El Real Valladolid consigue la permanencia en Vallecas en una jornada de locura, en la que el Levante dio la vuelta al marcador y vio cómo el VAR le anulaba una tarjeta roja a Coke

Ha sido un día de emociones, transistores, goles… Pero, sobre todo,un día para la historia. El Real Valladolid ha certificado su permanencia ante el Rayo Vallecano, pese a todas las dificultades de la temporada. En las gradas de Vallecas, la gente ansiaba escuchar ‘gol en Montilivi’, pero no del Girona FC, sino del Levante UD, que fue quien ayudó a desequilibrar la balanza para los intereses blanquivioletas gracias a un gran Bardhi.
La tarde arrancó con sabor turco. Ünal fue el encargado de convertir la pena máxima que adelantó a los suyos en el marcador y que amplió la diferencia con sus perseguidores. La primera mitad avanzaba sin complicaciones para los pucelanos, pero adquiría luces y sombras en Cataluña, ya que los valencianos perdieron a dos de sus jugadores en los primeros 20 minutos.
Pese a ello, el primer acto terminó igual que empezó en Girona: cero a cero. La segunda parte, sin embargo deparaba sorpresas. Los primeros en golpear fueron los catalanes, a los que la alegría les duró muy poco, pues a los dos minutos volvió la igualdad al marcador En Madrid, las cosas fueron distintas: un monólogo de los vallecanos terminó con el empate en el minuto 72, poniendo fin a la calma y desatando la tempestad.
Solo habían pasado sesenta segundos cuando Aitor Fernández salió a por el balón en el área pequeña y Del Cerro Grande señaló penalti de Coke sobre Pere Pons y le mostró la roja al lateral. Pero lo que el VAR te da, otras veces te lo quita. En esta ocasión el videoarbitraje le dio al Real Valladolid la oportunidad de dar un golpe sobre la mesa: tras revisar la jugada, el colegiado anuló el penalti y la cartulina.
En Vallecas, todo seguía igual, hasta que aparecieron Ünal y Sergi Guardiola para dar alas al Pucela. Tres minutos después del ‘no-penalti’ en Montilivi, el turco le dio un pase de cabeza al balear y el ’12’ envió al fondo de las mallas el balón, batiendo así a Dimitrievski y cumpliendo su sueño.
La locura fue en aumento y, en el minuto 85, Enis Bardhi dictó sentencia en el coliseo catalán. Como si de un gladiador se tratase, terminó con todos los anhelos de esperanza que quedaban en los contrincantes. El macedonio alegró a la afición pucelana, rememorando su pasado ‘blanquivioleta’ con el Újpest húngaro.
Y llegó el pitido final. Del Cerro Grande tardó tres minutos más que su homólogo en poner fin al sufrimiento, pero con el mismo resultado en los dos campos: un año más en Primera y 1-2 en el electrónico de Montilivi. La alegría se apoderó entonces del estadio madrileño. Tanto las gradas como el césped fueron una fiesta en la que Sergio González celebró la permanencia como el ascenso de hace una temporada, sabedor de que había vuelto a obrar el milagro.