La última derrota provocó en el vestuario del Promesas una conjura que culminó con el campeonato, que a la vez es inicio de un sueño que pasa por doblegar al Somozas

Solo podía ser un gallego. Y como el gallego era el Somozas, no podía ser otro. Como si en el sorteo hubiera bolas calientes. Mouchos, coruxas, sapos e bruxas. Demos, trasnos e diaños (búhos, lechuzas, sapos y brujas. Demonios, duendes y diablos). Todos uno, llevaron –llevarán– al Real Valladolid Promesas a encontrarse con el conjunto coruñés en la búsqueda del ansiado ascenso.
¿Cómo? La respuesta es bastante sencilla: por afinidad. Porque en Galicia hacen queimada y en Castilla el sol quema. Porque allí recitan conxuros y porque el Real Valladolid B se conjuró semanas atrás en busca de ser campeones, después de perder en Becerril. Desde entonces, no ha habido más que victorias; cinco consecutivas, que suponen la mejor racha del curso en un momento clave, a las puertas de la promoción de ascenso a la soñada Segunda División B.
Esta unión no extraña, ya que, en palabras de Julio, portero y uno de los puntales del plantel, el equipo es «una piña». Sin embargo, como la derrota contra el conjunto palentino llegó en un momento en el que las cosas no iban del todo bien, especialmente a domicilio, les faltó solo el recipiente de barro cocido para confabular.
«Nos estaba costando sacar los partidos, sobre todo a domicilio, pero entonces nos concienciamos para conseguir el objetivo que nos habíamos planteado, que era ser primero y así tener dos oportunidades para ascender«, reconoció el guardameta, una teoría admitida también por Alberto: «Cuando perdimos en Becerril nos planteamos ganarlo todo. Nos va a venir muy bien esa presión para las dos semanas que vienen«.
Para ambos, quedar primero «era muy importante», así como «saber competir con la presión de ganar obligatoriamente», ya que, tal y como relató el mediocentro, el final «apretado» mantuvo la tensión competitiva para «jugar con nervio y llegar mejor física y mentalmente al play-off», algo de lo que Julio tampoco tiene dudas: «Llegamos en un gran momento. Estamos al cien por cien de ánimos y vamos a intentar subir a la primera».
Podres cañotas furadas, fogar dos vermes e alimañas. Lume das Santas Compañas, mal de ollo, negros meigallos, cheiro de mortos, tronos e raios (podridas cañas agujereadas, hogar de gusanos y alimañas. Fuego de las almas en pena, mal de ojo, negros hechizos, olor de los muertos, truenos y rayos). El conjuro funciona. O funcionó hasta ahora. Está por ver en adelante.
«Desde el club no hay presión. Los nuevos lo ven más fácil, pero los que llevamos más tiempo sabemos que va a ser difícil y sí que nos presionamos un poco», explica Alberto, uno de los capitanes. No solo los veteranos. Sin querer, aunque hable de «lotería» y reconozca la importancia de una eventual segunda oportunidad, Julio no duda: «Vamos a conseguirlo».
La presión, de hecho, es intrínseca a la competición. «A mí me cuesta más destacar en un entrenamiento que en un partido. Hemos acabado veintitrés y cuando entraba uno y salía otro, todos rendían. Entrenamos todos al cien por cien y las rotaciones han funcionado», reflexiona ‘Peli’. Llegó la hora de la verdad. De lograr el más difícil todavía. Como decía Torres Gómez, la plantilla afrontará el play-off «con la mayor de las ilusiones».
«Esto no se acaba hasta que yo no gane», decían los chicos en el vídeo publicado por este portal hace aproximadamente un mes. Pues bien; llegó el momento de terminar con lo empezado. De doblegar al Somozas y acabar de soñar despiertos. De terminar de recitar los versos del conxuro del ascenso, ese que empezó en Becerril y debe –podría– terminar en Galicia.
Forzas do ar, terra, mar e lume
a vos fago esta chamada:
si e verdade que tendes mais poder que a humana xente,
eiqui e agora,
facede cos espritos dos amigos que están fora
participen con nos desta queimada