La actuación del guardameta del Real Valladolid en el último partido ante la UD Almería confirma que el catalán está a su mejor nivel

La victoria del pasado domingo ante el Almería no solo ha sido importante por los tres puntos, sino que también ha permitido que el Real Valladolid vuelva a soñar con la posibilidad de alcanzar el play-off de ascenso a Primera División. Además, el encuentro fue vital para recuperar la confianza en los partidos a domicilio después del bochorno de Sevilla.
No obstante, lo abultado del marcador (0-3) no debe cegar a la hora de decidir quién fue el blanquivioleta más destacado en Los Juegos del Mediterráneo. Isaac Becerra, sin duda, debe incluirse entre los mejores, sino el mejor, merced a sus decisivas paradas, que le hicieron convertirse de nuevo en un pilar fundamental del conjunto de Paco Herrera.
Con los andaluces volcados en ataque, el catalán construyó un muro infraqueable frente a su puerta. Seguro durante los noventa minutos, dos intervenciones suyas evitaron que el choque se fuera por otros derroteros. Aún con el empate a cero, Becerra sacó una mano providencial para evitar el tanto de Kalu Uche.
Ya en la segunda parte, mismos protagonistas y mismo desenlace: disparo del delantero que no terminó en el fondo de la red gracias a la bota del catalán. Dos ocasiones claras que, de haberse materializado, hubiesen provocado que, por enésima vez, apareciesen los fantasmas del pasado.
La magistral actuación del guardameta ratifica lo que venía sospechándose desde hace unas jornadas: está en el mejor momento de la temporada. Y lo cierto es que no podía haber elegido mejor ocasión para mostrarse con la seguridad que en su momento le consagró como el mejor portero de Segunda División.
Desde que recuperó la titularidad, Becerra está mostrando su mejor cara. Lejos quedaron aquellos partidos en los que se mostraba inseguro, nervioso, y sus guantes parecían estar untados de mantequilla. Una mala racha que, con altibajos, duró demasiado: desde el gol encajado ante el UCAM Murcia (jornada 5) hasta su lesión en el Carranza (jornada 21).
De hecho, estando ya totalmente recuperado, Paco Herrera decidió seguir contando con Pau Torres bajo palos. Pero el bache general que atravesaba el equipo obligó a un golpe de timón y, en medio de la tempestad, Becerra volvió a ganarse la confianza del técnico.
En lo que va de curso el catalán ha encajado un total de 31 goles en 28 partidos, lo que supone un ratio de 1’10 tantos encajados/encuentro. Poniendo el foco en los partidos disputados tras su regreso a la titularidad, su balance es de 13 dianas en contra en ocho jornadas; lo que deja una estadística de 1’62 goles en contra por partido.
Por primera vez desde su ‘redebut’ ante el Alcorcón, el guardameta ha dejado la portería a cero. La última vez que esto sucedió fue, precisamente, ante el Cádiz. El único borrón en su cuenta es el mismo que el de sus compañeros: el bochornoso 6-2 encajado en el Sánchez Pizjuán ante el Sevilla Atlético. Al igual que el resto del plantel, estuvo desconectado y los tantos encajados pesan en unos números que, de otra manera, no serían tan malos.
Atrás han quedado también sus ‘enfrentamientos’ con la afición. Aunque en su vuelta al José Zorrilla tras la debacle sevillana fue recibido con una sonora pitada, Becerra parece haber aprendido de los errores del pasado. En lugar de encararse con la hinchada, ha preferido guardar silencio y hablar sobre el césped.
Seguro bajo palos, comedido ante los focos… Dicen que la primavera la sangre altera, pero lo cierto es que, en el caso del catalán, la nueva estación le está viniendo como anillo al dedo. Recuperar su mejor versión es la mejor noticia que podía recibir el Real Valladolid en el momento clave de la competición. Becerra vuelve a ser el de siempre, y parece dispuesto a seguir así por mucho tiempo.