El Real Valladolid cae contra el Rayo Vallecano después de encajar el gol más tempranero de la temporada en Primera y de que Míchel fallara una pena máxima
Decía José Antonio Lobato en los instantes previos al inicio de las carreras de la Fórmula 1 que «si parpadean se lo van a perder», y eso le sucedió al Real Valladolid en los primeros instantes del choque frente al Rayo Vallecano. Concretamente a Míchel, que lo hizo, parpadeó y perdió un balón que se convirtió en una jugada rápida, genial y de tiralíneas del equipo que dirige su tocayo, que no titubeó a la hora de hacer el tanto más tempranero de lo que va de Liga.
Los veintinueve segundos que transcurrieron entre el primer silbatazo de Cordero Vega y los que dieron validez al gol de Medrán los vivieron algunos todavía fuera, algo ya típico este curso en Zorrilla, donde es imposible que toda la parroquia esté sentada antes de un inicio. Quizá a alguno le entró la tentación de darse la vuelta y marcharse a apurar las compras de Reyes. A buen seguro entraron todos, esperando seguramente que estos obraran una remontada de la que no hubo atisbos más allá del penal errado, también, por Míchel.
Un remate de Raúl de Tomás estuvo a punto de convertirse en la puntilla antes de que se cumplieran los tres minutos. No tuvo el acierto que sí había tenido antes a la hora de asistir a su compañero, que fue quien robó el esférico a Herrero y se lanzó al ataque. Se apoyó en Álex Moreno en el costado, este se la dio al punta y el exblanquivioleta lanzó un pase de primeras que Medrán alojó en la red.
El punta hispano-dominicano fue silbado en su segundo retorno a Zorrilla, después de su segunda negativa a volver, y si bien no apareció en las inmediaciones de la puerta de Masip en muchas ocasiones, sí generó con su sola presencia y con sus escasas intervenciones un punto de rabia y de melancolía, pues mejoró, con mucho, a Enes Ünal, sobre todo, y en menor medida Duje Cop, a quien al menos atropelló Ba en la pena, nunca mejor dicho, máxima.
Desde que marcó el gol, el Rayo Vallecano situó su 1-5-4-1 en un repliegue muy bajo, en el que se encontró excesivamente cómodo, casi sin tener ni encontrar la necesidad de salir al contragolpe, porque la posesión del Pucela fue inocua; el balón fue de aquí para allá lento, pesado y sin profundidad, en ocasiones, convirtiéndose además en pérdidas absurdas.
En estas, solamente Toni encontró cierta claridad, incluso pese a cometer también errores. Aun con ellos, fue el que más inquietó a los zagueros vallecanos, siempre que Ünal se lo permitió, porque el turco apareció solo para quitar al murciano un balón dentro del área cuando buscaba espacio para un remate que no llegó. Ni de sus botas ni de las de nadie salvo Keko, que al borde del descanso disparó al muñeco.
Ese muñeco, Dimitrievski, se volvió diabólico. Siempre atinado e hiperactivo, trabajó a destajo en la evitación de la ocasión, tanto en los centros laterales como en el achique, hasta el punto de convertirse en clave para que su equipo se mantuviera por delante en el marcador. Así, ya durante el segundo periodo se creció y evitó el gol de Keko en una jugada personal a la hora de encuentro.
Sergio González quiso dar un paso adelante con la entrada de un segundo punta, el citado Cop, en el lugar de Toni. Y erró el técnico, puesto que era el único futbolista capaz con el balón, porque aunque el croata fue el que sufrió el penalti, fue lo único que hizo a derechas, si es que se le puede apuntar en la cuenta a él y no a Ba en el debe, después de llegar más tarde que el tren de Extremadura a Madrid.
Ni siquiera Verde, otras veces vendaval, sirvió como arreón. La posesión seguía siendo blanquivioleta, pero ni las llegadas por banda eran claras ni los presuntos rematadores hacían cosquillas a los defensores, dando con ello la razón a las urgencias que existen con el delantero. Visto lo visto, mejorar las prestaciones de los que ahora hay no parece difícil.
Ciertamente no fue un desastre; no se consuela quien no quiere: habría sido peor volver a caer goleado como contra el Leganés o haber sido inferior, cosa que el Real Valladolid no fue. Aunque no debe ser suficiente paliativo lo visto, puesto que la exigencia de la Primera División es tal que así les fue a los blanquivioletas. El error inicial y el penalti que confirmó la mañana fatal de Míchel pueden parecer poco, pero es suficiente para perder. Pudo bastar, de hecho, para hacerlo por una desventaja mayor, pues Masip evitó el segundo al final, primero en un tiro lejano de Bebé y luego en otro a bocajarro de Medrán.
Como el fútbol es así, pronto podrán intentar reponerse los de Sergio, merced a su visita copera a Getafe y las dos siguientes en Valencia, en Mestalla y frente al Levante. No obstante, aprovechando la presencia de SSMM los Reyes Magos en el palco este sábado, bien habrá hecho Ronaldo en pedirles el ansiado delantero y que, a la vuelta de esos tres juegos fuera, su equipo mejore ante su afición.