Jesús A. Zalama sueña con alcanzar cotas europeas, aun cuando la UEFA ha denegado, en principio, la licencia para disputar sus competiciones.
El menor bien es grande en casa del pobre, quien deja de soñar que padece su miseria y pobreza cuando este llega. El Real Valladolid, en este caso, cierra su función a falta de tres actos para que esta liga cierre el telón.
Esta prontitud venía tiempo atrás anunciada, y aunque a muchos nos costase el ser dadivosos con euforias exacerbadas, siempre supimos que el camino ya pavimentado ofrecía más descansos que espinos a unos soldados de Djukic que cumplíam y carburaban con la misma perfección con la que se adaptaba a las inclemencias de una categoría aliada en ciertas ocasiones y verdugo en muchos trágicos finales.
Una vez templados los nervios, terminados los deberes y asimiladas las celebraciones, es hora de desmelenar instintos que pudieran parecer tiempo atrás poco menos que tabúes. Señores, soñemos, que la Liga es sueño.
Sueño porque cronológicamente todavía podemos disfrutar de un summum de un calibre inimaginable. Nos restan tres purgatorios para alcanzar el cielo, pero en cada uno de ellos nos espera, en una escala ascendente, un premio que se debe perseguir y soñar ahora que no hay miedo al vacío: Europa.
La primera parada de nuestra trilogía nos lleva a tener que calzar la alfombra a un FC Barcelona campeón de liga en los prolegómenos del encuentro en el Camp Nou. Esa debe ser la única concesión que hagamos ese día. Europa nos llama y hay que atenderla, no debemos dejar su voz en un eco perdido. Además, muchos de los que nunca habían visto a este equipo asegurar su permanencia tan temprano, tampoco se acuerdan de la última machada blanquivioleta en Barcelona. Ellos también lo merecen.
Mucho que ganar, nada que perder, y por difícil que parezca le empresa, el intento es gratis. Si la gesta se logra, nuestro sueño entrará en una fase REM en medio de la cual recibiremos al Celta en el último partido en casa de esta temporada. Si no despertarnos es suficiente aliento, el poder zanjar disputas pretéritas enviando a los gallegos al infierno es aún mayor premio. Zorrilla en pie y a seguir soñando.
Si nadie nos sacude hasta el momento, llegaremos al Ono Estadi a plantar bandera en Europa, contra un Mallorca presumiblemente ya descendido para entonces. Habrá que dirimir el antes y el después.
A todos estos envites hay que acudir con la misma predisposición que ilusión. No podemos quedarnos solo con las ganas de intentarlo. Lo cumplamos o no, siempre es recomendable obrar bien, no sea que el destino nos depare una recompensa que no se gane solo con ilusión, sino también con ambición.
Pudiera parecer esta cábala una ilusión, una sombra o una ficción, pero mientras de nuestros sueños seamos dueños sé que lo que queda de liga es sueño, y los sueños, sueños son.