La SD Compostela se lleva los tres puntos de Los Anexos después de que el Promesas perdiera el norte en la segunda mitad, después de un buen primer periodo

«Juventud, divino tesoro», reza el dicho, con acierto, pues es en esos años en los que más cosas descubre uno. El primer beso, el primer amor, el primer corazón roto, el corazón roto por primera vez. Y no solo eso. Es –o se le presupone– el momento vital, más o menos duradero, de mayor plenitud física. Un proceso de aprendizaje mayor que ninguno, que choca con otro refrán, aquel que dice que «más sabe el diablo por viejo que por diablo».
Hay ocasiones en las que la propia juventud se convierte en hándicap y entierra el tesoro. La falta de experiencia a la que alude el segundo aforismo puede provocar que quien lo tiene todo acaba teniendo nada, pues, con los años, es la torpeza, y no la falta de bagaje lo que tira al traste con los sueños, las mieles o el cariño. Y, si hablamos de deporte, que el diablo haga su aparición triunfal en forma de rival.
Y así, entre proverbio y proverbio, entre el significado de uno y otro, transcurrió el encuentro entre la SD Compostela y el Promesas.
El filial del Real Valladolid cuenta con el descaro del que es joven, por plantel y porque su técnico es, de por sí, echao pa’lante. Y si además se tiene en cuenta que, como diría la canción, vive «enamorado de la moda juvenil»… El caso es que su equipo no tardó en hacerse con el dominio, del marcador y del cuero. Prueba de ello es que ya en el minuto tres iba ganando, merced al derechazo de Javi Navas desde la frontal.
Después puede decirse que pagó la novatada, aunque lo más sincero sería decir que pagó por perdonar, ya que dispuso de varias oportunidades francas para irse por lo menos con una renta de tres goles al descanso. Ángel tuvo dos ocasiones claras –la que más, una vaselina que se fue ligeramente desviada– a la media hora y Guille Andrés envió un balón a la cepa del poste al borde del descanso.
Los blanquivioletas fueron amos del esférico en el primer periodo, aunque el Compos trataba de robar bien arriba y llevar peligro a la meta de Dani Hernández. No lo lograron, aunque sí lo harían en la segunda parte, en la que los locales acabarían siendo un manojo de nervios, incapaces de dominar prácticamente ninguna situación del juego.
El caso es que habían jugado bien en los primeros 45 minutos. La solidez de Mario Robles resultó clave para sostener el dibujo, ya que era el ancla entre las dos partes del equipo. Cuando tocaba defender, se incrustaba de nuevo como un zaguero más, hasta formar una línea de cinco, y, cuando el balón rodaba del pie de un vallisoletano a otro, se adelantaba hasta bosquejar un 4-1-4-1 disfrazado a veces de 3-3-3-1.
Así quiso ser también tras la reanudación, aunque el rival también juega, y este era perro viejo; a priori, uno de los gallos de la categoría, como luego diría De la Barrera en rueda de prensa. El gallego trató de anticipar el arreón compostelano dando entrada a Anuar para que ayudara a contenerlo, pero de nada sirvió. Yosu, a la hora de encuentro, logró empatar.
Bien es cierto que no tardó en responder el Promesas, por mediación de Guille Andrés. Aunque el resto del envite ya parecía escrito, sobre el renglón irregular de un filial al que, no conforme con fallarle la puntería, le falló también el pulso, y gracias a que el Compos estuvo firme como el maestro de escuela.
Como perro viejo también muerde, ellos lo hicieron, provocando el fallo de Iván Casado que acabaría en el segundo tanto visitante, anotado por Manu Rodríguez a puerta vacía. Y, por redundante que suene, perro viejo no solo muerde, sino que también perrea, por eso a falta de un cuarto de hora aprovecharon la candidez de la defensa blanquivioleta para hacer el tercero, logrando sacar así partido a la falta de concentración de Dani, perdido en batallas absurdas.
El botín acabó en peregrinaje a Santiago porque la SD sí supo focalizar el objetivo. Tiró de oficio para evitar que se jugara más e incluso provocó lo que Dani había intentado en varias ocasiones, desquiciar al rival, para el caso, Brian, que acabó expulsado por perderse también en una cruzada quijotesca. En definitiva, y como decíamos ayer, los puntos se fueron de Los Anexos no por falta de fútbol, sino porque el Promesas convirtió su juventud en pecado, algo que, por otra parte, sucedió por primera vez en lo que va de curso.
Real Valladolid Promesas: Dani; Carmona, Ramiro, Iván Casado, Mario (Teto, min. 75), Brian; Javi Navas (Anuar, min. 50), Jorge Hernández, Toni (Dani Espinar, min. 64), Ángel; y Guille Andrés.
SD Compostela: Ramón; Catú, Alcañiz, Portela (Yosu, min. 46) (Borja Navarro, min. 68), Jimmy; Marcos Rodríguez; Manu Moreira, Teles, Fondevilla (Manu Rodríguez, min. 61), Jordan; y Quim Araujo.
Árbitro: Gorostegui Ortega (C.T. Vasco) expulsó a Brian en el minuto 87 con roja directa. Amonestó a los locales Mario, Toni e Iván Casado, y a los visitantes Portela, Tales, Quim Araújo, Borja Navarro y Jimmy. Asimismo, amonestó al entrenador visitante, Iñaki Alonso, por protestar.
Goles: 1-0, min. 3: Javi Navas. 1-1, min. 60: Yosu. 2-1, min. 63: Guille Andrés. 2-2, min. 65: Manu Rodríguez. 2-3, min. 74: Borja Navarro.
Incidencias: Partido correspondiente a la cuarta jornada del Grupo I de la Segunda División B, disputado en el césped artificial de Los Anexos al Nuevo José Zorrilla, en una mañana de temperatura muy agradable y ante unos 400 espectadores.