Carlos Pérez, columnista de El Norte de Castilla, habla de los cimientos del ascenso; del partido frente al Elche como momento a partir del cual se construyeron las escaleras a primera.
Tengo una extraña forma de ver la vida. Por un lado soy una persona extremadamente optimista y positiva y por otro lado soy una persona realista y analista. Mi cara al público es siempre la versión optimista y sin embargo para mis adentros soy el cenizo que siempre piensa que puede ser, pero que es muy difícil. Eso provoca que viva los partidos con mucha intensidad. Cuando alguien me pregunta cómo vamos a quedar siempre respondo que ganamos sin problemas, pero a mí mismo me digo, «bufff, éstos se lo han hecho pasar muy mal al …».
Y así comenzamos el pasado septiembre la temporada. De cara al público éramos favoritos y mi análisis interno me decía que la plantilla era incompleta. Cierto es, que no era el único que lo pensaba. La práctica totalidad de la afición veía la defensa como una línea muy débil. La salida de Barragán después del primer partido de liga, más la absoluta falta de acierto de Rueda, la baja forma de Juanito y la sospecha convertida en certeza del pufo que nos habían metido con Varela, hicieron que todos pidiésemos fichajes para la defensa en diciembre.
Nueve meses después, no se ha fichado a nadie para defensa y nos hemos convertido en el equipo menos goleado. Y más aún, ese jugador lento y dubitativo se ha convertido en un central de los de verdad. Reconozco que después de la debacle contra el Murcia, donde Jesús Rueda fue expulsado, yo mismo escribí que habíamos visto los últimos minutos del extremeño con la camiseta blanquivioleta. Y gracias a Dios, el que toma las decisiones deportivas en el Valladolid no soy yo, sino Djukic.
Siempre me gusta pensar en qué momento se ha cimentado un éxito o un fracaso. Incluso en la temporada del ascenso de Mendilibar, en la que nos sobraron las últimas jornadas, quiero buscar un momento a partir del cual se construyó el ascenso. Remontar un 2-0 en el campo del Poli Ejido, supuso entonces un golpe de moral para un equipo y una afición que esperábamos un bajón físico que pusiesen en peligro el ascenso.
¿Y cuál es el momento en el que este equipo se ha creído que podía luchar por el ascenso? Mi opinión es que fue el partido contra el Elche. En ese partido se dieron dos circunstancias. La primera fue la baja de Mehdi Nafti, que fue sustituido por Rubio, y la segunda fue sobreponerse al gol en el cuarenta y cuatro de la primera parte.
Creo que el Real Valladolid ha jugado dos tipos de fútbol esta temporada. Uno con Álvaro Rubio en el campo y otro sin él. Y en Elche, el riojano quiso demostrar que todavía valía para jugar al fútbol. Su calidad es el resorte que necesitaba el equipo para convercerse de que se podía jugar bien y ganar. Para mí la imagen de ese partido fue la piña de jugadores al acabar el partido y ver que, en el centro de ella, el que estaba era Álvaro Rubio.
Pero además del buen partido de Rubio y del equipo, lo que vimos en Elche fue a un equipo que se supo reponer de un gol desafortunado. Esa garra que hemos tenido desde el primer partido no vale si no hay confianza. Y de confianza quizá andábamos justitos. Pero ese gol y esa celebración de Sisi en el campo, que nos condenó a estar ese día allí, fue el momento en que las cosas cambiaron. Las dudas se disiparon y el equipo no paró de crecer.
Sólo la mala fortuna ha hecho que hayamos tenido que posponer el ascenso a la promoción. Pero las cosas ganadas con sufrimiento se saborean más y durante más tiempo. Esta es la victoria que necesitaba esta afición. Espero que nos enganchemos al equipo, que la ciudad diga que quiere un equipo en primera. Y que lo diga con el convencimiento de que somos un equipo que económicamente es pobre. Debemos saber que viene una época de cantera y de fichajes sin nombre y que cuando hayamos creado una estructura de club y estemos saneados podremos pensar en dar un salto de calidad. Hoy por hoy nuestro objetivo debe ser la permanencia, hacer jugadores y ser unos dignos competidores. Ese ha sido el sino del Valladolid en la mayor parte de nuestro 84 años de historia.
Enhorabuena a todos. A los que hemos ido estos años, a los que han querido ir no han podido por horarios o por problemas económicos, a los que viven fuera y sufren más que los que vivimos aquí y a todos aquellos a los que se la trae al pairo, pero han apoyado estos últimos partidos. A todos ENHORABUENA.