El exblanquivioleta José Capdevila, famoso por emplear la rabona como recurso de golpeo, fichó este verano por el Club Bolívar, con el que disputará la máxima competición continental.

No todo el mundo puede presumir de jugar por delante del que, antes de que las lesiones le lastrasen, terminaría convertiéndose en el mejor extremo izquierdo de Europa. Vicente Rodríguez, ‘Vicentín’, fue durante unos años la esperanza zurda de una selección española que estaba buscando su seña de identidad. Pero antes hubo otro zurdo que le cortó el paso en las inferiores: José Luís Sánchez, más conocido como Capdevila.
José Capdevila ha asumido este mismo verano el reto de emigrar a Sudamérica para fichar por el Club Bolívar. El conjunto de La Paz es el mejor de su país en lo concerniente a títulos. Entre ellos, ha conseguido el último campeonato del Clausura, que les ha valido para participar en este curso 2013/14 en la máxima competición continental, la Copa Libertadores -en la que, por otra parte, son habituales–, uno de los atractivos por los que Capdevila aceptó la propuesta paceña.
Además, ‘El Rey de la Rabona’, como lo calificó su presidente, contó con el factor español, pues Miguel Ángel Portugal es, desde junio, su nuevo entrenador y Edu Moya o Juanmi Callejón, sus compañeros de vestuario. Por ello, y ante las precarias ofertas del fútbol hispánico, Jose aceptó, a sus 32 años, el «atractivo reto» de convertirse en el dueño de la banda izquierda del Hernando Siles.
Pero mucho antes, allá por los 90, Capdevila iniciaba su carrera futbolística en el Real Zaragoza. Su talento llamó bien pronto la atención del Real Madrid, que lo reclutó para su equipo cadete. El maño permaneció en ‘La Fábrica’ hasta su promoción al Real Madrid C, cuando fue cedido a Alcorcón y Hércules, sucesivamente. En 2003, se desvinculó del equipo merengue y fichó por el Pontevedra. El equipo gallego fue el auténtico impulsor de la carrera del, por aquel entonces, prometedor extremo.
A las orillas del Lérez, Capdevila se convirtió en uno de los jugadores clave para que el Pontevedra lograse regresar a Segunda División veintisiete años después. Durante la primera mitad de la temporada 2004/05, José Luis llamó la atención del Real Valladolid, que logró apalabrar su traspaso a comienzos de año. Pero antes de que se hiciese oficial, Capdevila prestaría sus últimos servicios al Pontevedra.
Una de sus grandes actuaciones fue precisamente contra el Real Valladolid, con el 3-0 en Pasarón, en lo que supuso la primera victoria en casa del conjunto gallego -que a la postre descendería- y el cese definitivo de las opciones de ascenso de los pucelanos, dirigidos en aquel entonces por Sergio Kresic.
Finalmente Capdevila, que acabó el año con nueve tantos (su mejor registro), renovó por el Pontevedra con la condición de que los gallegos lo dejasen salir. Así, en el verano de 2005 se hizo oficial su traspaso al Real Valladolid por 120.000 euros. Con veinticuatro años, le llegaba su gran oportunidad.
No muy aclamado
El maño rindió de maravilla en su primera temporada en Zorrilla. Jugó 35 partidos, fue el quinto jugador con más minutos y logró anotar seis goles, algunos de ellos de muy bella factura. Sin embargo, el equipo, entrenado primero por Marcos Alonso y luego por Alfredo Merino, quedó en décimo lugar, muy alejado de los puestos de ascenso.
Llegábamos así a la temporada 2006/07. José Luis Mendilibar cogía las riendas del conjunto pucelano y lo iba a convertir en campeón, con ascenso y récord de puntos -hasta que el Depor lo pulverizó hace un par de temporadas- incluidos. Sin embargo, las sensaciones que dejó en aquel segundo año fueron peores que las de su debut.
Tal y como asegura Jesús A. Zalama, aficionado blanquivioleta, «Capdevila no era de los jugadores más aclamados de aquella época». Quizá tuvo que ver que era quien le quitaba el puesto al canterano Asier, predilecto de la afición. Por eso, según Zalama, el zaragozano fue, probablemente, «uno de los jugadores más infravalorados de la etapa de Mendilibar».
Puede ser que la causa de la bajada de rendimiento de Capdevila se debiese a ese ambiente más hostil. José Luís era un jugador talentoso, si bien quizá le pesaban demasiado las críticas -algunas de ellas, excesivas- de parte de la afición. Lo cierto es que, pese a que el año del ascenso Capdevila fue uno de los habituales, su rendimiento no había sido el mismo que el del primer año. Aun así, el maño era uno de los jugadores más importantes de la plantilla y siguió contando para iniciar el nuevo proyecto en Primera División.
Pero la realidad fue que Capdevila no tuvo protagonismo en Primera. En la 2007/08, la del retorno del Pucela a la élite, José Luis tuvo un papel secundario. Apenas disputó catorce partidos en Liga, que equivalieron a poco más de 600 minutos. El buen papel de Jonathan Sesma, unido a unos serios problemas personales, le restó un protagonismo que había ido perdiendo progresivamente desde su llegada.
De Segunda a la Libertadores
Nadie le dijo nada cuando se fue de vacaciones, pero al volver Capdevila se encontró apartado y con la puerta abierta. Aun así, Carlos Suárez, que no tenía una relación del todo buena con su representante, pedía dinero por su traspaso, lo que provocó que estuviera cerca de no salir. Finalmente, para desbloquear la situación, tuvo que poner dinero de su bolsillo. Así logró su pase al Real Murcia.
En el equipo pimentonero, el maño recuperó su fútbol. En sus dos campañas en La Condomina fue del grupo de los titulares. Sin embargo, los murcianos no consiguieron el objetivo de retornar a Primera División y en su segundo año, con el descenso del equipo a la Segunda División B, buscó un nuevo destino. ‘Capde’ emigró en 2010 al sur de España. Jerez fue su destino.
En el equipo azulino, recién descendido tras su primera -y única- temporada en la máxima categoría, el exblanquivioleta ejerció de revulsivo. Durante su primer año contó con minutos, pero casi siempre desde el banquillo. Fue en esa temporada cuando marcó el que ha sido, hasta ahora, el mejor gol de su carrera. Capdevila aprovechó un mal rechace de Jaime, actual portero del Real Valladolid, para, con una rabona desde treinta metros, enviar el balón a las mallas. Fue una acción muy similar a la que probó en una de sus campañas en el Valladolid, pero aquella vez, el balón se le fue, por muy poco, por encima del larguero.
En su segunda temporada su aportación fue algo más que anecdótica, lo que le llevó a abandonar el cuadro azulón para recalar en el Huracán Valencia, de la Segunda División B, donde Capdevila se convirtió en la estrella y en uno de los grandes responsables de que la joven entidad disputase por segundo año consecutivo el play-off de ascenso a la categoría de plata del fútbol patrio.
Tras finalizar contrato, Capdevila, como muchos otros españoles, asumió el reto de fichar por un equipo extranjero. A sus 32 años, después de su pase frustrado a finales de enero, le ha llegado la oportunidad de sacar a relucir su fútbol en una liga exótica como es la boliviana. Un fútbol del que, aunque de forma inconstante, dejó buena muestra en Zorrilla.