El Municipal de Guijuelo acogerá este domingo a las cinco de la tarde la visita Promesas, un filial blanquivioleta que se volverá a ver las caras con Rubén de la Barrera

Foto: Rosa M. Martín
Este fin de semana, en la vigesimosegunda jornada de la Segunda B, se disputará un partido con necesidades para dos escuadras, el CD Guijuelo y el Real Valladolid B. El partido está marcado por la presencia en el banquillo chacinero de Rubén de la Barrera, técnico que dirigió al equipo en la mejor temporada en la historia del filial blanquivioleta. Será la segunda vez que se encuentren este curso, tras el encuentro que terminó cero a cero recién iniciada la primera vuelta.
El técnico gallego dejó un gran recuerdo –en lo que a fútbol se refiere– en el Real Valladolid, no solo en cuanto a resultados, sino también a nivel de juego. Los habituales a Los Anexos pudieron disfrutar de un filial que competía bien en casa, a pesar de su juventud, que siempre era dominador en sus encuentros y era capaz de plantarle cara a cualquier rival.
Memorable fue aquel reencuentro en el Nuevo José Zorrilla ante un todopoderoso Real Oviedo (en la acuerdo tercero en Segunda), en el que el Promesas venció pro cuatro goles a tres y marcó, por si no lo estaba ya, el camino de un filial con potencial, que terminó salvándose de manera holgada.
Preciso es recordar también el nivel alto de la plantilla, que contaba con nombres del caché de Carmona, Ramiro, Brian, Fran No, Jorge Hernández, Ayub, Javi Navas o Guille Andrés, jugadores que hicieron que las ideas de De la Barrera se pudieran plasmar mejor sobre el terreno de juego.
A día de hoy, es sabido que ni el técnico coruñés ni las citadas piezas forman parte del Real Valladolid –Ramiro y Ayub están en el Guijuelo, el segundo desde fechas recientes– y, dada la situación actual del filial blanquivioleta, aun compitiendo de manera ejemplar por salvarse, resulta evidente que se echa de menos el plus de calidad que alguno de ellos podría aportar.
Muchos de los jugadores pertenecientes a aquella plantilla destacan que una de las cosas que más marca a De la Barrera es lo que deja en el futbolista, ya que durante el tiempo compartido se ven sometidos a una progresión y a una adquisición de conceptos muy intensa, pero que queda en sus cabezas. No obstante, dado su fuerte carácter, esta presión provocó en ocasiones roces con algunos de ellos.
Tras su gran año, volvió a la que había sido su casa dos años atrás, y aquel refrán que dice que «segundas partes nunca fueron buenas» parece estar haciendo mella en la actual temporada del equipo salmantino. En su primera etapa allí, llevó al equipo a los play-off de ascenso, hito histórico, si bien cayeron, quizá inmerecidamente, ante un Leganés que consiguió el ascenso a Segunda.
En un mal momento
En estos momentos el conjunto chacinero está pasando por una mala época, pues, tras empezar la temporada de manera espectacular, los pobres resultados de las últimas jornadas, en las que han cosechado ocho derrotas en los últimos once encuentros y han sumado 7 puntos de 33, le coloca en tierra de nadie, siete unidades por encima de la salvación y a diez de los puestos de promoción de ascenso, objetivo para este año.
La máxima ilusión que generó su vuelta parece haberse apagado un poco tras estas últimas fechas, pero cabe decir que el Guijuelo, por capacidad económica y plantilla, no es el principal favorito a entrar en esa lucha por el ascenso a Segunda División en un grupo en el que están el Racing de Santander, el Logroñés o la Cultural Leonesa.
La temporada es muy larga, no obstante; todavía restan diecisiete jornadas para su cierre, en las que a buen seguro los chacineros intentarán acercarse a esa zona noble. De la Barrera se enfrenta a una situación que no le es común en los últimos tiempos y que le servirá como experiencia en su progresión como técnico.
Volviendo a su estancia en el Real Valladolid, en un sector de la afición blanquivioleta se queda la duda de saber qué habría pasado tras el despido de Gaizka Garitano si hubiera seguido dirigiendo al Promesas. Tras esa destitución, fueron unos cuantos los corrillos en los que su nombre salió a relucir como idóneo para el puesto, de no haberse marchado.
Quién sabe qué habría sucedido… y qué sucederá en un futuro; si algún día volverá a ligarse al Real Valladolid. Lo más próximo, y sabido, es que el domingo volverá a enfrentarse a algunos de los que fueron sus pupilos, en un choque al que ambos equipos se presentarán con la urgencia de sumar, con tintes sentimentales que se diluirán cuando el balón empiece a rodar y ambos intenten hacer lo que quieren: ganar.