El Real Valladolid Promesas sucumbe por la mínima ante el Izarra en un nuevo encuentro en el que fue incapaz de generar apenas peligro

El Real Valladolid Promesas sumó su tercer encuentro consecutivo sin marcar y cayó por cuarta semana consecutiva, esta vez ante el Izarra, por la mínima, en otro partido en el que no anotar fue reflejo de incapacidad en ataque por parte de los blanquivioletas.
El filial pudo acusar, o seguramente acusó, las bajas de los citados por Portugal para viajar a Lugo, aunque no es excusa, ya que en las semanas precedentes varios de ellos estuvieron y, sin embargo, aun dejando por momentos unas sensaciones buenas, los resultados no llegaron.
Por concretar: el Izarra recurrió al mismo plan que el Logroñés hace dos semanas; estar bien juntitos y esperar el error o la ocasión, sin volcarse, ni mucho menos, y cerrando líneas de pase y espacios a los que los creativos jugadores de tres cuartos de los vallisoletanos suelen acudir en busca de hacer daño. Y como entonces, surtió efecto.
Los navarros maniataron a los de Borja Jiménez hasta impedir que llegara más de una ocasión clara en la primera mitad, la que tuvo Mario Robles de un testarazo. Más allá, como suele ser habitual, el Promesas amasó la posesión, inofensivo e, incluso, con impotencia.
Impotencia porque no pareció tener fe; no se vio un ápice de ese caos al que tiende el fútbol que trata de revolucionar algo establecido como era el dominio posicional del Izarra. Dominó y no se puede negar que lo intentó, pero como un autómata. Y en estas, el rival se manejó a la perfección, sin una fisura, consiguiendo que los Mayoral, Dani Vega o sobre todo Toni, que son los más tendentes al caos, estuvieran sujetos.
Por el contrario, tampoco es que los de Sergio Amatrain se acercaran demasiado. Poco después del cabezazo de Mario al larguero, Yoel se encontró con la madera tras botar Bruno una falta lateral, en su único acercamiento con cierto peligro… hasta el gol, que llegó al borde del descanso.
En el minuto 44, un envío hacia la frontal que derivó con un servicio de cabeza para Lizarraga finalizó en un disparo inapelable del mediocentro navarro a la red. El tanto, lejos de ser psicológico, fue recibido sin alteración alguna por parte del Promesas. A esos goles se les llama psicológicos, pero el filial siguió igual, tocando y tocando, ya en la reanudación, sin nada que llevarse a la boca.
Ni siquiera las entradas de Adrián e Isma Casado alumbraron algo. Si acaso, un poco más de parte del primero, revulsivo y decisivo en varias ocasiones anteriores, incluso en la derrota, como en Aranda de Duero. Trató de dirigir el tráfico en medio del atasco, pero tampoco tuvo éxito, ya que a su alrededor no había mucho movimiento –o no de calidad–.
Para intentar dar la vuelta al marcador, los últimos diez minutos Borja Jiménez arriesgó y el Promesas pasó a defender con tres, lo que tampoco sirvió, en parte, debido a la mala lectura –otra vez– de Renzo Zambrano. El venezolano, a priori encargado de dirigir y dar ritmo al equipo, erró otra vez, ocultándose sin balón y nublándose con él, dando más de una vez vueltas sobre sí mismo más propias de una peonza.
Los blanquivioletas volvieron a estar faltos de creatividad en tres cuartos y en la media, no ya de remate, pues antes de este hay más cosas. Al menos, puede quedar el consuelo de que, si bien no se vio demasiado exigida, la defensa rayó a un mejor nivel que en anteriores encuentros, en los que diferentes errores penalizaron en exceso.
De esta mejoría fue parte y partícipe Manel Royo, quien sufrió algo en la primera mitad para contener a su par, como lo hizo en anteriores participaciones como lateral, y quien, sin embargo, creció en la segunda hasta generar la oportunidad de mayor calidad en ese periodo, en una acción en la que se fue por el costado y, sobre la cal, se fue adentrando hasta terminar con un centro-chut al que respondió Aitor.
Tal y como reconoció más tarde el entrenador del filial, la racha empieza a preocupar, ya que la solidez en casa parece haberse resquebrajado y fuera la imagen continúa siendo pobre. Pese al contagio, a pesar de que el Real Valladolid B se ha convertido en inofensivo también en casa, cabe apelar a la próxima recuperación de jugadores del primer plantel para que quienes están de relleno en este doten al segundo de una mayor fiabilidad.
La próxima semana, con o sin ellos, podría ser un buen momento para el reencuentro, pues enfrente estará otro filial, el del Sporting B. A Mareo, los de Borja Jiménez viajarán con catorce puntos y en descenso, como mínimo, en la decimoctava posición.
Real Valladolid Promesas: Julio; Deve, Mario (Isma Casado, min. 83), Iván Casado, Royo; Espinar, Zambrano; Mayoral, Dani Vega (Adrián, min. 58), Toni; Caye Quintana.
CD Izarra: Aitor; Eneko, Cabrera, Maestresalas, Cacho; Lizarraga, Yoel; Bruno (Galán, min. 59), Hinojosa, Goñi; y Pito (Garrido, min. 46) (Eguaras, min. 74).
Goles: 0-1, min. 44: Lizarraga.
Árbitro: El colegiado gallego Martínez Santos amonestó a los locales Royo, Mario, Espinar, Iván Casado y Toni, y a los visitantes Lizarraga, Yoel y Bruno.
Incidencias: Unos 500 espectadores presenciaron en Los Anexos al Estadio José Zorrilla este partido, correspondiente a la Jornada 15ª en el Grupo I de 2ª B. Temperatura muy agradable.