Análisis del próximo rival del Real Valladolid.

Este lunes, en horario peculiar, le toca al Pucela uno de esos partidos, o más bien uno de esos viajes, con un sabor especial por los recuerdos que supondrá tanto a aficionados como a los propios jugadores. A más de uno en la plantilla cuando atraviese el túnel de vestuarios del Martínez Valero le regresará a la mente aquel fatídico 12 de junio de 2011, en el que el próximo rival del Valladolid, el Elche, se cargó de golpe y plumazo el sueño de volver a Primera.
El encuentro, eso sí, será ante un rival completamente diferente al de por aquel entonces, como no podía ser de otra manera. El Elche también abrió las puertas del cielo la temporada pasada en un ascenso en el que le sobraron varios meses de competición, y hay realmente unos cuantos detalles que han cambiado de aquel equipo campeón.
Rotación de bloque
El equipo de Fran Escribá ha roto con el tópico de mantener el bloque recién ascendido para cimentar la permanencia, aunque lo ha hecho para reforzarse con jugadores de renombre. Manu del Moral, Domingo Cisma, Sapunaru, Lombán, Rubén Pérez, Botía… Todo un elenco de gladiadores, muchos de ellos acostumbrados a pelar en anteriores equipos por algo más que la permanencia.
Por otra parte han sido unos cuantos los “clásicos” del equipo franjiverde que han decidido hacer las maletas después de dejarlo en Primera, alguno que otro considerado peso pesado del vestuario. Héctor Verdés, Ángel, Xumetra y Etxeita podrían ser los más representativos, pero Palanca, Linares o Diego Rivas tampoco se quedan atrás. Está claro que el Elche, si quiere evitar la caída al infierno, debe volver a hacer piña.
Por ahora los alicantinos han tenido un regreso más o menos plácido, en el que si bien no se han llegado a transmitir buenas sensaciones, tampoco han sido del todo malas. Aunque es evidente que todavía queda mucho trabajo por delante, ya que la primera victoria no ha llegado tres jornadas después.
El Elche ocupa ahora la decimosexta plaza de la tabla, merced de dos puntos conseguidos en la segunda y la tercera jornada ante Real Sociedad y Almería respectivamente. Las alarmas se encendieron en el arranque liguero, cuando en el viaje a Vallecas los de Escribá volvieron con tres goles en vez de con tres puntos. La caída fue estrepitosa, con un equipo incapaz de crear ocasiones de ataque a pesar de tener el suficiente potencial para ello.
Fue después, en casa contra la Real y a domicilio en Almería, cuando se comenzaron a gestar mejores ideas y a apreciar mejores detalles, si bien no hubo recompensa en forma de victoria. Y claro, en estos casos la necesidad apremia, siendo la visita del Valladolid la ocasión perfecta para estrenar el casillero de victorias.
Pasado genial, futuro incierto
Sobra decir que el ascenso del Elche la temporada pasada fue mágico, pero lejos queda ya. Aquellos 82 puntos de poco sirven en un año que debe ser el de la permanencia y en el que jugadores como Coro, Edu Albácar o Manu Herrero deben ser claves para mantener la paz y echarse el equipo a las espaldas cuando vengan mal dadas.
El primero se trata de uno de los jugadores más peligrosos y a tener en cuenta por el Real Valladolid, un delantero polivalente, oportunista y con buen golpeo de balón al que más vale que JIM se encargue de atar en corto. El 4-2-3-1 con el que juega el Elche es exactamente igual al que desarrolla el Pucela, tratando de concentrar el ataque por las bandas, por lo el partido de este lunes promete ser interesante.
Un choque de poder a poder entre dos equipos que buscarán la primera y la segunda victoria consecutiva en un caso y otro. Y por supuesto, en el del Pucela, también con el objetivo secundario de vengar aquella eliminatoria de play off que tanto daño hizo y que aún permanece en la mente blanquivioleta.
Curiosidad del rival de esta jornada: Es difícil pensar en un ascenso conseguido con más mérito que el del Valladolid en la temporada 2006/2007 con 88 puntos o el del Dépor en la 2011/2012 con 91, pero el Elche consiguió un récord que no llegó a apropiarse ninguno de los dos. El conjunto de Escribá fue líder desde la primera hasta la última jornada, algo que no había hecho ningún otro equipo hasta el momento en toda la historia de Segunda División.