Un Real Valladolid compacto opta por replegarse en el tramo final ante un Getafe que ‘solo’ fue serio y colgó balones
Aunque todavía comete errores de adolescente, como dejarse empatar en Miranda, el Real Valladolid ha madurado (está madurando). Así lo demostró contra el Getafe, en un triunfo que permite desbancar a los del sur de Madrid como el conjunto más en forma de la Segunda División. Sobre todo con las formas.
Porque no se inquietó ni cayó en el juego de los de Bordalás, que fue provocativo por marrulero. Hizo caso a la arenga y las indicaciones que previamente había dado Paco Herrera y mostró una gran concentración, sabiendo leer el partido. Aunque jugó con fuego al declarar que en los minutos finales quería defenderse, algo que a toro pasado se puede valorar solo en positivo aunque, ¿qué hubiera pasado si al final Fuster empata? ¿Cómo se definiría el empate?
Para empezar, los dos equipos salieron con la intención de compactarse, aunque con diferentes intenciones con balón. Mientras el Getafe los enviaba todos arriba sin titubear, el Real Valladolid ‘solo’ volvía a salir del balón sin correr riesgos, como mínimo a una segunda altura, aunque luego trataba de jugarlo. Fue así, a partir de la posesión, como poco a poco los blanquivioletas fueron creciendo por una máxima tan absurda como real: si el esférico es tuyo dominar es menos difícil.
Aunque los azulones intentaban interrumpir siempre la posesión local. Los de Paco Herrera no se volvían locos, no fuera a ser que un brote de enajenación mental transitoria se convirtiera en una fisura y una concesión. Como otras veces, cuando Jordán se descolgaba pasaban cosas, pero no convenía que se desbocara. Así, los cuatro mediocentros jugaban bastante metidos.
El crecimiento del Real Valladolid fue mejor a partir del ecuador de la primera mitad y se puso de manifiesto en un par de ocasiones, casi siempre propiciadas porque Espinoza casi siempre ganaba a su par, si bien luego no atinaba a centrar donde había o aparecía un compañero. De este modo, el gol tuvo que llegar mediante una acción a balón parado, aunque el línea decretó fuera de juego de Raúl de Tomás.
De otra acción en la que este remató y el argentino no llegó al rechazo pudo llegar el uno a cero. También de un remate de Míchel que obligó a un paradón de Guaita. La justicia con los únicos que querían ganar la pondría Álex Pérez, con un rechazo a un disparo de falta de Jordán que abrió la lata, destapó al Getafe y llevó a Paco Herrera a arriar las velas.
Los azulones pasaron a jugar con dos ‘nueves’, Jorge Molina y Scepovic, que casi son tres cuando entró Chuli. La reacción del técnico local no se hizo esperar: Guitián por De Tomás, tres centrales y a sufrir. ¿Hubiera sido diferente si en lugar de apostar por este dibujo Herrera hubiese dado entrada a Álex López o a Sergio Marcos para defenderse con balón? Nadie lo sabe.
Pero lo cierto es que lo de sufrir fue relativo, ya que la defensa se convirtió en una pared, si no lo era ya, puesto que solo había concedido una oportunidad a Jorge Molina con anterioridad y únicamente había sido exigido por el eléctrico Álvaro Jiménez. El ‘Geta’ le puso ahínco, pero no ocasiones, más allá de una postrera de Fuster que metió el susto en el cuerpo a la parroquia blanquivioleta.
Cómo de importantes serían los tres puntos (que lo eran) que Markel entró para ‘doblar’ el lateral derecho en el último suspiro. Antes Drazic había saltado al campo con una premisa que su entrenador le dejó clara: correr al espacio, lejos, cada vez que el cuero fuera propio, aunque casi no lo fue.
La pregunta que cabe hacerse es si el Real Valladolid hizo bien en hundirse. La respuesta, con el resultado conocido, es que sí, aunque quizá no. Sea como fuere, los tres puntos se quedaron en el Zorrilla, y a sufrir también hay que saber. Y los blanquivioletas supieron.