El Real Valladolid no puede con el Numancia, pese a ser superior, y desperdicia la ocasión de reengancharse a la parte alta

Aún queda vida, pero ya poca. Duele decirlo, pero al Real Valladolid se le marchó el que pudo ser el último tren con dirección al play-off al no ganar al CD Numancia en el segundo partido seguido en el José Zorrilla. Todavía le queda un último aliento, una última carrera que echar en Almería, pero puede que ni con esas baste, porque puede que incluso venciendo ya no le alcance.
Puede ser la suya una de esas historias de película de amor en las que el chico pierde a la chica y esta se coge un avión. Una de esas que no acaban tan bien como al espectador romántico le gustaría, con la chica y el chico besándose frente a la puerta de embarque. Una de esas que terminan con un palmo de narices. Sin paños calientes: con cara de tonto.
Aunque por momentos pareció que no iba a ser así. Durante muchos minutos los blanquivioletas dieron la sensación de que podían vencer y de que incluso podían hacerlo con comodidad. La falta de acierto con la portería, a pesar de la gran producción ofensiva, impidió que se quedara con los tres merecidos puntos. Le faltó redondearlo, como a Iñárritu le faltó algo en ‘El Renacido’, que quiso ser obra maestra y luego se quedó en una gran cinta en lo técnico pero carente de algo, llámenlo alma, llámenlo historia, llámenlo profundidad.
En esto último el Pucela se diferenció de la por otra parte bastante agasajada película. Sí tuvo profundidad, sobre todo en la primera mitad, en la que Espinoza y José anchearon el campo y Raúl de Tomás cuajó sus mejores 45 minutos desde su llegada, pero, superado el vértigo de los minutos iniciales, cada acometida terminó en ocasión frustrada.
Fue bueno su fútbol (el de los tres más que el de sus escoltas), pero el premio no llegó, y no fue por no buscarlo. A veces faltó el canto de un duro para pegarla con dirección a las redes y otras, pegándole, faltó acierto. Así, el Real Valladolid tuvo las mejores ocasiones, hasta tres o cuatro que debieron terminar con el grito sagrado de gol, frente a un por otra parte digno rival.
Tanto lo fue el Numancia que salió en la segunda parte con brío, como encorajinado. Discutió el dominio del balón hasta escondérselo a los de un Paco Herrera que trató de recuperarlo moviendo fichas aptas para ello. Nunca lo hizo, o no porque el plan se impusiera, ya que a la postre otra vez lo que imperó fue la fe. Aquella que debió aparecer tras el gol de Marc Mateu.
Una segunda jugada perdida propició un contragolpe que lanzó el valenciano sin demasiada oposición. Aunque tenía a defensores enfrente, ninguno hizo siquiera el ademán de pararlo, replegaron al tiempo que él ganaba metros para al final soltar un fuerte disparo que superó a Isaac Becerra, a quien otra vez muchos en la grada volvieron a señalar (aun cuando su error, si es que lo hay, viene precedido de otros más graves).
La afición y el equipo se debatieron entre mostrarse enfadados y frustrados, y después de unos minutos de impás, apretaron ambos. Otra vez José fue el corazón y el alma, se echó a sus espaldas los siete mil ochocientos (contando a sus compañeros y demás empleados del club) y propició que todos creyeran después de conseguir el gol del empate gracias a una presión en la que le roba la merienda al defensa.
Fue como si gritara a los cuatro vientos «creed en mí», porque de golpe y porrazo todo el mundo pensó que era posible volver a quedarse con el triunfo de forma agónica y atrajo para sí casi cada acción ofensiva. Pero, al contrario que siete días atrás, esta vez no acompañó la fortuna, esa que debió soplar hacia dentro de la portería el remate que podría haber reconciliado a Villar con sus ‘jeiters’.
El aire que se cogió ganando al Elche se exhaló con el empate contra el Numancia, que obliga casi a la perfección de aquí hasta el final. No es el último aliento, pero casi. Lástima, porque el Real Valladolid mereció más, pero otra vez se vio penalizado por un error en su área y por aquellos que comete en la rival. Si alguna tabla de salvación queda, no obstante, es que jugando de esa manera al Almería le puede ganar. Y debe.