El entrenador del Real Valladolid Promesas compareció contento por un nuevo triunfo de su equipo, forjado en su manejo del banquillo y en el buen hacer de Anuar, Sinisterra y Mayoral, que entraron en la segunda mitad
El entrenador del Coruxo, Rafa Sáez, decía tras caer en el estreno de unos remozados Anexos que el Real Valladolid Promesas no había salido con el mejor equipo que podría, y sí pero no. La condición física de dos de sus pilares, Anuar y Mayoral, condicionó el once, aunque a la postre los dos jugaron y fueron determinantes.
Rubén Albés, técnico del filial, dio entrada a ambos durante el segundo periodo y, como si de Jorge Sampaoli se tratase, alteró el orden que hasta entonces había llevado el envite. Y es que, como a veces se olvida y ha recordado el argentino con su magnífico manejo del banquillo en buena parte de los encuentros que ha dirigido hasta ahora al Sevilla, en un partido hay que contar no con los once que forman para la foto previa, sino con todos los recursos que uno tiene; catorce como máximo a usar y unos cuantos más en convocatoria.
Albés coincidió con su homólogo en que los cambios resultaron decisivos para ganar, los dos citados, pero también el de Sinisterra. «A Anuar había que protegerlo, por lo importante que es y porque venía de una lesión, igual que Mayoral. Tanto ellos como José Luis [Sinisterra] han aumentado el nivel de lo que estaba pasando, y a partir de ahí fue más fácil la victoria«, confirmó.
Después de una primera parte «realmente difícil», en la que varios jugadores actuaron «en posiciones a las que no están habituados» y se estrenó como titular el juvenil Juan, la fluidez fue mayor gracias a que el segundo tiempo de Anuar fue de un nivel excelso. «Es normal que a nivel ofensivo tengas dificultades cuando faltan los tres futbolistas con más goles», dijo el gallego en referencia a la poca presencia en las inmediaciones del área rival, mientras que del ceutí destacó el alto «rendimiento» y «nivel futbolístico» que está dando.
El tema del día, al menos para los medios de comunicación, era el estreno del nuevo césped artificial, que pisaban por primera vez. «Está bien, pero estará mejor según pasen las semanas y se pose más el caucho. Era un reto difícil, porque no habíamos podido disponer del campo para entrenar esta semana, por lo que casi hemos ganado fuera de casa. Esperamos adaptarnos lo antes posible», espetó después de «agradecer al Tordesillas» el poder entrenar durante una semana en sus instalaciones.
Los resbalones fueron habituales durante los noventa minutos, pero la sensación evidente es que el nuevo tapete mejora lo que había. El balón circula «mucho más rápido», aunque también es «más pesado», lo que provocó que algunos jugadores terminaran «con fatiga». A medida que vayamos entrenando nos haremos a él», reiteró un Rubén Albés que reseñó que dicha velocidad permitió a sus pupilos «ser capaces de combinar y hacer buenas acciones a más velocidad» y su parecido con una superficie natural.
Con todo, volvió el Promesas a la competición con un triunfo «complicado, como todos los comienzos», ya que después de tres semanas de parón siempre es difícil volver a arrancar y a menudo se dan «partidos cerrados y de ajustes». No obstante, sirvió la victoria para ver cómo el filial sigue «con la misma dinámica, la misma identidad definida y la misma cultura del esfuerzo» con la que se marchó en Navidad.
Además de poder disponer de Anuar y Mayoral, la semana próxima volverá Renzo Zambrano, lo cual supone otra buena noticia, puesto que no juega desde que lo hiciera con Venezuela en . «Todo lo que sea que vuelvan jugadores de nivel que han estado fuera y que aumenten la competitividad es bien recibido», vino a decir, antes de confirmar que lo normal es que tenga «unos minutos ante el Boiro, caso similar al de Mayoral esta semana».
Así, será «uno más para el grupo, para la familia» y para continuar haciéndose fuertes, algo que ya son, como demuestran los 35 puntos obtenidos en las primeras veinte jornadas del campeonato y su capacidad para romper dos rachas: la de estrenos sin ganar (el filial no vencía en su primer partido del año desde 1998) y la de encuentros sin hacerlo ante el Coruxo (cinco; nunca se le había ganado).
Lo hizo, además, con dos tantos de Dani Vega, que necesitaba un espaldarazo que le llegó así, en forma de doblete. «Sus dos goles son una buena noticia. Estoy muy contento, porque hace un trabajo muy bueno, aunque no estaba teniendo suerte de cara al gol y eso le lastraba en cuanto a autoestima; estaba teniendo dificultades en situaciones de finalización por esa pérdida de confianza. Creo que los dos goles le van a venir genial», concluyó Rubén Albés.