La marcha de los delanteros del Real Valladolid deja huérfana la diatriba más potente de las redes sociales pucelanas
Eras de uno o de otro, no había otra opción. Negro o blanco, y nunca mejor dicho. Cualquier postura reconciliadora parecía pura demagogia. Cada gol de uno se festejaba en la cara del otro. Cualquier motivo, por mínimo que fuera, era razón de sobra para pedir el cambio, para que entrara al terreno de juego el uno por el otro. Para insultar también.
Ser de Manucho o ser de Guerra, he ahí la cuestión. Quien haya vivido los últimos años el Real Valladolid sabe de lo que hablo, pero quien haya presenciado y participado en esta lucha en las redes sociales, mediante Twitter, puede estar imaginando ahora mismo cualquier tuit de cualquiera de las dos facciones.
En esta lucha fratricida, una guerra civil en el seno de la afición blanquivioleta, podíamos encontrar cualquier comentario. Desde los más ofensivos a los más disparatados, desde los más desenfadados a los más abyectos, todo con el único fin de sentir como única la representación individual de una postura u otra.
Finalmente, y por curioso que parezca, en esta temporada, esta tensión se ha rebajado de forma notable. Quizás esto haya venido propiciado por el acuerdo de poner a jugar a los dos juntos y de ver cómo los mejores momentos del equipo de Juan Ignacio Martínez han venido con los dos en punta. Algo impensable no mucho tiempo atrás.
La lucha se fue apagando lentamente, como el equipo, hasta que finalmente, y tras el descenso, los dos han abandonado la disciplina blanquivioleta. Tras el fin de tan oscura guerra, es el momento de hacer balance, de otorgar ‘vencedores’ y ‘vencidos’.
Pero no, no crean que en esto hay consenso, no crean que hay dictamen unívoco. Cada parte, cada facción, tiene su propia versión de los hechos y su propio balance, y a ninguna le falta razón. Los ‘guerristas’ ponen los estratosféricos números de Javi Guerra sobre la mesa, y con ello se valen. Los ‘manuchistas’, sin embargo, con sus siempre rocambolescos argumentos, ofrecen una comparación tan cierta como curiosa: al fin de esta guerra, el malacitano se encuentra en segunda división inglesa con el Cardiff y Manucho en la primera española, la denominada mejor liga del mundo, con el Rayo Vallecano. Abierto el fuego, que suenen los morteros.
El choque entre manuchistas y guerristas deberá ser recordado con mucho cariño por el aficionado blanquivioleta, también como pieza determinante en la irrupción del aficionado tuitero, en la aparición de la aportación del hincha anónimo. Sobre todo, esta lucha que hoy definitivamente se entierra deberá ser recordada por ser un tema de debate de otros tiempos, de tiempos mejores.
Que les vaya bonito a los dos héroes que alimentaron tantas bocas de discusión y tantas líneas de argumentos.