Ninguno de los cuatro primeros equipos del Real Valladolid ha sido capaz de ganar aún fuera de casa
Foto: LFP
Cuando en el fútbol se habla del interés o querencia de que equipos inferiores jueguen igual que el primero, a buen seguro no se contempla una situación que está viviendo el Real Valladolid. Y es que, a estas alturas del curso, sus cuatro primeros equipos no conocen la victoria fuera de casa, hecho que no deja de ser llamativo si uno tienen en cuenta sus objetivos clasificatorios para la temporada. Porque, cierto es que cuantos más peldaños se bajan menor es la obligación de ganar, pero no menos que, aun así, la situación es extraña.
De la mano de Gaizka Garitano, el primer plantel ha disputado seis partidos a domicilio, y lo más que ha sacado han sido dos empates en Soria ante el Numancia (2-2) y en El Alcoraz ante el Huesca (1-1). Los cuatro restantes, en Córdoba (1-0), Ponferrada (3-0) y Palamós en liga y Oviedo (2-1) en Copa han sido derrotas.
Y lo que es peor, las sensaciones han sido bastante pobres, cayendo en una desidia y desesperación que provocó que el Pucela se quedara en inferioridad numérica en tres ocasiones: ante la Ponferradina, Numancia y Real Oviedo. Y por debajo, ha habido contagio (a medias).
El Real Valladolid Promesas, por su parte, ha disputado cuatro encuentros fuera de casa de la mano de Rubén Albés, ha perdido dos y empatado los otros dos. Empató en la segunda jornada en Burgos (0-0) y lo hizo también en Extremadura ante el Cacereño (0-0), pero en las dos últimas salidas ha caído, con suma claridad ante el Lealtad en Villaviciosa (5-1) y de manera más apretada ante el líder, el Racing de Ferrol (2-1) en A Malata.
Como ‘los mayores’, el filial también ha sufrido expulsiones, pero solo una, en el enfrentamiento de Las Callejas, en el que cayó con mayor estrépito. Fue, el partido de Lealtad, en el que peores sensaciones ofreció el segundo equipo, viéndose superado en todo momento por su rival. Lealtad al margen, en el resto de salidas ha competido mucho y bien, siendo superior a sus enemigos en diferentes momentos.
Una situación parecida vive el División de Honor de Juan Carlos Pereira. Todavía no ha ganado fuera, pero ha tenido ocasión de hacerlo. Para ser exactos, en la jornada inaugural, ante un Alcorcón que fue inferior, pero que fue capaz de rescatar un punto. Además, ha caído en Alcorcón contra el Trival Valderas (2-1) y en Vallecas ante el Rayo (2-0).
Este bagaje de un empate y dos derrotas no se ajusta con lo esperado por el Juvenil DH… aún, porque, una vez se han enfrentado a varios de los conjuntos punteros de la competición, se espera una mejora; que la cara se parezca más a la ofrecida en casa donde, como el Real Valladolid Promesas, todavía no ha perdido –el primer equipo sí lo ha hecho, en el último encuentro ante el Oviedo–.
Por último, el Juvenil B de Jonathan Prado está en una situación semejante –que no igual–, toda vez que ha cosechado una igualada y ha caído dos veces en sus tres enfrentamientos a domicilio. A la derrota en Salamanca contra el Pizarrales (3-1) le ha seguido un empate en Palencia ante el Club Internacional de la Amistad (3-3) y un nuevo tropiezo, frente al filial del Numancia (2-1; acabó con diez).
No obstante, del mismo modo que hablábamos de previsible mejora con el Juvenil A, se espera que también el B tire para arriba, teniendo en cuenta la calidad y el potencial de la generación que entrena Prado. Prueba de esta es su buen hacer en casa, donde ha ganado los tres partidos disputados por goleada: por 4-1 ante la Ponferradina, 5-0 ante el Puente Castro y 6-1 frente a la Arandina.
Por tanto, se puede hablar de un Real Valladolid con dos caras, en todos los casos: una que mejora en casa conforme bajamos un escalón y otra muy muy parecida entre los cuatro primeros equipos cuando salen de Los Anexos, la de un Pucela pobre, o cuanto menos impotente. Un mal endémico al que tratarán de poner fin este fin de semana el Promesas en Santander, el División de Honor en León (ante el Fútbol Peña) y el Juvenil B en Parquesol.