Los cuatro tantos del triunfo del Real Valladolid ante el CD Tenerife tuvieron dos denominadores comunes: el inclemente tiempo y los jugadores salidos desde el banquillo
Si el trabajo que realizan los entrenadores se midiese en base al impacto que tienen sus cambios en el juego, este miércoles, tanto Paco Herrera como Josep Lluís Martí aprobarían con nota.
Este último rozaría el sobresaliente pues, apenas un minuto después de introducir en el verde al exblanquivioleta Amath, el senegalés anotó el empate a uno. Mientras tanto, la nota del técnico local sería aún mayor debido a que sus tres cambios tuvieron un gran protagonismo. Drazic anotó el primero, De Tomás el segundo y de nuevo el serbio anotó el tercero, en esta ocasión a pase de Míchel, que fue la tercera permuta que realizó el catalán.
Efectivamente, a un entrenador se le juzga en gran medida por su capacidad de ver la evolución del partido. Así, Martí observó que el encuentro estaba para meter una marcha más y buscar el empate con la velocidad de Amath. Paco Herrera realizó unos cambios ‘más conservadores’; posición por posición. Sin embargo, lo hizo de una manera muy inteligente sustituyendo a Guzmán, Mata e Iban Salvador, ya cansados, por tres jugadores de características parecidas y sobre los que caería la responsabilidad ofensiva. Respondieron a esas exigencias.
Pero siendo justos, antes de que se produjesen los cambios ya había un protagonista actuando, aunque aún no había llegado su momento: era la lluvia. Presente durante todo el día, el agua que siguió cayendo durante el partido animó el choque y proporcionó la salsa de este deporte, el gol.
Primero se alió con el Pucela cuando uno de los centrales tinerfeños resbaló cuando recibía un pase –bastante malo, para ser justos– y que Drazic aprovechaba para anotar. Solo cinco minutos más tarde la diosa fortuna y el agua cambiaban de bando; balón largo, el balón bota rápido y alto y pasa a Luismi para que Amath controle fácil dentro del área y bata a Pau Torres.
Uno a uno al final de los noventa minutos. Ninguno de los dos contendientes había conseguido retener en su bando a la suerte personificada en la lluvia, ni eran capaces de resolver las ocasiones que, por méritos propios, conseguían. Así empezó la prorroga, en la que el desenlace se veía poco claro con los dos equipos bastante fatigados. Pero entonces aparecieron ‘’Los Hombres de Paco’ y entre De Tomás, Drazic y Michel fueron capaces de dar el gancho definitivo a la mandíbula del rival que cayó a la empapada lona de Zorrilla.
El Tenerife, KO, dice adiós a una Copa del Rey en la que el Pucela sigue adelante gracias a la llamada segunda unidad y en la que se depositan esperanzas por ver en Zorrilla a uno de los grandes de la Liga BBVA, aunque en la próxima ronda espere, como mucho, un equipo que no dispute competición europea.