El gol de Rukavina permite al Real Valladolid seguir haciendo cuentas en pos de la permanencia
Las cuentas de la lechera que a orillas del Pisuerga se vienen sucediendo contaban el partido frente al Espanyol como una victoria segura. Y sí, la victoria se produjo, pero siendo francos, hay que reconocer que, al menos, el Real Valladolid no hizo muchos más méritos que el conjunto ‘perico’ para llevarse los tres puntos. Por no decir algo peor.
La falta de una idea clara volvió a ser lo que predominó en el juego de los de Juan Ignacio Martínez. Sin capacidad para sacar el balón jugado, tampoco las peinadas de Manucho fueron aprovechadas. Con lo cual, el Espanyol se hizo el dueño del juego en muchísimas fases del encuentro.
Llegó el gol salvador de Rukavina. Ese gol que solo puede producirse jugando en casa. Esto es tan cierto como ciertos datos que alumbran de gran forma el rendimiento del equipo pucelano en Zorrilla. El equipo blanquivioleta ha logrado el 74% de sus puntos en casa (26 de 35), con lo que queda bastante arropada la idea de que solo en casa podía entrar ese disparo del lateral serbio.
El aficionado blanquivioleta este año en casa no ha sufrido tanto como podría parecer, y es que el Real Valladolid lleva diez partidos consecutivos sin perder en casa, cosa que no sucedía desde la temporada 2000-2001. Parece increíble este dato conociendo la situación del equipo, pero es que, además, el equipo de Juan Ignacio Martínez lleva doce partidos en esta liga sin encajar gol, su mejor registro, hasta la fecha, desde la temporada 2002-2003. Todo ello, contando las temporadas que el equipo ha jugado en Primera División.
Datos, que se convierten en solo eso, datos. No dejan de ser números y registros, pero a estas alturas es a lo que nos debemos aferrar. Debemos aferrarnos a las cuentas que vayamos sacando, partido a partido, sí, pero desde hace unas cuantas jornadas venimos jugando en varios campos a la vez, haciendo y deshaciendo pronósticos porque los números, las cuentas, no nos salían.
De momento, el gol de Antonio Rukavina permite seguir con la calculadora en las manos, expectantes a los demás. La derrota habría sido el fin, pero la victoria no es más que el comienzo de un final agónico. Que se cante la línea no significa que se cante ¡Bingo!