Desde el primer al último minuto en su estancia en el Real Valladolid, el angoleño parece no haber sido entendido completamente
Yo, yo, yo, yo
creo que voy,
solito a estar,
cuando me muera,
he sido el incomprendido,
ni tu ni nadie me ha querido,
tal como soy…
Ismael Rivera, uno de los puertorriqueños más conocidos en el mundo de la música, cantaba muy a menudo esta letra de su canción ‘El Incomprendido’. A Manucho, al que seguro que le gustarían los ritmos caribeños de Rivera, se le considera muchas cosas, y tal vez por ello, por ser tantas cosas, tan heterogéneas y dispares, sea el fiel reflejo de ‘El Incomprendido’.
Desde su llegada a Valladolid no se le supo entender. ‘El de los treinta o cuarenta goles’ no es él, sino su ‘leyenda’ alter ego, ya que el angoleño jamás dijo que los marcaría, nunca hizo tal promesa. Sería conveniente repasar sus palabras, la pregunta que se le realizó y el contexto de la situación. Pero, sin duda, era más fácil no comprender.
En lo futbolístico, en cuatro años en Valladolid, cinco de contrato, solo en momentos puntuales ha sido comprendido por sus entrenadores. El primero que consiguió entender al angoleño fue Javier Clemente, quien apostó por él en la machada de mantener al equipo en Primera División en aquella aciaga temporada. No se logró la salvación, Manucho tuvo que emigrar y nos olvidamos de él por un año.
Ya de vuelta y en Primera, la baja forma de Javi Guerra le confirió minutos. La comprensión del juego, de su juego, de Miroslav Djukic, junto con una mayor implicación, dieron al ‘palanca negra’ sus mejores momentos como futbolista hasta el momento. Pieza clave en la salvación del Real Valladolid en la temporada 2012/13, desafortunadamente, en esta pasada temporada no pudo aportar todo lo que aportó en la anterior, y de esta manera volvió a descender con el Real Valladolid.
La incomprensión, por desgracia, apunta también hacia otros lares. Siempre se le achacó su alta ficha, sobre todo la relación de esta y su rendimiento. Él no fue quien estableció su sueldo, ni tampoco quien decidía integrarle o no en el once inicial.
Los avatares de la vida hacen que Manucho ponga rumbo a Vallecas, donde se encontrará con Alberto Bueno, el otro evidente ejemplo de incomprensión que ha habitado en el vestuario blanquivioleta en las últimas temporadas. Resulta paradójico que los dos apartados por excelencia logren continuar, tras su paso por el Real Valladolid, en Primera División, mientras que el equipo que los despreció en muchos momentos tenga que verlos desde la periferia competitiva de la Segunda División.
Los incomprendidos, los faltos de oportunidad y confianza que salen de Valladolid, últimamente han acabado triunfando. Sirvan los casos del propio Alberto Bueno, Quique González, Yuri, Raúl Navas, Haris Medunjanin (quien disputará el ya comenzado Mundial de Brasil con Bosnia)…
Me alegraré muy especialmente por Manucho si él también logra triunfar fuera de Zorrilla, fuera de donde fue, entre otras muchas cosas, un incomprendido.