid percibirá traspaso por ellos.
Entre todos los equipos de las categorías inferiores se han obtenido cinco ligas este año, lo que sumado al crecimiento y potencial de muchos futbolistas todavía por hacerse hace que no pueda ser tildada este temporada de, precisamente, humo. Menos cuando algunos jamás se acercarían a las llamas.
Para no repetir el nombre de José (baluarte del primer equipo), Ángel (quien ha sumado minutos con Paco Herrera por delante de unos cuantos), Anuar (el jugador del cual todo el mundo opina que deberá estar a las órdenes de Luis César Sampedro), Mayoral (con un puñado de minutos en Segunda División después de su paso por el UCAM Murcia), Calero (central hecho jugador ya y a quien se espere que se le conceda la oportunidad del primer equipo) o Renzo Zambrano (titular en algún encuentro con la selección absoluta de Venezuela), podemos mencionar nombres como el de Javi Cerro (ya entre los juveniles a pesar de haber sido cadete) o el de Adrián Carrión (destacado componente del imponente Cadete Regional siendo un año menor), quienes han dado un importante paso adelante en su evolución con la actual-vieja estructura.
Loquillo, un hombre que ha intentado, en la medida de lo posible, no vivir solamente de su pasado, puso su música a una canción de Paco Ibáñez, quien se dedicó a colocar acordes a las letras de los mayores poetas españoles, titulada ‘La Mala Reputación’. Esta, musicalmente, ya es mejor, así que les invito a que la escuchen y a que presten atención a versos como estos:
En el mundo pues no hay mayor pecado
que el de no seguir al abanderado