El Espanyol ha firmado su peor comienzo de Liga en su historia en Primera División con tan sólo un punto de los dieciocho posibles.
El Espanyol llega a Zorrilla como colista de la Primera División. Ha conseguido un punto de los dieciocho posibles. El conjunto blanquiazul afronta su peor inicio liguero en su historia en Primera División. Para encontrar una situación, tan precaria, similar a la actual hay que remontarse a la temporada 2002/03.
Por aquel entonces el entrenador periquito era Juande Ramos, Tamudo se acababa de lesionar y el equipo acababa de cosechar su cuarta derrota consecutiva, 2-0 ante el Mallorca. No obstante, el equipo, al finalizar la sexta jornada de Liga, tenía siete puntos, seis más que ahora. Ante tales números Juande fue destituido. Primero Ramón Maya y posteriormente Clemente lograron la salvación. El equipo catalán acabó la 2002/03 con 43 puntos.
A este mal comienzo se le están buscando numerosos porqués. Uno de ellos es la plantilla. Futbolistas jóvenes e inexpertos en esto de la Primera. Hay que reconocer que las bajas que ha sufrido el Espanyol este verano han sido importantes.
Jugadores de la talla de los Dídac, Weiss o Coutinho, entre otros, no se encuentran todos los días, aunque no es excusa. El conjunto de Pochettino no gana un partido desde el quince de abril de 2012 -suman ocho derrotas y dos empates desde entonces- cuando venció al Valencia por 4-0 en un encuentro en el que el conjunto blanquiazul aún contaba en sus filas con los jugadores antes mencionados.
El otro motivo es la facilidad que tiene el equipo para encajar goles en los diez minutos finales. El Mallorca consiguió los tres puntos en el 85′ y el Zaragoza en el 89′. El Levante le remontó un 0-2 en dos minutos y acabó ganando en el 93′. El Athletic de Bilbao, por su parte, logró la igualada en el 83′ en el único envite en el que los barceloneses han puntuado.
Junto a este lapso temporal, en el que más tantos encajan los blanquiazules es el primer cuarto de hora posterior al descanso, en el que han recibido ya cuatro goles en lo que va de campaña. Este instante es, curiosamente, el que mejor se le da al Real Valladolid: como en el cuarto de hora previo al descanso, los de Djukic han conseguido tres goles en esos minutos.
Zozobra institucional
Si ante una situación como esta uno se pone a buscar culpables, el primero al que señala acostumbra a ser el entrenador; también en este caso. Mauricio Pochettino, ídolo espanyolista, está viviendo sus horas más bajas desde que es técnico del club al que ofreció su mejor fútbol y su cabeza pende de un hilo. Se da la curiosa circunstancia de que tomó el mando de unos periquitos moribundos a principios de 2009, curiosamente en el Nuevo José Zorrilla un veinticinco de enero. Lejos de pesarle su debut en los banquillos, consiguió revivirlos y lograr la salvación.
Desde entonces, no había cosechado una racha tan negativa en un inicio de campeonato. Las peores, de hecho, se habían dado al final de las dos últimas campañas, en los que consiguió seis puntos de los veintisiete posibles en las nueve últimas jornadas, algo a pesar de lo cual en ambos casos lograron la salvación de un modo más bien holgado.
Esta misma semana el argentino ha sido ratificado por la directiva del club, gesto que en este mundillo acostumbra a ser antesala de la destitución. Suele realizarse para reforzar la confianza de un míster que, en el caso de Pochettino, a punto estuvo de abandonar la entidad blanquiazul hace no tanto, ya que el Valencia y la Sampdoria pujaron por él en verano. Finalmente, cuando parecía que se iría, dio una rueda de prensa para anunciar todo lo contrario, que continuaba dirigiendo una nave zozobrante.
En contra de lo que se decía que ocurriría, el lunes uno de octubre -día en que ratificó a Pochettino- el máximo órgano directivo del Espanyol anunció que no se disolvía. Pero luego llegó el martes dos y la junta dijo todo lo contrario; que se iba. Y finalmente llegó el miércoles tres y se produjo la ya nada sorprendente disolución, que llevará a la elección de un nuevo presidente -o no el próximo diecinueve de noviembre. Hasta esa fecha un órgano gestor será quien tome todas las decisiones, económicas y deportivas.
Este órgano gestor está compuesto por siete personas entre las que destaca el ya expresidente Ramón Condal, que no ha dudado en declarar que pretende optar a la presidencia, o Sergio Oliveró, exvicepresidente económico de la entidad blanquiazul. No estarán en lo más alto de la pirámide de decisión, pero sí seguirán teniendo poder de decisión en todos los asuntos del Real Club Deportiu Espanyol del Barcelona.
Ellos dos forman parte del pasado y el presente de una entidad que no atraviesa su mejor momento, ni deportivo ni económico, ya que va último en la tabla y debe dinero a más de una y dos personas –Hacienda, jugadores y empleados-. Y por si esto fuera poco, la afición periquita está que muerde, y no es para menos.
La malas gestiones económicas han provocado deudas, las deudas ventas y una inversión escasa en una plantilla poco competitiva y cuyos resultados deportivos, por el momento, son catastróficos. Todo unido, resultó inevitable que el pasado fin de semana se escuchasen en Cornellà gritos de «accionistas dimisión» y que se corearan los nombres de ídolos con sabor añejo como Tamudo, Luís García, Iván Marañón o Lodín.
Aunque se escapó parcialmente de la quema, en especial del apoyo de la directiva, no cabe duda que ‘Poche’ está en la cuerda floja. No obstante, tiene contrato hasta 2014. Su suerte, en adelante, va a depender de un órgano gestor supuestamente ajeno al club. O no. Su equipo está mostrando un juego poco vistoso, anodino; y no cosecha buenos resultados, lo que, unido a la fatiga lógica de su afición, puede hacer que un mal resultado en Zorrilla haga que la tensa cuerda rompa por el lado de siempre.
De los últimos equipos que comenzaron así la Liga, diez no sólo descendieron, sino que lo hicieron ocupando la última plaza clasificatoria. Aun así, a pesar de los malos presagios que se desprenden de las estadísticas, los periquitos intentaránn huir de una linda gatita llamada Segunda en un estadio en éxtasis después de la última gran victoria de su equipo. Allí donde todo empezó; donde todo puede terminar.