El Real Valladolid se ve sobrepasado por un Levante pragmático, correcto, que emborronó el rombo de los blanquivioletas

El rombo que debía iluminar al Real Valladolid ha vuelto a quedar desactivado por un Levante que, a lomos de una inercia y un trabajo excelente, cabalga hacia Primera y descabalga, de paso, al Pucela de su objetivo.
Herrera, tras la lesión de Sergio Marcos, volvió a dar el timón organizador a Álex López, quien, efectivamente, demuestra no estar al nivel que se espera de un jugador de esa calidad. En el vértice bajo, como es habitual, partía de inicio Leão, acompañado por Jordán. Y en la mediapunta, Míchel, encargado de conectar, algo que no hizo, con José y Villar.
Supuestamente, esa formación debía facilitar que el Real Valladolid dispusiera de mayor control, al menos territorial, sobre el partido. Que intentara, estableciendo bloques de posesión más o menos prolongados, alcanzar el área de Raúl Fernández. No lo consiguió, salvo en un reducido periodo del primer tiempo, antes del supuesto penalti sobre Roger, y en los minutos iniciales del segundo acto.
¿Qué le ocurría al Valladolid para no lograr el control del partido en una parcela donde, supuestamente, debía valerse de su superioridad numérica? En fase de iniciación, la cual activaba con una cierta lentitud, se encontró dificultades para conectar con los mediocentros que debían escalar a la fase de aceleración (donde Míchel podría habilitar las bandas y/o los espacios entre laterales y centrales rivales para aprovechar las incursiones de Villar y José).
En su lugar, el Valladolid tendía a derivar el balón hacia la banda de Balbi, quien lo desplazaba hacia la zona de influencia de José (la elección más inteligente pues el talaverano era el único que aportaba profundidad al ataque local) o en largo hacia territorios interiores, facilitando las respuestas defensivas del Levante. Así, las maniobras ofensivas adolecieron de falta de cohesión y del orden (que ha abandonado al Pucela en los últimos encuentros) necesario para construir una superioridad.
Un elemento preocupante al respecto de la continuidad en fase ofensiva pucelana fue la carencia de respuestas después del segundo gol de los granotas, como sucedió en Huesca. El silencio ante una situación de adversidad se está revelando como uno de los debes más serios que afronta Paco Herrera y que debe exterminar si quiere recobrar el pulso tanto del equipo como de la competición.
En el segundo tiempo, tras el descanso, Herrera retiró a Balbi por Ángel (que mejoró la actuación de su homólogo). El Real Valladolid salió con la iniciativa que no tuvo en el resto del encuentro y logró crear amplitud en algunas acciones en campo rival. No obstante, volvió a perder el ritmo mientras el Levante, haciendo gala de tener el plan muy claro, fue minimizando a los blanquivioletas.
El técnico pacense, entonces, decidió aportar más presencia en el área levantinista, con la entrada de Raúl de Tomás por Míchel, pero el exmadridista apenas intervino y tan sólo pudo ser actor del hundimiento definitivo del Real Valladolid.
Los goles de Morales y de Jason certificaron la debilidad de un conjunto adentrado en una espiral de la que resulta difícil salir y en la que Herrera también introdujo a Anuar. Una decisión que podría significar el inicio de una fase nueva de la temporada: una fase en la que se acuda a las raíces, al amor propio y ajeno, para enderezar un bloque estancado.