El filial blanquivioleta se impuso por cero a dos al Sporting de Gijón B en un partido sin mucho brillo, pero que le vale para sacar la cabeza del descenso

Hacer de la necesidad virtud era una obligación para el Real Valladolid Promesas en su visita al Sporting de Gijón B. Después de cuatro derrotas seguidas, debía ganar, daba igual el modo, y lo hizo, aunque sin brillo. Rompió así su mala racha, cosa que debía, y más frente a un rival directo. Quedaba la formación, por tanto, en un segundo plano, y más ante otro filial. Ganar, ganar y ganar, que diría ‘El Zapatones’. Y así fue.
Como sucede en muchas ocasiones, el conjunto de Borja Jiménez tuvo el balón, aunque durante diferentes fases del encuentro fue incapaz de crear peligro. Al menos, cabe decir, sufrió menos, en parte, posiblemente, por el cambio de dibujo por el que apostó el burgalés.
El 4-3-3 que tejió parecía llamado a potenciar las dos áreas, a pesar de que suponía retirar un hombre de ataque. Habida cuenta de que fallaba la conexión entre la media y los jugadores de delante, Jiménez dio entrada a un tercer mediocentro –Mario Robles– que favoreciera esos lazos entre las líneas y, a la vez, que fortaleciera la zona en defensa, detectados los problemas en las ayudas y en el repliegue.
Aunque el balón no circuló demasiado veloz, o por lo menos no con la velocidad suficiente como para crear excesivo peligro, esto potenció ligeramente a Renzo Zambrano, torpe en la circulación y/o manejo de balón y algo incapaz –por lo menos con su responsabilidad habitual, en el doble pivote– cuando hay que correr hacia atrás. Como interior, el venezolano entró más en contacto con el esférico y, aunque perdió balones, no fueron tantos como otras veces, y cuando lo hizo, además, tenía dos escuderos, Mario y Anuar.
Asimismo, pisó área, no con mucha continuidad, pero sí de tal modo que uno de los disparos más peligrosos del primer periodo corrió a su cargo. Eso sí, en la primera mitad, la oportunidad más franca para los blanquivioletas la tuvo José, a los veinte minutos, pero se perdió al rematar desviado un buen centro servido desde el costado por Dani Vega, en una de sus numerosas caídas a banda.
Mientras tanto, el Sporting de Gijón B lo intentó por medio de un tiro de Cyril Dreyer que golpeó por fuera en la escuadra y por un disparo de Jaime Santos al cuerpo de Julio, muy atento durante todo el encuentro. A mayores, la única sensación que dieron los asturianos de poder marcar fue en un despeje de Iván Casado que casi se cuela en su propia puerta.
El segundo periodo comenzó con un disparo de Renzo que detuvo en dos tiempos Dennis. Jaime Santos puso la réplica con otro que se marchó desviado, después de ver adelantado a Julio, y Anuar lo intentó también tímidamente.
El guión era el mismo: el Real Valladolid Promesas tocaba, pero le faltaba el chispazo que rompiera la monotonía que venía imperando. Y así transcurrieron los minutos, con algún que otro lanzamiento más a puerta sin demasiado peligro, pero que hacía presagiar que si alguien podía marcar, ese era el filial blanquivioleta.
Antes, eso sí, Julio debió responder a un susto de David Mayoral, que en el intento de repeler una acción rojiblanca casi se marca en propia meta. Y entonces, en el minuto 74, apareció José para hacer el cero a uno. Agarró el balón y se fue adentrando en la defensa asturiana, sin oposición, algo que aprovechó para tirar raso y embocar, dando así una necesaria bocanada de aire a su equipo.
Apenas cuatro minutos después, en el primer balón que tocó Caye Quintana, llegaría el cero a dos, a la salida de una falta botada por el mismo José. El talaverano, así, fue decisivo en el segundo encuentro que jugaba con su equipo desde el mes de octubre, toca vez que se venía viendo obligado a perderse los demás por estar en el primero a las órdenes de Miguel Ángel Portugal.
En los poco más de diez minutos restantes no hubo lugar a la reacción local; el Sporting de Gijón B nunca levantó los brazos, ni en igualdad ni en inferioridad. El Promesas supo dormir el envite con alguna que otra interrupción y no sufrir en defensa, lo que le dio el triunfo definitivo. Llegó, este, tras el retorno al dibujo habitual, propiciado por la entrada de Mayoral –que pudo sentenciar en los minutos finales–, aunque no se puede decir por ello que la probatura no funcionara.
Quizá al contrario. Aunque la necesidad obligó a hacer cambios y a ser más ofensivos, el filial blanquivioleta se mostró sobrio y sufrió menos con tres en el medio, por lo que habrá que ver si tiene continuidad en el próximo duelo, que será el sábado próximo a las cuatro menos cuarto de la tarde en Los Anexos ante el Pontevedra, un recién ascendido intenso, aguerrido y que galopa por los puestos altos de la tabla clasificatoria.
En esta, el Real Valladolid Promesas sale de los puestos de descenso, gracias al momentáneo cuádruple empate a diecisiete puntos. En caso de sumar la Arandina en su duelo ante el Cacereño, caería a la decimoquinta posición, empatado con Sporting B y Celta B, quienes están por debajo debido al averaje.
Sporting de Gijón B: Dennis; Sergio Menéndez, Garrido, Víctor Ruiz, Ramón; Guillermo Donoso (Juan Mera, min. 61), Cyril Dreyer (Chus, min. 65), Alberto, Álvaro Bustos; Jaime Santos y Mendi.
Real Valladolid Promesas: Julio; Deve, Casado, Arroyo, Royo; Anuar, Renzo, Mario (Mayoral, min. 65); José (Adrián, min. 81), Dani Vega (Caye, min. 74) y Toni.
Goles: 0-1, min. 74: José. 0-2: min. 78: Caye Quintana.
Árbitro: Pulido Santana. Amonestó a los locales Guille Donoso y Cyril Dreyer) y a los visitantes Iván Casado, Mario Robles y Caye Quintana.