El central del Benfica arriba al Real Valladolid para dotar de mayor competitividad a la zaga blanquivioleta. Es zurdo, contundente y un seguro en el juego aéreo
En el invierno de 2010, el Real Valladolid decidió regar su lechazo con un vino do Porto. Una vez se había probado al brasileño Nivaldo y comprobado que César Arzo y Luis Prieto no ofrecían las garantías suficientes, la dirección deportiva decidió apostar por Henrique Sereno, un defensa central del Vitória de Guimarães que, se sabía, en junio se convertiría en dragão.
Un año después, también con el ambiente convulso, y ya en Segunda, se entendió que la historia se repetía. Juanito y Marc Valiente no parecían suficientes y Jordi Figueras –aún– no contaba, de manera que el Pucela volvió a Portugal, esta vez para traer a Fábio Faria, un zaguero internacional en categorías inferiores con el país vecino y que pasaba por ser una de las mayores promesas das águias.
Los seis meses que Sereno estuvo en Valladolid resultaron fructíferos, no lo suficiente en lo colectivo, aunque sí en lo personal. Dejó una grata impresión en los doce partidos que jugó –las lesiones y llegar al final del mercado impidieron que disputase más–, aunque el equipo terminó bajando.
Tanto fue así que, a pesar del descenso, el club se planteó contar con él si André Villas-Boas decidía prescindir de sus servicios durante la pretemporada. No ocurrió lo mismo con Faria cuando abandonó la entidad hace dos temporadas, después de jugar únicamente cuatro encuentros.
Debutó como lateral izquierdo contra el Alcorcón, una posición en la que, se suponía, podía actuar. Sin embargo, se vio que era un jugador demasiado corpulento para ocupar un carril y el equipo, aunque perdió solo por uno a cero, dejó unas pobres sensaciones que acabarían lastrándole. En los dos envites sucesivos se le vio como central, el Valladolid volvió a caer y desapareció de los planes de Abel hasta la penúltima jornada.
Al contrario que con su compatriota, no se buscó con él un ida y vuelta al término de su cesión. Y, sin hueco alguno en el primer plantel del Sport e Lisboa Benfica, Fábio Faría acabó jugando la primera mitad del curso siguiente en el Paços Ferreira. Al empezar la segunda, enrolado en el Río Ave –entidad en la que se había formado–, se sintió indispuesto en un partido de Copa, tras lo que fue sometido a unas pruebas que le detectaron unos problemas coronarios que desembocaron en su pronta retirada.
Mientras esto sucedía, Sereno estaba en Colonia, en Alemania, donde, como con Villas-Boas, jugaba en alguna que otra ocasión como lateral derecho. En el conjunto germano vivió su segundo descenso de categoría, que, unido a la vuelta del Real Valladolid a Primera División, permitió, Porto mediante, que volviera a la ribera del Pisuerga como un hijo pródigo.
Fue, durante la campaña pasada, el tercer central perfecto. Jugó veinte partidos de Liga y uno de Copa del Rey, y aunque en igualdad de condiciones Miroslav Djukic prefería utilizar a Jesús Rueda en el perfil derecho de la zaga, se destapó como un recambio de garantías tanto para el extremeño como para Marc Valiente.
Stefan Mitrovic y el tópico del conductor portugués
Existe en España una creencia bastante extendida: que el luso, por norma, conduce como un kamikaze. Con Stefan Mitrovic, nuevo refuerzo del Real Valladolid, no hay de qué preocuparse, pues es serbio. Es más, la intención es que haga una de esas cosas que se le suelen achacar a los portugueses cuando están al volante: que adelante a Heinz por la derecha.
El dominicano ha resultado ser un solomillo de no muy buena calidad, algo que ha invitado a buscar una alternativa en el mercado para que, al contrario que él, pueda competirle el puesto a los dos centrales titulares y dotar a la defensa de una mayor contundencia.
Aunque Mitrovic ha permanecido apenas seis meses en Lisboa, Carlos Suárez ha ido personalmente a buscarle, en busca de un nuevo vino con el que regar el lechazo que ya tenía; de un ‘nuevo’ Sereno.
Ciertamente, el zaguero serbio, a priori, se asemeja más a Fábio Faría. Como el de Vila do Conde, es zurdo, pasa por ser una de las principales bazas futuras del Benfica –fue fichado en verano por algo más de un millón de euros– y posee unas buenas cualidades físicas. Sin embargo, se espera de él un mayor rendimiento y que no se ciña a esta condición y sea capaz, también, de sacar el balón jugado, algo para lo que está capacitado, toda vez que empezó su carrera como centrocampista.
Volviendo a los conductores portugueses, suele destacarse que sus maneras son temerarias. En su caso, no es eso lo que se le pedirá, aunque sí decisión y personalidad para afrontar la situación en la que se encuentra su nuevo club actualmente. De ello dependerá, en gran medida, que termine la temporada siendo Henrique Sereno o Fábio Faria.