Al central de la Ponferradina, campeón de Europa sub 19 en 2011, se le advirtieron hechuras de pieza importante en el Arsenal de Wenger. Se quedó a medias

Hace cuatro años y un mes, el central Ignasi Miquel acababa de proclamarse campeón de Europa sub 19 al superar a la República Checa en una final en la que, titular, compartió césped con Morata, Deulofeu y Paco Alcácer. Era 2011, el año en el que comenzó a dejar una estela de esperanza, a originar comparaciones con otros defensores como Gerard Piqué; a apuntar a figura capitana, a medio plazo, de la zaga del Arsenal.
Inglaterra magnifica la perspectiva de los jóvenes seducidos por las sofisticadas academias de entrenamiento británicas. Clubes como el Arsenal, el Manchester United, el Chelsea o, en los últimos años, el City, despliegan un vasto dispositivo de captación de promesas cuyos tentáculos llegan hasta los campos de juego menos reconocidos.
Entre modestas gradas se cuelan miradas calmas que escrutan el talento. Sabedores de la superioridad económica de las entidades de las Midlands, proponen planes formativos sugerentes para las perlas españolas.
En esta tendencia tan acusada del trasvase entre España e Inglaterra, generalizada desde la base hasta el fútbol profesional, se movió un alto, portentoso y llamativamente técnico central zurdo de la UE Cornellà: Ignasi Miquel. Su gran año en este austero club catalán –con una de las canteras nacionales más alabadas— llamó la atención de su anterior destino durante cinco años, el FC Barcelona, como suele suceder en ocasiones con el amor: te reclamo sólo cuando te veo, al fin, feliz.
Los culés lo descartaron una temporada antes, pero Miquel no aparcó la idea de seguir jugando. Sencillamente, le gustaba. En Carrington, sede de los entrenamientos del United, lo deseaban. Igual que varios equipos españoles. Aún con quince años y una nueva oferta del Barcelona, se encontraba sumido en una red de dudas, enredada por la opinión de sus padres de permanecer en la capital condal. «Llegó la oferta del Arsenal, dije que me quería ir y me apoyaron en todo. Eso también fue decisivo para mí, para tener confianza», analiza en una entrevista a EFE.
De las dudas, la adaptación y las cesiones
Foto: edp24.co.uk
Para alguien que aún no había alcanzado la mayoría de edad, cambiar drásticamente de entorno supone, en muchos casos, un choque emocional de las mismas dimensiones. Así sucedió con Miquel a su llegada a Londres, cuando decidió tomar la misma senda que, tiempo atrás, estrenara el ‘pionero’ Cesc Fàbregas. Psicológicamente afectado, como confesó su padre. Xavier Miquel, al periodista deportivo Axel Torres, pudo deshacer lo andado y regresar a Barcelona.
No fue así, sino que, al contrario, fue madurando a gran velocidad, quizá empujado por el instinto de supervivencia. Y apoyado en sus colegas españoles, en especial en el casi olvidado Fran Mérida, quien ejerció de asidero para auxiliarlo en su aclimatación a un escenario tan imponente como los que emergen cuando las responsabilidades ya superan a la despreocupación.
Integrante del Arsenal Reserves, el filial de los ‘Gunners’, la significancia del defensor catalán fue aumentando hasta el punto de que, siendo el más joven de aquella plantilla, se hizo con la capitanía. Al mismo ritmo, comenzó a entrenar con el primer equipo, dirigido por Arsene Wenger. En enero de 2011, entonces, recibió la primera citación para sentarse en el banquillo del Arsenal, en un choque de FA Cup.
No se estrenó con la rojiblanca, aunque sí lo haría apenas un mes más tarde. Frente al Leyton Orient, en el mismo torneo, partió de inicio y completó los noventa minutos. El encuentro, finalizado en empate, obligó a un replay decantado a su favor. Ignasi Miquel volvió a jugarlo entero.
Aunque continuaba ligado al segundo equipo gooner, en los planes de Wenger emergía su nombre cada vez con más frecuencia. El campeonato europeo logrado en verano de 2011 sólo fue el preludio de una de las fechas más trascendentes en la carrera de Ignasi Miquel. Como lo memorable, que suele aparecer sin avisar, su debut en partido oficial en Premier League se produjo iniciada la temporada 2011/12.
Koscielny, central insustituible para Wenger, cayó lesionado al cuarto de hora de partido contra el Liverpool. Miquel tuvo que asumir un papel arriesgado, pues se trataba de tapar los espacios de un rival directo que visitaba el Emirates en la primera fase del campeonato. El resultado para los cañoneros fue negativo y cayeron por cero a dos.
Miquel no llegó a imponerse a los centrales fijos del primer equipo. Y nacieron las primeras intenciones de cederlo a alguna entidad de la Championship, la segunda división inglesa, tónica habitual en el Arsenal para que sus canteranos terminen de modelarse en otro lugar. Primero estuvo a préstamo en el Leicester City, conjunto con el que logró el objetivo de ascender a Premier. Para el zaguero, la experiencia con los Foxes se limitó a siete partidos de liga, cuatro de Copa de la Liga y uno de FA Cup.
Foto: elbierzonoticias.com
Sin peso específico con los zorros, tras finalizar su periodo de cesión, el Arsenal optó por venderlo a un conjunto que pretendía recobrar la categoría tan pronto como pudiera –ascendió aquella campaña–: el Norwich City. Junto a los Canaries, sin embargo, perdió más que ganó. Sólo intervino en dos partidos, ambos en las dos Copas que se disputan en Inglaterra, y descendió al equipo reserva.
Ignasi Miquel no veía más horizonte en Inglaterra. Ya poseía experiencia, más de la deseada en los filiales en los que se resignaba a jugar. Y decidió regresar. A un paraje no demasiado divergente del británico, donde un coqueto recinto, El Toralín, presenta ciertas semejanzas a los románticos estadios ingleses de barro y lluvia.
De olor a tierra mojada, socavada por los tacos de las botas, y colores plúmbeos, como gris ha sido el cielo que ha ocultado, hasta ahora, los sueños y expectativas del central de la Ponferradina.