Víctor Fernández, uno de los jugadores más carismáticos que ha vestido la remera del Real Valladolid en los últimos tiempos, recuerda algunos de sus mejores instantes en el Nuevo José Zorrilla.
Hace unos días, estando con mi familia (mi mujer y mis tres hijos) en Leganés, me dijeron: «Nos gustaría que escribieras una columna sobre el Estadio José Zorrilla, que cumple treinta años».
¿Qué puedo decir yo de este estadio? Pensando y pensando, empezaron a pasarme imagenes por la cabeza, goles, aplausos, ovaciones, compañeros, amigos… y sobre todo momentos como cuando llegue por primera vez y ese estadio y su gente me conoció. A mí, un niño que quería ser futbolista. Cómo me adoptó y lo rapido que sentí que era mi casa. Parecía que llevaba allí toda la vida.
Momentos como los muchos vividos el primer año, con Marcos, Chema, Fernando, Antía, Santamaría, Juan Carlos, Javi Torres, Cantatore… todos aquellos instantes en ese gran estadio. ¡Vaya año! UEFA. Ese objetivo que conseguimos subidos en el coche de los médicos. El año del ascenso. ¡Qué manera de disfrutar domingo tras domingo! El gol más rápido de la Liga con mi amigo Joseba.
Todavia hoy me hablan de ‘El Campo de la Pulmonía’. Siento decir que para mí no lo es. Lo único que he sentido en ese campo ha sido calor, mucho calor. Nueve años, todos los días ahí dentro, jugando, entrenando y viviendo infinidad de anécdotas. como la mini capea que hicimos cuando teníamos a Sergio Kresic de entrenador. Cuántas cosas para contar vividas ese gran estadio…
Después de haber jugado muchas veces en el Bernabéu, el Camp Nou o el Calderón, por nombrar a unos cuantos, puedo decir que para mí ninguno de esos campos podrá ser más importante ni le podré tener tanto cariño como a nuestro Jose Zorrilla.
Fui siendo un niño y me adoptaron. Por circunstancias me tuve que ir a Villarreal, a los cuatro años volví y me recibieron todavía mejor. Ya con mi edad me fui para seguir jugando en otro equipo, pero todavía me esperó para darme la despedida el dia que jugue allí con él, posiblemente en uno de los mejores días de mi vida.
Estoy convencido de que los mejores momentos en ese estadio están por pasar. Por supuesto, me queda el gran recuerdo de estar con mis hijos en el centro del campo, recibiendo una gran despedida en mi último partido en ese estadio, momento que jamás podré olvidar.
GRACIAS, Zorrilla, por los nueve años que estuve adoptado allí.