El central del Promesas viajará con el primer equipo a Vigo por primera vez para un partido oficial, una ciudad que se encuentra a escasos kilómetros de Mondariz, donde empezó a ponerse a las órdenes del serbio.
El cuatro de agosto del ya pasado 2012 Miroslav Djukic realizó la citación para la concentración de pretemporada que su equipo iba a realizar en Mondariz. Manucho, hoy vital, se quedaba en casa, como Alberto Bueno, probablemente titular en el próximo partido. Con el primer plantel, que llevaba varios días ejercitándose en Valladolid, viajarían -además de Rodri, Pesca, Mongil y Lolo- Antonio Amaro, llamado a liderar el centro del campo del filial a lo largo de la temporada, Rubén Peña, extremo recién llegado del Real Ávila, Rubén Díaz, delantero llegado del Juvenil División de Honor del Betis, y otro exjuvenil, en este caso procedente del blanquivioleta que dirigía -y dirige Luis Miguel Gail-, el central palentino Iván Casado.
A las órdenes de Gail, Casado sumó el pasado curso 2.207 minutos, repartidos en veintiséis partidos. En solo dos de ellos partió como suplente, al inicio de la temporada ambos, antes de la lesión de Samuel. Además hizo dos goles y recibió cinco cartulinas amarillas. Pero, por encima de los números, habría que destacar las sensaciones, siempre buenas.
Miroslav Djukic se llevó al Balneario de Mondariz a un central espigado, que roza el metro noventa, al que había visto varias veces en directo formando pareja con el hoy lesionado Diego Bardanca. Siempre con la cabeza alta, era la primera opción de salida en corto cuando el División de Honor trataba de hacerlo.
Más rápido que su compañero de baile, solía ser el encargado de salir al corte del punta rival. Su rol, salvando las lógicas distancia, era similar al de Marc Valiente en el primer equipo, sea Rueda o Sereno su compañero. Y este año, ya en el filial, ése sigue siendo su cometido, ser el central que saca el balón y que busca rebañar el balón junto a un Fran No de un carácter más estático.
A las órdenes de Javi Torres Gómez, Iván Casado se ha destapado como un jugador esencial. El primordial, si hubiera que destacar alguno, ya que ha sumado más minutos que cualquiera de sus compañeros, nada menos que 1.603 hasta la fecha. Por concretar: ha jugado dieciocho de los diecinueve partidos disputados hasta el momento, todos ellos de titular, salvo uno.
Al margen de las estadísticas, corrobora el buen hacer del palentino en el filial el hecho de que sea un habitual en los entrenamientos del primer equipo desde que comenzó la temporada, algo que, ante las numerosas bajas que asolan al equipo de Djukic y los problemas sufridos por Jorge Pesca, han permitido que la de Vigo sea su primera citación oficial.
El escenario no le será, pues, del todo desconocido, ya que en verano se concentró a pocos kilómetros con el primer equipo. Es más, esta noche Casado dormirá en Mondariz, el mismo lugar donde lo hizo durante varias noches estivales y donde probablemente se forjó parte de su actual momento.
Durante la estancia en Galicia, Iván Casado y Jorge Pesca formaron una pareja de centrales que ya se ha visto en las últimas semanas en el Real Valladolid Promesas. Pero, por encima de ello, Miroslav Djukic vio a un central que si bien está todavía en proceso de formación, sin duda alguna puede formar parte de su ’20+5′.
Seguro por alto, no destaca en exceso en el balón parado ofensivo. Espigado, tiene una salida de balón correcta, y su velocidad y colocación le permiten actuar en caso de necesidad como lateral derecho, algo que ha hecho esta temporada por obligación en alguna ocasión. Su salida al corte es bastante limpia y apenas es sancionado.
El entrenador principal del Real Valladolid destacó a la vuelta de la concentración en Galicia que se trata de un jugador correcto con futuro, pero que debe seguir aprendiendo. En competición lo hace con Torres Gómez y, cuando se tercia, ejercitándose con el propio Djukic, uno de los mejores maestros que Casado o cualquier proyecto de central puede tener.
Iván Casado, mañana dorsal 32, está abonado -y más que querría estarlo- al técnico serbio y a tierras gallegas. Debutó con el primer equipo en Portugal, aun cuando la estancia del plantel se produjo cerca de la ciudad olívica. Como entonces, quizá Vigo no sea el lugar donde se enfunde por primera vez la remera blanquivioleta (lo hizo ante el Beira Mar, en Aveiro), ahora en competición oficial. No por ello el abono dejará de ser a perpetuidad en su memoria; quién sabe si algún día también sobre el césped.