Jonathan Pereira completa la exhibición del año en Segunda División y ajusticia al Mallorca con un ‘doble-doble’: tres goles y dos asistencias

En el argot baloncestístico, normalmente se dice que cuando un jugador está de dulce puede tirarse hasta las botas, que hasta las Air Jordan le entran. Lo hizo hace algo más de nueve años Kobe Bryant en el Staples Center, para irse hasta los 81 puntos contra Toronto Raptors. Y lo hizo Klay Thompson hace un par de noches, en el Oracle Arena de California, ante Sacramento y durante el tercer cuarto, en el que anotó 37 puntos.
La actuación del escolta de Golden State, que hizo 52 puntos en total, fue, con casi toda seguridad, la mejor actuación individual de la temporada en la NBA. Y sin la necesidad de un ‘doble-doble’ como el que sí firmó Jonathan Pereira en el Iberostar Estadi; también, el mejor papel principal del curso, en su caso, en la Segunda División del fútbol español.
En poco más de cuarenta minutos, la ‘hormiga atómica’ dio un señor recital que, traducido en números, supuso tres goles y las dos asistencias que dio. Traducido a sensaciones, supuso una actuación sin parangón en la categoría, capaz de borrar de un plumazo el mal inicio y dejar en mera anécdota el gol inicial de Marco Asensio.
En caliente, cualquier análisis global que se quiera hacer del partido es vano. Todo queda oculto detrás de los apenas 166 centímetros del atacante gallego. La actuación del propio Marco Asensio también, como la de DeMarcus Cousins y sus 28 puntos del viernes ante los Warriors. Aunque, si es por enfriar las cosas y buscar ponderar, una cosa se puede sacar en claro: Pereira y Óscar sonríen igual.
¿Qué quiere esto decir? Que tienen ambos la misma risa canalla, la misma picardía. Ven el fútbol de un modo parecido, como semejante ven el basket Thompson y Stephen Curry, al alimón ‘The Splash Brothers’. Ellos dos dominan desde el petrímetro al mejor –y, de largo, el más divertido– equipo de la NBA. Ellos dos gobiernan con guante de hierro aterciopelado la competición, como anhelan hacerlo ‘The Smile Byvers’.
Óscar González fue nombrado mejor jugador de Segunda en diciembre. Stephen Curry ha sido el más votado para el All Star Game 2015, que se jugará en Nueva York. En el que estarán Pau y Mar Gasol, como titulares. En el que debería estar Klay Thompson. Y en el que, si por este partido fuera, aparecería Jonathan Pereira después de tamaña exhibición.
Un gallego en la luna
Precisamente Óscar se asoció con el vigués en el cuarto y en el quinto, con habilidad, precisión y belleza. En el primero, en el segundo y el tercero lo hizo Mojica, que es un complemento tan aseado y tan socorrido que parece un Rexona de bolsillo, pues nunca (o casi nunca) abandona.
Pero volvamos a la hormiga atómica. Meu, de qué planeta viñeches? Dirá algún sabiondo con sorna y presteza que del Rayo Vallecano. Pero, ¿de verdad lo estaba? ¿De verdad estaba allí escondido, mano sobre mano, sin hacer nada?
Viendo el juego desplegado ante el Mallorca cuesta creerlo. Parece más bien como si viniera de la luna lo más cercano [nota: no confundir el satélite con la discoteca de puretas que hay a las afueras de Pontevedra].
Llegados a este punto, cabe preguntarse si tiene Braulio Vázquez más éxito que Paco Lobatón en aquello del quién sabe dónde. Que no es que sorprenda, porque sí, ya lo decía la canción, gallegos hay hasta en la luna, y entre ellos –nosotros– se huelen –nos olemos–, pero… Qué fichaje tan atinado, parece, o pareció ante una zaga, la bermellona, sobrepasada; sin insecticida que secase a semejante bicho.
El caso es que cuando Jonathan Pereira se retiró del verde pasto, tras completar la mayor exhibición que recuerda la Segunda División en mucho tiempo, debió aplaudir no solo la grada del Iberostar, sino hasta la de Riazor, pues seguramente en su Depor no hayan visto nada igual en años. Así de suficiente fue el vigués, que mereció una despedida atronadora hasta de La Coru, aun cuando por todos es sabido que Portugal y Turquía son enemigos íntimos.
Una vez abandonó el terreno de juego, hubo poca historia. Un tiro al palo de Marco Asensio y poco más. No estaba ya el Mallorca para muchas ensaimadas, ni tampoco ofreció mucho más el Real Valladolid, que empezó errando atrás, y cuyas dudas se disiparon gracias a un gallego –qué ironía– que se vistió de hormiga atómica de procedencia desconocida.