Los jugadores del Real Valladolid Promesas partieron hacia tierras gallegas con el objetivo de regresar con el ascenso bajo el brazo. La meta estaba cerca. A pesar de haber recorrido un camino lleno de obstáculos, los chicos del filial han hecho sus deberes.
Todo trabajo tiene su recompensa. El Promesas ha sido un equipo tanto dentro como fuera del campo. En los momentos más difíciles, la unión ha prevalecido por encima de otras cosas.
La juventud no ha supuesto un problema a la plantilla del filial. Los más veteranos han tirado de los noveles y les han guiado por el camino correcto.
Muchos salían de sus casas por primera vez para vivir de su pasión, el fútbol. A lo largo de la temporada han sufrido problemas económicos, que el Real Valladolid ha intentado subsanar de la mejor manera posible. Los cobros no se producían y algunos lo pasaban mal para poder llevar una vida normal. Tocaba apretarse el cinturón. El que espera y es paciente al final tiene su premio.
Las dificultades que han tenido que pasar no perjudicaron el juego del equipo, por suerte para todo el plantel. Todos son parte importante de este ascenso. Unos por lo demostrado en el campo y otros por la profesionalidad fuera de él. Claro está que la clave se encuentra en los que han cumplido esos dos requisitos. Siempre hay jugadores que destacan por encima del resto, pero no necesariamente eso se plasma sobre el césped.
Pero todo esto no habría sido posible sin el comandante de la nave. Javi Torres Gómez no solo ha ejercido de entrenador, sino también como psicólogo. En los momentos más complicados de la temporada ha sabido mantener la intensidad del grupo. El objetivo era entrar en play off. No sabía lo que se iba a encontrar en la fase de ascenso, así que decidió dar minutos a todos sus jugadores. Las rotaciones le han servido para ver quién llegaba mejor a este tramo final.
Manejar un vestuario joven no es fácil, pero la plantilla del Promesas ha demostrado una veteranía inesperada. El entrenador madrileño ha impuesto su ley y los jugadores han seguido sus instrucciones. Todos han llegado hasta aquí por el mismo camino. La unión y el buen rollo ha sido otra de las claves. Cada uno se ha sentido parte importante del equipo. Trabajo conseguido por parte de Torres Gómez y el resto del cuerpo técnico.
Han logrado el mayor triunfo de este curso para devolver al filial blanquivioleta a la Segunda División B. Promesa cumplida y objetivo conseguido. Ahora toca disfrutar y empezar a pensar en bronce o -quién sabe- en plata.