El palentino, formado en las categorías inferiores del Real Valladolid, pasó por #HacemosCantera tras sufrir una dura lesión con el Izarra
Foto: Rebeca Díez
Iván Casado regresó a Segunda B, tras salir del Promesas hace dos temporadas, de la mano del Izarra. Volvió a sentir la categoría de bronce, pero el curso se truncó para él desde el pasado sábado, cuando sufrió una rotura de peroné durante el partido contra el Gernika.
«Fue una acción en banda en la que intento adelantarme al delantero, pone un poco el brazo, me desequilibra, intento frenar fuerte por no chocarme contra un muro y apoyo el talón de muy mala manera. Sentí algo muy fuerte en el tobillo«, explicó en #HacemosCantera en Radio Marca.
A pesar de la acción, su intención fue la de volver al campo. «Al principio pensé que no era tan grave y le dije al entrenador que esperase porque quería volver a entrar, pero en cuanto me levante y di un paso me tuve que volver a sentar», señaló.
Directamente le trasladaron al hospital, donde le dijeron que «tenía el peroné desplazado». «Me quedé en shock y el traumatólogo me dijo que lo mejor era operar. Fue todo seguido y casi no me dio tiempo a asimilarlo. A las cuatro y media habíamos empezado el partido y a las ocho me estaba operando», relató.
Unos días después y tras pasar por quirófano, se encuentra «todo lo bien» que cree que «se puede estar en esta situación», ya que fue «un golpe bastante duro». Tendrá que esperar «mínimo tres meses», pero reconoció que no sabe cuándo estará al 100%. «Para mí la temporada se ha acabado. Pienso en la pretemporada de la siguiente«, aseguró.
Aunque acaba contrato en junio, desde el Izarra le transmitieron buenas sensaciones. «El presidente me ha dicho que esté tranquilo, que me recupere bien y que luego ya se hablaría», dijo. Y es que la lesión le llega en el momento en el que estaba recuperando sensaciones: «Habíamos cambiado de míster y volvía a ser titular y a estar al máximo nivel».
En cuanto a los cambios que ha habido en la forma de tratar a la cantera del Real Valladolid, mostró envidia y rabia. «Siento envidia sana por mis compañeros porque están en el lugar en el que me gustaría estar, y rabia porque hubo un tiempo en el que no se apostaba nada por la cantera como ahora. ¿Por qué antes no se hizo esto? La filosofía no era esa y no puedes lastimarte porque estarías comiéndote la cabeza todos los días», expresó.
Ahora le toca «animar desde fuera» a su equipo. Y es que tiene claro que conseguirá el objetivo de la permanencia: «No tengo ninguna duda de que el Izarra va a salvar la categoría«.
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