Segunda derrota consecutiva de un Real Valladolid que vuelve a despertar dudas. Sin embargo, hay quien ve el vaso medio lleno

Lo reconozco, me gusta ir a contracorriente, pensar diferente, no ver lo mismo que otros ven pese a que me lo pongan delante y sea incontestable. Me va eso de sentarme, reflexionar y buscar un punto de vista que se escape, aunque sea un poco, al común. Sin extravagancias ni necesidad de sentirme más que nadie, simplemente armar algo diferente.
Quizá por eso hoy aparezco yo aquí, con la cara dura como el cemento armado, y os cuento que sí, que el Real Valladolid volvió a pifiarla y que dos derrotas seguidas no entraban en las cuentas, pero que veo el vaso medio lleno, que incluso en la derrota observé signos esperanzadores. No todo lo ocurrido en Soria supone una catástrofe.
Tampoco soy idiota –en realidad sí, pero lo disimulo muy bien–, por lo que no voy a buscarle el lado positivo al grosero error del segundo gol numantino ni a la paupérrima media hora inicial que dibujó el Valladolid en Los Pajaritos. Lo único bueno que saco de todo ello es que no tiramos la televisión por la ventana. Es un ahorro importante, ojo.
Dicho esto, me gustó la reacción del equipo -pasó de una primera parte bochornosa a tener opciones reales de ganar-, la de Paco Herrera quitando en el descanso a un desconectado Iban Salvador –mucho debe cambiar si quiere volver a jugar– y el nivel ofrecido por Isaac Becerra. El portero estuvo lejos de lo visto a principio de temporada, pero no transmitió la inseguridad de otros encuentros y por fin le vimos dominar el área.
Me quedo también con la figura de Raúl de Tomás, que ya ha echado la puerta abajo y bien merece la titularidad a corto plazo. Porque después de la primera media hora y antes del gol de Manu del Moral, el Valladolid mejoró, apretó, empató, estrelló un balón en la madera y saboreó una victoria que al final no llegó. Pero la tuvo ahí. ¿Que no vale de nada? Lo sé. ¿Que hay que tenerlo en cuenta porque no estamos tan mal –Laporta dixit–? También.
Evidentemente hay que ganar al Almería, porque ya no habrá sitio para buscar buenas noticias si no se consigue el triunfo. El Pucela vuelve a necesitar los tres puntos como tras aquella trágica racha de derrotas. Si no llegan las victorias, la preocupación crecerá. Sin embargo, y yendo a contracorriente, no veo todo tan negro como parece, pese a los tropiezos en Alicante y Soria. Hay conclusiones positivas que, seguramente, Paco Herrera aprovechará para que el equipo mejore. Ah, y que queda un día menos para que José y Juan Villar regresen. ¿Ya tenéis el vaso medio lleno?