El Real Valladolid se reengancha a la lucha por la promoción con un triunfo sobre la UD Almería más trabajado de lo que indica el marcador final

Hace ya un par de años un excuñado de Melendi ‘perpetró’ una de esas canciones que amenazan con convertirse en la del verano. Rasel era su nombre artístico. Jadel el de aquel que le acompañó en un baldío intento de hacerse famosos (tanto que el tal Rasel acabaría yendo a ‘Supervivientes’, cementerio de personajes pseudo-conocidos).
La cancioncilla de marras utilizaba la base musical de una bastante mejor, de los años ochenta; aquel ‘Life is life’ que popularizó Opus. Aquella basura solo sirvió para confirmar que los ‘talent show’ españoles están a varios años luz de los anglosajones, pues el tal Jadel había salido de uno.
También, para confirmar que cualquier tiempo pasado fue mejor. Aunque, qué narices, aquel dichoso ‘¡Viven!‘ se hacía pegadizo aunque, por decirlo de algún modo, se acabara convirtiendo en algo así como mezclar lo techno y lo satánico con, bueno, con un excuñado de Melendi que quería vivir de la música.
El caso es que aquella cosa dejaba una reflexión que, traducida al castellano, bien podría convertirse en un rollo de esos motivacionales que proliferan entre algo que quiere ser literatura pero no; entre los mal llamados poeta del siglo veintiuno. «Life is beauty. Life is wonderful to be saying in your heart». «La vida es bella y maravillosa: díselo a tu corazón». Toma ya. La letra que emocionó a Steven Spielberg.
Pero basta de palabrería.
No invitaba la semana del Real Valladolid a ser optimistas; quizá más bien al contrario. El ‘guerracivilismo’ instalado en Zorrilla por mor de las presuntas ganas de Braulio de irse y de que Suárez ni le mira podía haber contagiado al equipo en Almería, por mucho que se diga que los futbolistas se deben mantener ajenos e ir a lo suyo, que era ganar.
Que hay muchas problemas que hacen llorar,
lágrimas que caen en la oscuridad,
gentes que vienen, gente que va,
gente buscando felicidad.
En la memoria, la última salida a Sevilla. En la mente de muchos, la reciente racha de la UD Almería y que el Numancia rebañó de Zorrilla un punto. Pero, ¿y qué? Había que intentarlo, y los pupilos de Paco Herrera lo hicieron desde el principio. No se puede decir que fuera plácido el partido, pero sí fue luchado, que llegados a este punto casi es lo menos que se puede pedir.
Y es que yo sé que la vida es dura,
yo sé que a veces las cosas nos superan,
no sé que es,
pero hay que luchar hasta el final.

Becerra, salvador; De Tomás, goleador
Con esa mentalidad salieron los dos equipos, pensando que querer es poder. Cerca de la media hora de juego Becerra evitó el uno a cero en una acción combinativa y de bella factura trenzada por los almerienses. Pocos minutos después Espinoza provocó un error clamoroso de Borja y propició la asistencia del gallego a Raúl de Tomás, que hizo el cero a uno.
El gol sirvió para asentar las bases de un Pucela dominador hasta el descanso. La UD Almería lo hacía medianamente bien y amenazaba con sus cuatro atacantes, todos ellos de gran calidad, pero, por lo que fuera, los blanquivioletas no recibieron ninguna oportunidad hasta el entretiempo. A cambio, José pudo hacer el segundo, pero se topó con un buen Casto.
El Almería lo intenta, el Pucela remata
Después del paso por vestuarios, los andaluces fueron poco a poco ganando terreno, y entonces sí, creando peligro. Con un juego vertical pero no exento de combinación, llegaron a las inmediaciones del área rival, sobre todo intentando dañar por el lado de Moyano. Desde ahí llovió un centro que remató Quique fuera, por ejemplo, aunque la ocasión más clara fue de Uche, que obligó a otro paradón de Becerra, este abajo con la pierna.
Pero al Real Valladolid todavía le quedaba electricidad, a pesar de la lesión de Raúl de Tomás y de que a Espinoza se le agotaron las pilas. Le quedaba todavía José, que en una de sus galopadas fuera-dentro sorteó a todos salvo a Casto, que atento y rápido abajo evitó el regate. Al final ‘El Niño’ acabó lesionado, pero no sin antes volver a intentarlo en una carrera en la que ganó a Morcillo y en la que Nano, yendo abajo, se convirtió en salvador.
Pero es que también quedaba Mata, fresco y batallador. Cuando el campo daba mayor sensación de estar inclinado hacia la portería de Becerra, el madrileño se vio dentro del área con el balón y sufrió un claro penalti que él mismo transformó. En ese momento los de Paco Herrera ya no tenían el cuero en exceso, pero sí tuvieron la inteligencia suficiente como para leer el pie de página: «Con el rival a tumba abierta puedes matar a la contra». Dicho y hecho.

El tanto del matador llegó con el tiempo casi cumplido, pero aún llegaría el tercero en el agregado, en una genialidad técnica de Jordán, que jugó a ser trilero y a esconder la bola a la defensa para, de repente, soltar un disparo a la jaula. Cero a tres, partido resuelto y a otra cosa. A seguir pensando que aún se puede.
Lalalalala, PU-CE-LA
La victoria fue más meritoria que fácil. Sea como fuere, estos tres puntos hacen que la promoción se les quede a dos a los blanquivioletas, que vuelven a creer –si es que alguna vez dejaron de hacerlo: ellos nunca han dicho que fuera así– que jugar el play-off es posible.
Y la afición no sabe a qué agarrarse, si confiar en que todavía se puede, aunque, conseguido este triunfo, no parece que haya otro remedio. No parece que le quede otra que entonar también la melodía de Opus y cantar «lalalalala, PU-CE-LA».
Porque sí, porque viven. A ver si iba a tener razón el excuñado de Melendi en que la vida es bella y maravillosa…