Otra vez más el partido del Pucela quedó eclipsado por una jugada en la que el videoarbitraje volvió a resultar en contra de sus intereses. Las ocasiones marradas pesaron y el Levante sentenció al final

Foto: LaLiga
Podía sonar a topicazo pero el Real Valladolid se jugaba más que tres puntos con el golaveraje de por medio en el Ciutat de València. Entre medias de todo esto el VAR, del que nadie se acordó hasta el minuto 47, y protagonista en la previa. Desde hace muchos meses este sistema ha pasado de esperado héroe a villano.
Nada tuvo que ver el Levante de Paco López con lo que se pudo ver ante el Barcelona en Copa del Rey. Se pareció a lo que venía siendo durante toda la temporada: un rival que ataca sin red, porque su delantera es para suspirar, sobre todo ‘El Comandante’ Morales, que hace lo que quiere. El piloto rojo se encendía en la línea defensiva visitante cada vez que recogía el balón y encaraba la portería de Masip. Los blanquivioletas, por su parte, salieron replegados, con una disciplina casi militar, y buscando desplegarse para hacer daño a la contra.
Suele ocurrirle al conjunto de Sergio González que va creciendo conforme pasan los minutos. Como la pequeña alubia que plantabas en el colegio y que con el paso de los días veías germinar. Gracias a su solidez defensiva conseguía estirarse pero sin crear verdadero peligro. La delantera sigue siendo un agujero negro de centros, pases y remates en el área que no van a ninguna parte. Si la cruz volvió a ser el apartado ofensivo, la cara fue Moi Delgado: sobrio, resolutivo y sin miedo a sumarse al ataque.
Cuando moría la primera parte Morales volvió a hacer de las suyas con un caño a Toni Villa, que tuvo que pararle con una falta. Rochina fue el encargado de sacarla colgando un balón que llevaba marchamo de gol, con una rosquita deliciosa y casi teledirigido a la cabeza de Coke, que con un gran cabezazo marcaba el 1-0. A Sergio González se le quedaba cara de póker. Más cuando el catalán vio rematar un balón a placer de Ünal dentro del área que lo mandaba al segundo anillo del estadio levantinista en lo que hubiese supuesto el 1-1 inmediatamente después de encajar.
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El VAR, protagonista
Tras el descanso el Real Valladolid reaccionó perforando la meta de Oier. Fue Óscar Plano tras cazar un rechace en una falta en el minuto 47. Jaime Latre, tras seis minutos de agonía, revisaba la jugada y lo anulaba por un fuera de juego posicional de Ünal que nadie vio. El VAR, con Hernández Hernández otra vez en la cabina de mando, volvía a golpear a un Pucela que no se lo podía creer.
Las caras de los jugadores reflejaban una situación muy difícil de entender y sobre todo de hacer frente. Porque lo que eran varios granitos de arena a principio de temporada se han ido acumulando hasta formar una montaña que han costado muchos puntos, y disgustos, a los blanquivioletas.
El estado de confusión le duró al Real Valladolid unos minutos en una segunda parte en la que mejoró empujado por los cambios y por el marcador adverso pero no acertó. Porque los vallisoletanos son competitivos hasta el final. Con sus carencias y sus virtudes. Keko, Toni y Verde tuvieron varias oportunidades de cara a la meta contraria en lo que fueron unos últimos minutos a tumba abierta. Sobre todo el primero falló una de esas con todo a favor que duelen. Roger casi al final puso el 2-0 que supone perder el golaveraje particular con el Levante.
Poco importaba ya porque los jugadores tenían la cabeza en otro lado, desesperados, intentando buscar una explicación a lo sucedido, y con la sensación de que te han quitado algo que legítimamente era tuyo. La realidad es que si el Real Valladolid quiere salvarse tendrá que luchar contra un rival más con el que no contaba.