El Real Valladolid pudo y debió ganar a un Besiktas más rodado y de Champions. Calero y Anuar se reivindican y Miguel da una exhibición en pocos minutos

Foto: Rosa M. Martín
El Real Valladolid continúa afinando y haciendo suyos los conceptos que pretende imprimir Luis César a sus pupilos. Y sigue dejando buenas sensaciones, esta vez contra todo un campeón como el Besiktas, que disputará Champions League esta temporada después de ganar la liga turca la pasada.
Sampedro dibujó de nuevo dos onces casi distintos, que no fueron completamente diferentes debido a las molestias de Moyano y Borja. Por esta razón, Antoñito jugó todo el partido y Pablo Hervías lo hizo hasta el minuto 68, en el que entró el juvenil Miguel. Esos poco más de veinte minutos le bastaron para confirmar lo que ya sabían quienes le conocen: es una de las más firmes promesas de la cantera.
Fue su carta de presentación para una afición que tiró de televisor para ver las andanzas del nuevo Pucela, aunque no el único chico de la base que dijo «estoy aquí». Antes dio el golpetazo sobre la mesa Calero, quien se mostró firme formando pareja con Deivid en una buena primera mitad suya, pero también global, en la que, por ejemplo, los laterales tuvieron mucha presencia en campo rival, tanto por fuera como por dentro.
El gol tempranero pudo favorecer las cosas ante un Besiktas que no rotó en exceso y mostró intensidad. Lo hizo Mata en un contragolpe que supuso su fin momentáneo a su particular y casi eterna guerra con la portería rival. Como casi siempre, el madrileño lo intentó todo, generoso en la entrega y certero en los apoyos. Pero, si como muchas veces en los anteriores partidos se le había negado el tanto, esta vez sí lo hizo.
Aunque los turcos se lo tomaron bastante en serio y se hicieron con el dominio por momentos, el Pucela nunca se amilanó; se defendió en condiciones y sin conceder oportunidades francas. Así, los otomanos lo intentaron sobre todo desde fuera y cargando balones sobre Talisca, mientras que los blanquivioletas fueron poco a poco desasiéndose de la presión rival y buscando sacar el balón jugado desde atrás, y con bastante acierto, aunque también sin enredarse: en caso de duda (hubo pocas), saque en largo y a jugar.
En lo que quedó de primera mitad no hubo demasiadas aproximaciones claras; si acaso alguna de esa forma del rival y alguna intentona por parte de los de Luis César como alguna de Hervías, que es verso suelto, técnico y desequilibrante. Fue el único que se quedó en el campo en el inicio de la segunda parte, en el que continuó en esa línea pese a que los actores a su alrededor cambiaron.
Fue el momento de Anuar, que dejó a las claras que su intención es hacerse con un sitio. Se vio ese afán en que estuvo en todos: como diría aquel, fue el niño en el bautizo, el novio en la boda y casi el novio en el sepelio, gracias a los conceptos adquiridos la pasada campaña con Albés, relacionados con la verticalidad y con la incidencia tras la línea enemiga. Además, estuvo bien secundado por Suly, que estuvo mejor que en días anteriores.
No se habían disputado más de diez minutos del segundo periodo cuando llegó el tanto del empate. Lo hizo Mustafa pero lo facilitó Becerra, que cometió un error garrafal en un centro lateral. Con todo, algo tuvo de bueno el gol, y es que el equipo no se deshizo, como si de verdad corrieran tiempos nuevos. Fue a por más y José respondió obligando a Fabricio a repeler un gran testarazo después de un centro medido de Hervías.
Fue prácticamente el último servicio del extremo, que dejó su lugar en el costado izquierdo al mismo José y en el campo al juvenil Miguel. Y, juntos, dieron una exhibición en los minutos finales. El talaverano fue un puñal en la banda, donde estuvo bien asistido por Ángel, pero sobre todo se lució el tudelano, quien no acusó ni la edad ni tener enfrente a un equipo de Champions. Batalló todo lo que pudo y más y suyo fue el dos a dos.
Ejerció de revulsivo e igualó la contienda después de que Álex Pérez cometiera un error en la salida que trajo el gol de Oguzhan. El borrón, esta vez, como el de Becerra, fue solo eso, aunque provocó el evidente enfado de Luis César quien, aun así, verá el vaso medio lleno por cómo se produjo el empate. Anuar la recuperó e imprimió vértigo a la acción, uno que Miguel continuó hasta definir a la perfección frente a Fabricio.
El golazo del canterano fue solo un aperitivo. A la jugada, de bellísima factura, le siguió un remate no del todo limpio que dio en el palo (el segundo, tras uno de Jose). Incluso, antes del final, tuvo otro disparo, aunque este fue demasiado centrado. Para entonces el Pucela ya estaba a tumba abierta y el Besiktas ya había claudicado ante un rival que acumula su tercer encuentro sin perder en pretemporada en otros tantos disputados, incluso a pesar de la entidad de los dos últimos, y lo que es más importante: que está dejando unas sensaciones difíciles de mejorar a estas alturas. Aunque, claro, queda mucho. Muchísimo. Empezando por el partido del jueves ante el Ejido 2012.
Real Valladolid: Masip; Antoñito, Deivid, Calero, Nacho; Luismi, Sergio Marcos; Hervías, Toni, Óscar Plano; y Mata. En la segunda parte jugaron Becerra, Antoñito, Guitián, Álex Pérez, Ángel, Sulayman, Anuar, Iban Salvador, Míchel, Hervías (Miguel, min. 68) y Jose.
Besiktas: Fabricio, Beck, Mitrovic, Atinc Nukan, Adriano, Erkin, Tolgay Arslan, Uysal, Talisca, Ozbiliz y Pektemek. También jugaron Gokhan, Oguzhan, Pedro Franco, Milosevic, Tosic, Cenk, Fatit y Sedat.
Árbitro: Jiménez Hidalgo (C.T. Andaluz). Amonestó a Tolgay Arslan, Calero e Iban Salvador.
Goles: 1-0, min. 3: Mata. 1-1, min. 55: Mustafa. 1-2, min. 77: Oguzhan. 2-2, min. 81: Miguel.
Incidencias: Partido amistoso disputado en el Estadio Municipal de Marbella ante unos 300 espectadores.