Los equipos de fútbol necesitan aunar perfiles de futbolistas de todo estilo y color, en la búsqueda por el equilibrio que permite sacar el máximo rendimiento de la plantilla. Djukic lo sabe, y por ello asintió con la cabeza cuando nació el nombre de Lluís Sastre (Binissalem, Mallorca, 26 de marzo de 2986) de la boca de la secretaria técnica.
«Necesitamos el mediocentro silencioso que quiera tratar el balón, que busque distribuirlo con cariño, que otorgue pragmatismo al centro del campo para encontrar las mejores soluciones en cada momento del juego». Tal vez, haciendo un ejercicio de ingenio, pensó algo parecido el entrenador del Real Valladolid cuando el club albivioleta iniciaba la búsqueda de otro hombre para el medio del campo.
En las categorías del FC Barcelona fabrican mediocentros parecidos. Fabrican ‘4’ como Pep Guardiola o del corte de Sergio Busquets. Sastre llegó a desenvolverse entre las pizarras, flechas y tácticas de La Masía, cuando formó parte de las categorías inferiores del FC Barcelona. En el segundo equipo blaugrana permaneció desde 2005 a 2007, donde conoció a dos de sus nuevos compañeros de equipo, Marc Valiente y Carlos Peña.
De Barcelona, en su camino por acercarse al club al que, seguramente, más estime, pasó, de forma breve, por el filial del Zaragoza. A la SD Huesca, en Segunda División B, llegó en el curso 2007/08 para agarrar, y no soltar, el ascenso a la categoría de plata, con Onésimo como entrenador oscense.
La importancia de Sastre en la columna vertebral de los aragoneses era tal que, hasta su fichaje por el Real Valladolid, han pasado cinco temporadas en las que ha acumulado 101 encuentros.
Cuando finalizó la temporada 2011/11 en Segunda División A, y ‘su’ Huesca acababa de completar una segunda vuelta de gran nivel en resultados y juego, sintió la necesidad, y contempló la posibilidad, de subir un escalafón que justificara el papel preeminente que, durante tanto tiempo, ha desarrollado en un equipo humilde como el oscense.
Sastre, con contrato hasta el 30 de junio de 2015, sustituye a Mehdi Nafti en la medular, aunque se vislumbra como acompañante de Víctor Pérez, en sustitución de Álvaro Rubio. Es un centrocampista mixto, capaz de desempeñar el trabajo defensivo y de iniciar en la base, así como de distribuir y encontrar líneas de pase en la zona ancha. Djukic lo sabe, y por ese motivo forma parte de su proyecto por seguir embelesando en la máxima categoría del fútbol.