Jesús A. Zalama defiende al guardameta ‘vinotinto’ después de su gran actuación del domingo.
Poquito para el fin del encuentro en Vallecas cuando Dani Hernández salva dos puntos con una parada digna de enmarcar, pero que, sin embargo, no aparecerá en ningún resumen de breve formato. Mejor dicho, del único formato posible para un equipo como el Real Valladolid con la actual coyuntura informativa en el ámbito deportivo.
Uno a dos, victoria y tres puntos más en el zurrón. Pero es conveniente señalar como algunos nos hemos tenido que tragar nuestras propias palabras, ya no impresiones, sobre este venezolano que no deja indiferente a nadie.
Es totalmente lícito, moralmente hablando, el criticar o señalar a cualquier jugador de tu equipo cuando no lo hace bien, ya que para eso son tus colores o tu trabajo, ya sea por su rendimiento o actitud. Pero últimamente estamos viendo sobre la figura de Dani Hernández una lapidación crítica y una crucificación informativa muy alejada de cualquier imparcialidad o sustento lógico.
A mi modo de ver, es muy triste el acoso que viene recibiendo el guardameta ‘vinotinto’ partido tras partido. En ellos se encuentra entre palos, y después es clavado en ellos. Menos mal que él lleva los guantes del Pucela y así no sufre tanto…
Este acoso mediático está empezando a ser infundado y demagogo. Dani Hernández ofreció en sus inicios esta campaña tantas dudas como generaba Jaime, pero se ve en él una clara progresión, y esta no es tenida en cuenta a la hora de comentar sus actuaciones, sus errores o aciertos. En las salidas por alto ha experimentado una mejoría notable tanto en el aspecto mental como técnico. Ya no da siempre dos pasitos para adelante y dos para atrás en los corners y faltas laterales, como poseído por el espíritu de Ricky Martín.
Ahora cuando sale, busca con sus puños el balón, acabe estando acertado o no, y ese progreso es también un desbloqueo mental. Con el pie está empezando a conocer sus limitaciones, y no seré yo el que diga que no trabaja para mejorar ese aspecto. Además el domingo en Vallecas pudimos confirmar una vez más que de reflejos anda sobrado.
Dicho lo cual, ¿cuál es el propósito de las personas que no conceden tregua a Dani? Pudiera ser el generar un debate sobre la portería, o vaya usted a saber qué. De lo que estoy seguro es de que se escudarían, en el caso de ser preguntados, diciendo que buscan lo mejor para el equipo, entendiéndose por ello el buscar el mejor arquero para defender la meta del Real Valladolid, aunque quizás no comprendan que por sus bocas propinan dardos envenenados contra su propio equipo.
Crucificando a Dani, como si de Jesucristo se tratara, nos crucificamos a nosotros. Ni mucho menos hay que callarse lo que uno opina, y para ejemplo yo mismo, pero todo tiene un límite, y en este caso el que se ha transgredido es el de la verdad; a día de hoy Dani Hernández es nuestro portero, y no es un portero #lamentable.
Aplaudámosle por la intervención que nos salvó dos puntos el otro día, y no hagamos que entone algo parecido a: «Qué más da si al final todo me sale siempre bien, del revés», porque, ¿cuánto más necesita convencer?