Rubi y Rubén de la Barrera tendrán que afrontar sus partidos de este domingo sin André Leão y Ayub, sus pilares en el centro del campo
En el mismo instante en que se conoció que la amarilla que vio André Leão en La Romareda le impedirá disputar el encuentro ante el Deportivo Alavés por tener que cumplir ciclo de amonestaciones, se cernió una duda en torno al planteamiento que tan buen resultado ha dado en los dos últimos partidos. ¿Qué hará Rubi? ¿Ahondará en el plan y repetirá, a pesar de no contar con ‘El León de Freamunde’? ¿Volverá al plan inicial, a esbozar un 4-2-3-1?
El entrenador catalán reconoció la alternativa actual como válida, pero no única. El 4-3-3 ha funcionado las dos veces que el Real Valladolid ha jugado desde el inicio con ese dibujo, pero ello no lo convierte en verdad absoluta. De hecho, dado el estilo que prioriza el Alavés fuera de casa, más defensivo, y que Rubi adapta a las características y condiciones del rival a su equipo, quién sabe, incluso con el luso disponible, es probable que no usase otra vez a los tres medios.
Volviendo a ser el Pucela primigenio, uno se podía –y se puede– imaginar un doble pivote encargado de hilvanar y hacer llegar el balón a Óscar, que volvería a ser un enganche puro, escoltado por dos alas y con un nueve por delante.
La renuncia a jugar con una referencia ha permitido al salmantino contar con unos espacios mayores para moverse. Asimismo, permite y fomenta la aparición en el área de los dos extremos. El ataque es más profundo y dañino porque los atacantes llegan, y no está. Vistas estas credenciales, ¿qué tipo de nueve convendría? Uno que se ajuste a esta nueva forma de operar.
La necesidad de espacios que presenta Óscar resuelve que es mejor que los extremos sean ‘naturales’. Y que el punta pique al espacio, que no sea tendente a descolgarse a la zona de influencia del diez. Ha de dar prioridad al desmarque de ruptura, y no al de apoyo; debe estirar el campo y acercar a los defensas a su puerta, y no tanto hacerlo él a sus compañeros. Y para eso, nadie mejor que el recién llegado Jonathan Pereira.
Pero, decíamos, no debemos descartar que se mantenga el dibujo. No obstante, ese supuesto conllevaría un riesgo: no contar con un sustituto natural en caso de problemática. Y, además, hay que recordar que Lluís Sastre ha tenido molestias físicas en las últimas semanas, por lo que a priori parece desaconsejable, y más cuando, como analizaremos después, el Promesas no ofrece mucha alternativa.
Si aun así Rubi quisiera optar por esta opción, Álvaro Rubio parece el más adecuado para jugar de ‘cinco’. Fue cabecero el día que no estuvo Leão, en Albacete, y tácticamente, es lo más parecido al portugués, aunque físicamente está lejos de él. Su rol actual lo cubriría Sastre, cuyo dinamismo podría convertirle en ‘barredora’. Timor, en todo caso, mantendría su actual cometido, de apoyo, desgaste y llegada.
La media del Promesas, aún más mermada
El crecimiento del centro del campo del primer equipo ha venido del movimiento inverso al producido en el del filial. Allí donde Rubi ha dado entrada a un tercer hombre, De la Barrera lo ha retirado para afianzar el doble pivote.
El sufrimiento del Real Valladolid en las transiciones tras pérdida parece haber pasado a mejor vida con el cambio de dibujo, algo que le ha sucedido también al Promesas, pero por motivos distintos. El Pucela ahora sufre menos porque el nuevo dibujo introduce un hombre más en la zona media del repliegue. Y, curiosamente, el filial, pese a haber prescindido de un tercer centrocampista en pos de un mediapunta nato, también.
La salida lavolpiana que ahora se ve en Zorrilla era un habitual en Los Anexos a principio de curso. Y no supone un grave problema por la proximidad de los dos mediocentros que están en una segunda altura. En el caso del Valladolid B, sin embargo, sí era un problema, porque la vocación ofensiva de estos medios les alejaba de la salida de balón y cada pérdida de balón se convertía en un ataque franco contra tres defensores.
Con el paso de las jornadas, y ante la ingente cantidad de ocasiones que su equipo concedía, Rubén de la Barrera decidió prescindir de este riesgo convirtiendo al ‘ocho’ –medio llegador– en un ‘diez’ definitivo. La salida, hoy, ha sido matizada, y el cambio de contexto ha provocado que el eje, el jugador contextual, ya no sea el juvenil Mario Robles, sino Ayub.
Sin renunciar a una salida de balón depurada y desde atrás, el Promesas ha modificado ciertos automatismos, fruto del uso doble pivote. Dani Espinar, Anuar, Mario o Fran No, el que juegue como defensivo, todavía se acerca a la salida, pero ya no es parte indispensable de esta, sino un apoyo y, a la vez, un escolta.
La entrada definitiva del genio de la lámpara en el once titular ha permitido al equipo sentar unas bases sólidas que se alejan de ese otro partido del principio de curso, cuando se partía en dos por la impronta atacante Toni y Jorge Hernández. Sin embargo, y tras la expulsión de Ayub contra el Murcia y durante los próximos cuatro partidos, su entrenador deberá elegir entre insistir o volver la mirada atrás.
Rubén de la Barrera, como le pasa a Rubi con Leão, no tiene otro jugador como Ayub. Lo hay dinámico, como Anuar, organizador, como Dani Espinar, o creativo, como Toni o Jorge, pero no uno que sea todo uno. Esto no debe desmerecer la calidad de ninguno, pero sí abre una duda. ¿Cuál es la mejor opción para sustituirlo?
Siguiendo la fórmula del éxito reciente, De la Barrera podría optar por solo cambiar un nombre, sin modificar el dibujo. En ese caso, todo parece indicar que Dani Espinar podría retornar a la titularidad semanas después de perderla en beneficio de Fran No, que tampoco estará contra el Astorga, también sancionado.
Ante este escenario, y continuando con el actual 4-2-3-1, podría darse más o menos por sentado que Dani Espinar y Anuar serán los titulares contra los maragatos. Con todo, cabe también otra posibilidad, la vuelta de Mario Robles, con quien, quizá, podría volver a aparecer en liza el 4-3-3 del inicio del curso, en la que bien Jorge o bien Toni actuarían como ‘ocho’.
Como cualquiera de estos dos puede acercarse igualmente a la creación, y para preservar la fórmula que ha llevado al éxito, cabe pensar que quizá De la Barrera apueste por la continuidad, con independencia de los nombres. O quizá, quién sabe, podría volver la vista atrás, como podría hacer Rubi. Sembradas las dudas, hay una certeza: los dos técnicos manejan alternativas, cuya eficacia ya ha sido probada.