Juan Ignacio Martínez ha dirigido la primera sesión de preparación del nuevo curso bajo un intenso calor y ante un numeroso público.
Volver a empezar. Otra vez. Volver a estrenar… ¿Zapatos y libros? No. A lo sumo, botas y petos. De colores, los primeros. Blancos inmaculados los segundos. Y sí, vuelven a encontrarse viejos amigos para, juntos, volver a empezar. No es que haya empezado el curso en El Corte Inglés, sino que el Real Valladolid, el primero de la ‘Era Juan Ignacio’ ha echado a andar.
Bajo un sol de justicia, como es habitual en Pucela, por más que algún galo quiera dejar sin verano a quien se le ponga por delante. Y ante un público numeroso, al menos teniendo en cuenta el mercurio.
El cuerpo técnico, por -también- cuantioso fue una de las principales novedades de la tarde, enfundado en el llamativo tono naranja ya conocido y con Juan Ignacio Martínez atípico para lo que Valladolid conoce; esto es, más en modo capitán general que vociferante y parte de cada ejercicio. Ya se sabe, cada maestrillo tiene su librillo, y en el del alicantino no es de autor, sino coral; de equipo.
Y como esa es la clave de todo, el equipo, el que le viene acompañando, el que ya estaba y el que salta al verde, salvo los primeros, salieron todos tarde porque el JIM Team estaba llamado no solo a las presentaciones, sino también a encontrar en el técnico la primera de muchas moralinas -entiéndase esto en sentido positivo, no peyorativo-; todas ellas bajo el mantra de «otro año más en Primera».
En torno a las siete de la tarde, con los aficionados parapetados alrededor de la salida de vestuarios, a la rica sombra, Juan Ignacio dio por concluida la primera charla y uno tras uno fueron desfilando los veintiún jugadores del primer plantel y los dos únicos canteranos llamados a filas hasta el momento, el controvertido Lolo y el central palentino Iván Casado.
Y entre las caras nuevas, las tres confirmadas, Alcatraz, Bergdich y Mariño. Las de Carlos Lázaro y Quique, que da su enésimo -y quizá definitivo- salto, a decir verdad no son tan nuevas. Como la de Patrick Ebert, a quien el público aclamó después de la incertidumbre que creó al salir el último y tras no pasar el reconocimiento médico por la mañana, como el resto de sus compañeros. De Omar y Valdet, como cabía esperar, por ahora, ni rastro. Aunque están. Y se les espera.
Con todo, la primera sesión anduvo a caballo del ‘jijijaja’ contenido y de una intensidad relativa… Tampoco hay que forzar. Siempre bajo la supervisión del nuevo míster y las órdenes de sus acólitos, hubo esfuerzo, contenido, pero esfuerzo, al fin y al cabo. Salvo para Óscar, que arrastra unos problemas en las cervicales. Pero le tocará, también. Mañana, más. Si no para él, sí para los demás.
Diego Mariño, presentado
Antes de que todo esto ocurriese, a mediodía, se produjo en la sala de prensa del Nuevo José Zorrilla la primera de las tres presentaciones previstas hasta el momento para esta semana, la del guardameta vigués Diego Mariño, recién llegado del Villarreal.
El portero, reciente campeón de Europa en categoría sub-21, reconoció que lo primero que debe hacer es demostrar que tiene su hueco en el equipo y que llega a Valladolid con la intención de «poder seguir creciendo, aprendiendo y jugar en Primera División», en la que debutará cuando lo haga de manera oficial bajo el arco blanquivioleta, a pesar de que es consciente de la dura competencia que, a priori, encontrará en Dani Hernández y Jaime.
Sobre este particular, Juan Ignacio Martínez, que presentó a Mariño, reconoció que viene a competir y colmar el vacío de calidad que en opinión de la dirección deportiva existe ante la falta de nivel del arquero del filial, si bien no descartó que, debido a que los jugadores quieren jugar, pueda haber algún movimiento.
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