Los goles de Roger, de penalti, y de Jonathan Pereira, sirven para vencer en Mendizorroza en un partido totalmente intrascendente

Alguno pensará que menos mal que el Real Valladolid se encuentra en Segunda y tiene al menos en el horizonte el incentivo de la promoción, porque tener que aguantar esto en Primera… Piénsalo. Sí, sí; tú que estás leyendo. ¿No conoces acaso a ningún aficionado que dice preferir cabeza de ratón que cola de león? ¿No has escuchado nunca algo así?
Así son algunos. Les gusta sufrir. Les va la marcha. Por eso se ahorraron los ánimos ante el Alavés. Bueno; entre otras cosas. El hastío transmitido por el equipo ante el Zaragoza a buen seguro también influyó. O la falta de regularidad durante todo el curso. O, para qué mentir: que el Real Oviedo se jugaba jugando a la misma hora el ascenso y, llegados a este punto…
Tienen mucho valor aquellos que viajaron a Vitoria para ir a Mendizorroza. No cabe duda; mal, antes, no lo pasarían. Pero en fin. Al menos, eso sí, pudieron festejar el triunfo, que tampoco lo vamos a pintar todo de negro. El Real Valladolid cumplió con el expediente y venció por cero a dos, gracias a los tantos de Roger, de penalti, y de Jonathan Pereira, en el tramo final.
Con lo que no pudo fue con el tedio y el aburrimiento. Tocaron algo, pero faltos de tensión, porque los noventa minutos no eran más que un trámite un tanto amargo que los dos presuntos contendientes tenían que pasar. En este contexto, el aliciente debió ser el demostrar que pueden jugar más aquellos que fueron titulares cuando no suelen, pero nada.
Jonathan Pereira apareció solo para el gol. Túlio de Melo estuvo desacertado. Jeffren sumó minutos, pero como lateral, sin sufrir, pero sin disfrutar. Omar explicó el motivo por el cual no juega más ni aun estando Mojica tan mal. Y Óscar Díaz volvió a ser solo la voluntad. Tan solo Leão dio buena cuenta de sus minutos y, sin grandes alardes, cumplió, como Chus Herrero.
Tal era la pereza provocada por el mal llamado enfrentamiento que la Liga de Fútbol Profesional, o quien sea el encargado de designar narrador, llamó a uno mal preparado, que mostró en más de una ocasión problemas de dicción y en múltiples errores graves como el no saber cómo se llama quien toca el balón –Mújica, Chus Herrera…– o el nombre del estadio donde se hace –Mendizarroza o Mendizarrotza–.
Tal cual lo pinta uno parece que todo fue malo, aunque a estas alturas ya no existe delito. Al contrario, es comprensible hacerlo como Pucela y Alavés lo hicieron. Si los blanquivioletas ganaron fue porque le pusieron una pizca más de ganas, tampoco muchas, y porque tienen mucha más calidad, cuestión concluyente a la hora de acertar de cara al gol; ellos lo hicieron, los gasteitzarras no.
Hablando de calidad: a Alfaro le sobra, como demostró en los minutos que tuvo al final del encuentro, en los que se resolvió como punto más positivo de la tarde –para algunos, no pocos, en franca disputa con el ascenso del ‘hermano’ Oviedo–. Cabe esperar que contra la Llagostera vuelva a jugar, que tenga más minutos y que se confirme, entonces, como fichaje de lujo para la promoción, como un Hernán que descansó.
Es importante, no cabe duda, el descanso del guerrero. La derrota ante el tedio se perdonará siempre que del play-off salga triunfante. Con la falange al completo: además del guaraní, Mojica se queda también en Valladolid. Siendo así, ya estamos todos; solo falta el ascenso.