Estadio Nuevo José Zorrilla. Martes, seis de la tarde. Da comienzo una nueva jornada de liga, y los jugadores del Real Valladolid y Alcoyano comienzan a dar sus primeros trotes. La grada presenta una apariencia fría, desangelada. Demasiados claros, casi como si se tratase de un partido a puerta cerrada. Incluso se pueden percibir las indicaciones de los jugadores en el terreno de juego. En petit comité.
Esta historia aún no se ha cumplido, si bien no parecería sorprendente que así ocurriera el próximo martes. El detonante no ha sido otro que la elección de los horarios para la fallida primera jornada liguera en segunda división. A causa de la huelga de futbolistas, se trasladó a los días 25 y 26 de octubre.
Las secuelas se están dejando sentir tanto en el conjunto blanquivioleta como en otros compañeros de categoría (sin ir más lejos, el Almería recibe al Nàstic el miércoles a la misma hora). Pero son los aficionados a quienes les escuecen más las heridas. La grada es unánime: no le parecen adecuados los horarios de liga para ver fútbol.
Y es que, pueden provocar que los seguidores acudan en menor número al estadio. «No hacen más que ponerlos de noche, y así no se puede. La gente acude muy poco al estadio. Y así es imposible», dijo Guillermo Galindo, joven aficionado del equipo pucelano. «Los horarios me parecen penosos. Al final van a conseguir que haya más gente sobre el césped que en las gradas», advirtió Ignacio Maroto.
Los equipos modestos, cuyos ingresos no representan ni una aguja en el pajar de Real Madrid o Barcelona, verán mermada su economía si pierden la afluencia de un público que no puede asistir a los partidos o prefiere verlos desde el televisor, como piensa Luis Urtiaga: «Los horarios me parecen muy mal, porque los equipos de segunda no van a tener abonados y es de lo que viven. Van a echar a todo el mundo». Y de esto tienen una notable responsabilidad las propias entidades deportivas. «Los clubes han vendido su alma al diablo».
Algunos seguidores del Real Valladolid piensan que la televisión mueve los hilos de una marioneta llamada LFP. «Sólo hacen los horarios para la televisión, no para el aficionado», sentencia Enrique Santos. Mientras que otro hincha, Luis, opina que «las televisiones son las que mandan en el fútbol, ahora mismo». En referencia a los horarios, manifiesta que «los impone la televisión» y, al final, los aficionados son quienes terminan padeciendo el negocio ajeno.
A las seis de la tarde de un martes resulta factible que muchos abonados al conjunto blanquivioleta estén en sus puestos de trabajo. «La gente que trabaja no puede venir, y cuando compras un abono es para venir en un horario normal», opina Marina en los pasillos interiores de Grada Norte.
Pese al intento del club presidido por Carlos Suárez por cambiar la hora del partido, la LFP hizo oídos sordos. La réplica del club a la imposición consiste en la entrega gratuita de dos entradas por cada abonado. El objetivo, rellenar el martes las ‘calvas’ que presumiblemente habrá en el José Zorrilla. Si el aficionado no asiste al encuentro frente al Alcoyano, tendrá la posibilidad de retirar las dos entradas de cara al choque frente al Xerez Deportivo, correspondiente al primer fin de semana de noviembre.
La iniciativa, en líneas generales, ha sentado bien entre el aficionado. «Es una buena iniciativa porque así la gente va más al estadio, y como las entradas son gratis, se llena más», cree Guillermo. Similar opinión alberga Luis Urtiaga: «Está muy bien hecha porque, de esta manera, van a intentar que haya un poco más de gente de lo normal». Ignacio considera que «es un acierto para el que no pueda venir», en relación a la posibilidad de adquirir dos invitaciones para ver al Real Valladolid contra el Xerez, si no se retiran las pertinentes para el partido ante el Alcoyano.
Sin embargo, existen dudas acerca de su éxito. «Es una forma de incentivar a la gente, pero creo que no va a tener repercusión. Creo que va a venir la misma gente que viene todos los días», declara Enrique. Y no a todos los socios les convence la iniciativa. Marina es una de ellas: «Me parece mal porque no se beneficia al socio, sino a la gente que no es socia y no compra su abono. Sería mejor que me rebajaran el 10% o el 20% el año que viene». Luis, situado en la opinión de Marina, antepone la buena cara del estadio a su desventaja respecto al no abonado. «No me parece bien en cuanto a que soy socio y pago religiosamente, pero sí todo va en función de llenar el campo, tampoco pasa nada».
Con independencia del molesto horario, los asientos blancos y morados seguirán poblándose por jóvenes sin facultad o colegio, o por personas que no puedan trabajar. Aunque muchos de esos asientos esperarán solitarios a su dueño. Un dueño que pasará el partido en su puesto de trabajo, o a kilómetros de distancia, o estudiando, pero que no podrá ver en su estadio al Real Valladolid.