El Real Club Celta B consiguió acabar con la racha de imbatibilidad del Real Valladolid Promesas, en la última acción del encuentro y de forma inmerecida

A veces, muchas, el silencio hiela más que el frío. Aunque por su definición sea un contrasentido, llega a decir mucho. Duele, o refleja dolor, tristeza, decepción. Después de los preceptivos aplausos a su Real Valladolid B, la afición enfiló la salida con la cabeza gacha, apesadumbrada y sin articular palabra. Incrédula al ver cómo el punto más que merecido que parecía ganado en el 92′ se esfumaba en la última acción del encuentro.
El Promesas volvió a hincar la rodilla en casa meses después de la primera y última vez que lo hizo en casa esta temporada. Lo hizo después de cuajar un partido más que digno ante quien, por otra parte, es el mejor equipo que ha pasado por Los Anexos.
El Real Club Celta B dejó asomar en Valladolid algunas de sus mejores virtudes incluso sin brillar. Si no lo hizo fue, precisamente, por lo bien que lo hizo el conjunto local, sobre todo en la primera parte, en la que ambos equipos demostraron ya que querían ganar. El vigués no sé sintió cómodo, ya que los de Rubén Albés estaban muy bien plantados en la presión y en las vigilancias defensivas y, por si fuera poco, no andaban a la zaga en la querencia del balón. Si este fue más celtiña, desde luego no fue porque no se lo discutieran.
Tirando de tópico, la primera mitad fue de poder a poder. No hubo ocasiones y los unos se neutralizado a los otros, pero no se puede decir que no fuera entretenido el juego, puesto que los dos expusieron un fútbol ofensivo. El filial blanquivioleta tocaba el cuero hasta que sobrepasaba el centro del campo, a partir de ahí volaba. El celeste, azulón esta vez, acumulaba un mínimo de cinco jugadores en campo contrario (sus dos delanteros y los tres centrocampistas), cuando no alguno más.
La segunda parte fue menos ordenada, menos cerebral y más pasional, si se quiere. Todo porque a los ocho minutos de la reanudación un inapelable remate de Juan Hernández, tras un saque de esquina botado por Gustavo Ledes, ponía en franquía a los gallegos y desdibujaba el plan inicial de los entrenadores, como si la lluvia que caía intermitente difuminara tinta con decisión, la misma que el Real Valladolid B pondría para empatar.
Mientras el Promesas lo intentaba, el Celta B sufría un acoso que no terminaba de convertirse en gol, a la vez que trataba de dormir el choque con continuas interrupciones que alguno diría impropias de un equipo así. Su solvencia en defensa y los parones en el ritmo impidieron que los pupilos de Rubén Albés llegaran a disponer de oportunidades francas de gol, si bien la amenaza existía y poco a poco cada vez se hacía más merecedor de igualar la contienda.
Y lo haría. Vaya si lo haría. En el minuto 92, con el tiempo casi cumplido, Iván Martín puso un centro desde la izquierda que Higinio convertiría en el tanto del empate. La locura se apoderó de todos: del banquillo, el equipo y la afición local, porque aquello parecía ser el premio por el cual se había luchado. De los visitantes, porque no se conformaban con un punto.
Ya casi se podía tocar con la yema de los dedos el punto que otorgaría la igualdad cuando otro balón parado puesto en el área halló rematador. Borja Iglesias, un incordio para los centrales, pichichi con –ya– veinte goles y seguramente el mejor delantero de la categoría, picó el balón de cabeza y superó a Tanis, ante la pasividad de una defensa local a la que ya solo le quedó lamentar profundamente la derrota.
Como catorce días atrás, el Real Valladolid B fue al menos un igual ante un rival que jugará play-off, pero, aunque mereció más, se quedó con un palmo de narices por el ‘puntus interruptus’, como uno se queda cuando está en casa con su pareja y de repente vuelven sus padres por sorpresa. Pasó, en fin, del calentón a la nada.
Con este nuevo tropiezo, los de Rubén Albés suman un punto sobre doce, bagaje escaso para los méritos contraídos sobre todo en los tres últimos partidos. El siguiente, en el estadio de Pasarón ante el Pontevedra CF, cuarto y ya a seis punto de distancia, es el perfecto para sacarse la espina de estas últimas jornadas… o para seguir viendo cómo todo no basta.
Real Valladolid Promesas: Tanis; Arroyo, Mario, Calero, Royo (Miguel Mari, min. 76); Rai, Anuar; Mayoral (Dani Vega, min. 76), Zambrano (Iván Martín, min. 81), Samanes; e Higinio.
RC Celta de Vigo B: Néstor, Kevin, Roger, Alende, Samuel; Brais (Dani Molina, min. 22), Mera; Joao (Juan Hernández, min. 51), Gus, Hichan (Agus, min. 68); y Borja Iglesias.
Árbitro: Alonso Prendes (C.T. Asturiano) amonestó a los locales Mario, Arroyo e Higinio y y a los visitantes Samuel, Roger, Alende, Brais, Gus, Mera y Agus.
Goles: 0-1, min. 53: Juan Hernández. 1-1, min. 92: Higinio. 1-2, min. 94: Borja Iglesias.
Incidencias: Unos 400 espectadores presenciaron el partido, correspondiente a la jornada 28ª, en mañana fría, con lluvia en la segunda mitad.