Carlos Bianchi, Marcelo Bielsa, Louis Van Gaal, José Mourinho, Héctor Cúper o Rafa Benítez son solo algunos de los entrenadores con los que Mauricio Pellegrino trabajó en su época como jugador.
Al principio fue Bianchi. Era capitán de Vélez cuando Bielsa volvió de México a Argentina para convertirse de nuevo en campeón. Fue compañero de Pep Guardiola en Barcelona cuando José Mourinho dejó de ser traductor por obra y gracia de Van Gaal. Vistiendo la albiceleste, del siempre intenso Cholo y de Pochettino. Trabajó para Cúper, reputado estratega, y se cambió en el mismo vestuario que Deschamps y de quien este fin de semana se enfrentará a su equipo. En los banquillos se inició con Benítez, a las órdenes de quien también estuvo. Ya como DT, como lo llaman en la Argentina, Mauricio Pellegrino, otrora ‘Flaco’, puede presumir de ser el hombre que trató con todos.
Quizá a alguno le falte Conte, Sir Alex Ferguson o Vicente del Bosque, a los que se enfrentó como jugador o técnico asistente. O Jürgen Klopp. Pero más no se puede pedir. No es necesario. La influencia de los anteriores es suficiente. Basta con saber que en algún punto de su carrera se encontró con entrenadores de tanto prestigio para entender que el que él lo sea hoy en día no es fruto del azar. Ni aun cuando departió con ellos algunos eran todavía jugadores. Pero vayamos por partes.
‘El Flaco’ jugador
Debutó el técnico che en la Primera argentina allá por 1990 con Vélez Sarsfield, donde aprendió el oficio de zaguero junto a Óscar Ruggeri y Roberto Trotta y compartió vestuario con otros jugadores del carisma del arquero paraguayo José Luis Chilavert, Martín Posse o ‘El Tiburón’ Armentano. Junto a ellos, de la mano de Carlos Bianchi, alcanzo la gloria en 1993, año en que alzó con su primer Clausura, el segundo en la historia del club.
Al año siguiente, en la segunda participación de El Fortín en la Copa Libertadores, campeonó. Como en la Copa Intercontinental, ante el AC Milan sucesor del ‘Dream Team’. Ya con Pellegrino instalado en el once, como cayeron esos títulos, cayeron un Apertura, otro Clausura, una Copa Sudamericana, una Supercopa Sudamericana y una Recopa, ya sin Bianchi. Y, entonces, llegó Bielsa.
Cuando el hoy técnico del Athletic de Bilbao volvió de su experiencia en el Atlas mexicano, aterrizó en un Vélez que corría el riesgo de morirse del éxito por la extravagancia de un presidente que perdió a Bianchi, icono del club con el que había logrado la mayor cosecha de títulos de su historia, y nunca terminó de confiar en Osvaldo Piazza, su segundo.
Aunque Piazza logró dos títulos continentales, debido al bajón en las competiciones nacionales, el dirigente Raúl Gámez se encaprichó de Marcelo Bielsa. El rosarino debía ser el encargado de relevar a los jugadores más veteranos que habían puesto a Vélez en el mapa, y vaya si lo hizo. Apostó por Sebastián Méndez, Lucas Castromán, Martín Posse, Mariano Armentano… y todo, en parte, gracias a Pellegrino.
Algunos jugadores como Raúl Cardozo Chilavert no encajaron bien los métodos de ‘El Loco’ -quién lo diría…-, pero si hubo un hombre que sí lo hizo ése fue el capitán; El Flaco. Sus charlas eran interminables -bueno, no tanto como el asado entre Marcelo y Pep Guardiola-, y en ellas Bielsa descubrió a un amante del análisis que era capaz de huir ante la prensa de tópicos y profundizar en el planteamiento de su equipo.
Total, que juntos lograron el Clausura de 1998 antes de viajar a Barcelona, el uno para jugar en el Barça y el otro para dirigir al Espanyol. Sus caminos, unidos a la par que separados, terminaron de alejarse cuando Bielsa dejó Sarriá… o no, porque lo hizo para dirigir a la selección argentina, en la que Pellegrino no tuvo trascendencia alguna, pero donde coincidió con El Cholo Simeone y Pochettino.
En el territorio de ‘El Flaco’ holandés, Johan Cruyff, tampoco brilló. Louis Van Gaal prefirió convertir el Camp Nou en una colonia neerlandesa en la que un cordobés pintaba más bien poco. Estuvo tan solo un año, en el que se cambió en el mismo vestuario que Pep Guardiola y recibió alguna que otra orden del extraductor José Mourinho.
Jugo veintitrés partidos, uno de ellos un veinte de diciembre en el que un tal Xavier Hernández anotó un gol en la portería de la zona sur del Nuevo José Zorrilla con el que salvó el ladrillo a su rígido técnico. A la postre, antes de volver a Vélez, sería campeón de Liga. El viaje, no obstante, sería de ida y vuelta, pues pronto fue reclutado por Héctor Cúper, sustituto de Claudio Ranieri en el banquillo del Valencia.
Pellegrino y Djukic
Para entonces, Miroslav Djukic, su rival de este fin de semana, llevaba ya dos temporadas en el club. El primero de sus veintiocho partidos juntos en el curso 1999/00 tuvo lugar el dieciocho de septiembre de 1999. La llegada de Roberto Fabián Ayala desplazó a El Flaco al lateral al año siguiente, a pesar de lo que Djukic y Pellegrino compartieron zaga veintitrés veces, a las que hay que sumar cuatro ocasiones en las que se cruzaron en un cambio.
El Valencia CF cambió de técnico en la temporada 2000/01, algo que perjudicó a Djukic, puesto que Rafa Benítez -con el que Pellegrino jugó su mejor fútbol- le relegó al banquillo en beneficio de Carlos Marchena. Aun así, coincidieron en el césped ocho veces y el serbio sustituyó al argentino otra.
En la campaña siguiente el conjunto de Paterna logró hacerse con el título nacional de Liga, el segundo título que los hoy técnicos lograban juntos después de la Supercopa de 1999. La situación de Djukic, no obstante, no mejoró, salvo por ausencia de Pellegrino en el tramo final de curso. Así, compartieron defensa en siete ocasiones y el hoy blanquivioleta entró en otra por el hoy técnico che.
Esta situación se agravaría un año después, el último de Miroslav Djukic con la remera valencianista, en el que jugaron juntos tres veces y en el que la salida del cordobés sirvio para dar entrada al balcánico en otra, lo que hace un total de 69 participaciones juntos y siete permutas en las que el uno dio paso al otro, habitualmente el argentino al blanquivioleta.
La influencia de Rafa
Cuando los caminos de Djukic y Pellegrino se separaron, los de El Flaco y Rafa Benítez continuaron unidos. Suyo fue uno de los goles capitales en la consecución de la segunda Liga de Benítez, frente al Real Murcia a falta de escasas jornadas para la conclusión del campeonato. Con el madrileño se sacó en Europa la espinita clavada del penalti errado tres años atrás en la final de la Champions y gracias a él se convirtió en el primer argentino de la historia del Liverpool.
Tal y como Marcelo Bielsa había advertido en sus conversaciones en la época en que ambos estuvieron en Vélez, una vez retirado, tras su paso por el Alavés, Pellegrino decidió dedicarse a los banquillos. Y lo hizo en la que es su casa, como antes lo fue en otras dos ocasiones, Valencia. Allí empezó a dirigir en las categorías inferiores antes de volver a trabajar con Rafa, primero en Liverpool como segundo entrenador ‘red’ y luego en el Inter de Milán.
Si parte de su formación la recibió durante su época como jugador (empezó a sacarse el título en 1999), de la mano de varios de los mejores entrenadores del mundo, sus tres años trabajando mano a mano con el también exentrenador del Real Valladolid le han servido como dos másters, uno en Inglaterra y otro en Italia, dos de las mayores fuentes futbolísticas del mundo.
Siempre que se le pregunta por ellos, Mauricio Pellegrino acostumbra a hablar bien de Louis Van Gaal, por más que el holandés prefiriese a Frank de Boer antes que a él, y mejor de Héctor Cúper o Marcelo Bielsa, aunque por motivos lógicos, el mayor influjo futbolístico que ha recibido es el de Rafa Benítez.
No son pocos los grandes entrenadores con los que ha coincidido El Flaco a lo largo de su trayectoria como jugador. Como entrenador, sin embargo, se encuentra en los albores, con la idea de hacer honor a su talla con un buen palmarés. Mestalla es una buena plaza para hacerlo, aunque exigente y dura; algo que no es ajeno al argentino, el técnico que de los últimos grandes trató con todos.