El soriano retorna al escenario donde clasificó al Sevilla para la Champions y donde marcó un gol con la mano a su actual equipo

Foto: Almas Sevillistas
El delincuente siempre vuelve al lugar del crimen. Este es el caso que afrontará Rodri este domingo a partir de las 19:15 de la tarde en Los Juegos del Mediterráneo. Un Rodri que parece caracterizarse por acabar recalando donde más daño produjo: puso rumbo al Almería después de derrotarlo en el minuto 93 un dieciséis de mayo de 2010, para luego, ya allí, un dos de noviembre de 2013, sacar la mano a paseo en el minuto 39 y robarle un punto a un Real Valladolid tan necesitado como aquel de la temporada 2013/14.
Sin duda, la impronta dejada por el delantero soriano en cada equipo contrario fue tan importante como para que aquel acometiera su fichaje. En el Almería arrancó de forma brutal aquella temporada para ir desinflándose poco a poco. Aun así, ocho goles en una temporada en la que quizás recibió demasiados galones. Contexto contrario al que contuvo su milagro con el Sevilla.
Así pues, pasó de villano a héroe en Almería en poco tiempo. Si en la primavera del 2010 amargaba la última tarde de fútbol al nada motivado equipo de Juanma Lillo que ya estaba salvado, en el verano de 2013 arribaba la capital andaluza de Almería con el objetivo de asentarse en Primera División tras un infructuoso paso por Zaragoza donde no gozo apenas de oportunidades.
Las dos fechas señaladas
Ya hemos señalado como un dieciséis de mayo de 2010, Rodri aupó a su Sevilla, del que era canterano, hasta la Liga de Campeones. Aquel año solo disputó un partido más con el primer equipo hispalense, con lo que sobre él no recaía la responsabilidad de hacer el gol ‘Champions’ que necesitaba el equipo, sobre todo si tenemos en cuenta que jugadores como Negredo, Kanouté o Luis Fabiano estaban por delante de él.
Sin embargo, los astros se conjuraron para que fuera él quien marcara un gol histórico, su gol más importante hasta la fecha: entró por Stankevicius en el minuto 80 con el dorsal 31. El balón le llegó a Navas por la derecha, quien apuró hasta línea de fondo y la puso en la medular del área. Allí estaba Kanouté, quien remató de forma infructuosa, quedando el balón flotando dentro del área, donde Rodri, con una espectacular acrobacia, introdujo el balón por toda la escuadra. Golazo terrible y triple voltereta. El canterano lograba el pase.
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Tiempo después, y en la misma portería del estadio de Los Juegos del Mediterráneo, llegaría uno de los goles más ilegales encajados por el Real Valladolid en los últimos tiempos junto con aquel de Mestalla y el famoso saque de banda.
El centro al área esta vez llegaba desde el costado izquierdo y en una jugada mucho menos vertiginosa. En esta ocasión, Rodri era uno de los importantes de su equipo; su titularidad y su dorsal, el ’10’, así lo reflejaban. La jugada nació de un robo de Ramón Azeez, quien abrió a banda, donde apareció Suso.
El gaditano la puso demasiado plana y Rodri solo podía llegar al esférico con la mano, y así lo hizo. Se tiró en plancha simulando un remate de cabeza. El colegiado creyó y el gol subió al marcador. Robo terrible y triple voltereta de nuevo. Ese fue el único gol del partido, con lo que el Real Valladolid cayó derrotado por culpa, en parte, de una trampa del que hoy es su delantero centro, Rodri Ríos.
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