El conjunto vigués se lleva un punto de Los Anexos en el quinto empate a cero del curso. Merecido, aunque rácano

El Real Valladolid Promesas cosechó su quinto empate a cero de la temporada ante un Coruxo reservón, tacaño, que no creó demasiado peligro ni dejó crearlo. Como trabajó bien, el conjunto vigués lo mereció, aunque se puede decir que solamente el filial demostró que quería ganar.
Y sin embargo, no es que no pudiera, es que no supo, en un partido gris, como la tarde. Las dos líneas de cuatro planteadas por Rafa Sáez, bien juntas, impidieron que hubiera claridad en el juego del Promesas, cuya posesión, aunque mayoritaria, fue casi inofensiva.
No pareció que fuera a ser así en los minutos iniciales, puesto que en los cinco primeros hubo un par de disparos, de José y de Ángel –que volvía al que es su equipo después de dejar una imagen más que decente en su debut liguero con el primer plantel– que llevaron cierto peligro a la portería de Brais.
No fue más que un espejismo, ya que los de Rubén Albés empezaron a perder esa lucidez inicial a la vez que se oscurecía la tarde y empezaba a llover. Fue, la meteorología, presagio de lo que estaba por venir, o de lo que no: brillo.
Con la tarde convertida en gallega, el Coruxo se sintió cómodo, más curtido en el plano físico. Su presión, no demasiado intensa pero sí próxima, en la marca y en las ayudas, hizo pequeños a Dani Espinar y a Renzo Zambrano, que no fueron capaces de convertir su mucho trabajo en un poco de fútbol –entendiendo por fútbol su vertiente preciosista–.
Aunque por momentos Ángel y Anuar –improvisado lateral derecho– lo intentaron por los costados, como siempre, tirando de casta, pero se solapaban con los extremos, ante la falta de espacio que provocaron los vigueses. Y, por esta misma, no se vio a Caye y Dani Vega y apenas a José y Toni.
De esta manera, se llegó al descanso sin mayor incidencia por parte de ninguno de los dos ataques, más allá allá de un contragolpe, cerca de la media hora, que desbarató Iván Casado cuando Ortiz –exblanquivioleta– se disponía a encarar a Julio, en la única aproximación con cierto peligro por parte de un Coruxo impreciso, tanto en corto como en largo.
En la segunda mitad, los visitantes siguieron impenetrables. Nunca dejaron de verse unidos detrás del balón, por su vocación y por la de los locales. En un intento de cambiar las cosas, Albés introdujo a Mayoral, pero tampoco fue su día, como el del resto de sus compañeros. Una intentona de Manel Royo tras el saque de una falta fue, quizá, lo más reseñable en ataque por parte del filial.
Por su parte, el Coruxo tuvo dos ocasiones más o menos claras, una primera de Cristóbal que Julio envió a córner y una segunda de Alberto García que tuvo el mismo final: la oposición del guardameta vallisoletano. Habría servido para que los de Rafa Sáez se llevasen tres puntos inmerecidos. Con uno fue suficiente para quien no demostró en exceso que quería ganar.
Lo hizo más el Promesas, pero, bueno, ya se ha dicho, ni supo ni pudo. Se dio de bruces con una defensa impenetrable y con los propios problemas que viene experimentando para crear peligro. Al menos, una vez más, compitió, lo cual es bueno. No tanto lo es que adolece de demasiadas variantes para cambiar el signo de un encuentro desde el banco –aunque en partidos pasados este haya funcionado–.
Real Valladolid Promesas: Julio; Anuar, Iván Casado, Royo, Ángel; Espinar, Renzo Zambrano; José, Dani Vega (Mayoral, min. 61), Toni; y Caye Quintana (Adrián, min. 74).
Coruxo: Brais; Rafa Mella, Cristóbal, Cifuentes, Pablo García (Acoidán, min. 85); Raúl; Adrián, Antúnez (Alberto García, min. 80), Santi Comesaña, Pedro Vázquez; y Ortiz (Salinas, min. 78).
Árbitro: Álvarez Fernández (C.T. Riojano) amonestó a los locales Ángel y José, y a los visitantes Cristóbal, Rafa Mella,Raúl, Santi Comesaña y Cifuentes.
Incidencias: Partido correspondiente a la novena jornada en el Grupo I de Segunda B disputado en Los Anexos.