El San Pío X se lleva el derbi (1-2) ante un Parquesol que festeja su cuarta plaza matemática. Las rojiblancas siguen vivas, pero aún con opciones remotas de salvación
Foto: Paula Canal
Qué relativo es aquello de ser feliz. Qué dulce puede ser una derrota, y qué amarga una victoria. Ver que unas ríen porque ganaron a su eterno rival, pero lloran ya que saben que lo más probable es que el próximo año ya no se podrán enfrentar a ellas. Y ver que otras se lamentan de que su oportunidad de ganar el derbi en casa se esfumó, pero sonríen porque saben que su sueño ya se ha consumado.
Tanto Parquesol como San Pío realizaron de forma sublime el papel de actores de este duelo femenino de la ciudad, quién sabe si el último de forma momentánea en la categoría. Pese a ser la penúltima jornada, ambos se mostraron intensos, fuertes, como si de la primera fecha se tratara y dando la sensación de que se disputaban más de lo que verdaderamente decía la tabla, que no era poco.
Y como en todo derbi, hay vencedores y vencidos. En este, ganó el San Pío, y lo hizo con dos goles que bien merecen verse por lo menos en esta Segunda División. El primero llegó todavía en el periodo de tanteo.
A los quince minutos, Raquel recogió el esférico desde la frontal y la pegó con todas sus fuerzas hacia la portería. El disparo le salió centrado pero con la suficiente altura como para batir a María Notario. Las rojiblancas se adelantaban, con el temor de que podían haber encendido al Parquesol.
Nada de eso. Hasta la media hora de partido el Parquesol era un equipo inofensivo, que únicamente defendía y lanzaba balones a Ali para que se buscara la vida. Esa cara B de las naranjas que en esta segunda vuelta aparece frecuentemente. Las rojiblancas, sin embargo, a lo suyo. Con su 4-4-2 habitual, presión alta para impedir la salida de las locales y aguantar el botín, que en un campo como este no era moco de pavo.
Aunque más por empuje que por fútbol, se produjo esa reacción también típica de las naranjas, en el tramo final del primer acto. Una ocasión de Ali que despejó una soberbia Lucía cerraba la primera mitad. La portera del San Pío fue la heroína, salvando a su equipo en cada disparo. Bien es verdad que muchos de ellos cómodos, pero con una seguridad que hace ganar partidos.
Un segundo gol de museo
Y así fue, su equipo venció, y con una obra maestra como fue el segundo tanto. Ya en la segunda parte, una falta directa lanzada por Mónica que se coló por la escuadra. Imparable. Cada balón parado supone un suplicio para el Parquesol y día a día se demuestra. En esta ocasión, el tanto era indefendible.
Por méritos no era lo más justo, eso sí, ya que el arranque de las naranjas en la segunda mitad había sido prodigioso. A su estilo, con intensidad, pero sobre todo con fútbol. Y fue así gracias a los cambios que su técnico, Óscar González, realizó en el descanso.
Su idea de dejar de inicio en el banco a Crispi y Barbi naufragó. Por ello las sacó al empezar ese segundo tiempo y, por si fuera poco, también a Martina por Notario en la portería. Eso no evitó el segundo gol de las visitantes, pero sí un cambio al Parquesol.
Porque en la última media hora, el guion se clarificó. El San Pío se encerró atrás –tampoco podía hacer mucho más debido a su falta de banquillo– dejando descolgadas a Paula y a Mónica para las posibles contras, y con el objetivo de que las locales no atravesaran ese muro defensivo que habían plantado.
En unas jugadas despejaba la defensa, en otras paraba la portera y el resto directamente se iban fuera. Así hasta doce disparos del Parquesol que resultaron en vano. Solo Paulita Román vio puerta, aunque ya tarde. A falta de dos minutos enganchó una volea dentro del área que supuso el 2-1, pero que solo sirvió para dar emoción. El resultado no se movería y el derbi ya tenía ganador.
El Parquesol ya cuarto, el San Pío con mínimas opciones
Lejos de triunfalismo o derrotismos, el derbi volvió a estar a la altura. Son partidos que se viven, que se difrutan y se sufren. Son encuentros que las jugadoras luchan a vida o muerte. Y duran más de noventa minutos. Tienen un antes, pero sobre todo un después.
Y el ‘después’ de este provocó ese sabor agrio en las ganadoras, y a su vez algo dulce en las vencidas. Porque el derbi también se jugaba en Madrid, donde el Alhóndiga ganó cero a tres al Olímpico y provocó que el Parquesol consiguiera matemáticamente la cuarta plaza. Pese a la derrota, festejaban que ya nadie les podía arrebatar el título de «las mejores de la otra liga».
Una victoria del Alhóndiga que, a su vez, deja a las chicas de Martín Olmedo más al borde del abismo aún. Reciben al campeón, el Madrid, con el que tendrán que obtener un resultado mejor que el que consiga el Amigos del Duero en su convite ante el Torrelodones. Un Madrid que ya sabe que tiene en su mano la promoción de ascenso y que huele incluso a Liga Iberdrola y que, para más seña, ha ganado todos los partidos que ha jugado salvo uno. Qué difícil se presenta el reto. Igual de complicado que es ganar a tu eterno rival y saber que se puede quedar solo en eso.
CD Parquesol: María Notario (Martina, min. 46); Cris (Alexia, min. 70), Rivas, Pau, Kela (Crispi, min. 46); Tania (Barbi, min. 46), Nata, Judy, Sandra; Paulita y Ali.
San Pío X: Lucía; Peke, Lore, Noe, Sara; Cris Franco; Laura (Nerea Álvarez, min. 87), Mónica Padilla, Raquel; Paula y Sandra (Andrea, min. 89).
Goles: 0-1, min. 15: Raquel. 0-2, min. 53: Mónica. 1-2, min. 88: Paulita.
Árbitro: Aitor de Barbachano Plaza, asistido en las bandas por Alberto de Miguel Toquero y Mariyan Simonov Todorov. Amonestaron a una jugadora visitante, Raquel.
Incidencias: Partido correspondiente a la jornada veinticinco del Grupo V de la Segunda División Femenina. Gran entrada en el José Luis Saso. El buen tiempo provocó que más de 200 personas disfrutaran del derbi vallisoletano.