Herrera vuelve a confiar en José, De Tomás y Espinoza para intentar, sin éxito, desarbolar la defensa del Numancia

Resulta impensable que un equipo incapaz de encadenar siquiera dos triunfos seguidos, qué decir tres, pueda clasificarse para promoción de ascenso. El Real Valladolid desaprovechó una oportunidad de oro para acercarse seriamente al objetivo principal de la campaña a pesar de gozar de numerosas ocasiones.
Ni con un tridente formado por José, Espinoza y De Tomás, que parece seguir convenciendo por la cantidad de ocasiones que genera, los blanquivioletas supieron derribar la coordinada defensa del Numancia, especialmente salvadora en el segundo periodo.
Paco Herrera lanzó un mensaje con la suerte de 4-3-3 que formó ante el Elche y que repitió, con Guitián como pivote central e Igor de central, ante los de Arrasate. Sacrificó la búsqueda del control a través de la posesión para luchar por el control a través del espacio tras robo.
El Pucela ahora ataca más rápido y más vertical, lo que ha elevado el grado de participación y de potencial peligro de José y ha beneficiado al encaje armónico de Espinoza en el sistema de juego. En este escenario, el papel de De Tomás sigue siendo notorio, y se ve enriquecido por su mayor influencia en pasillos interiores y cercanos a la sala de creación.
No es extraño observar al exmadridista retrasar metros para buscar el pase de Jordán o Míchel, girarse y encabezar el ataque por dentro para abrir a la banda. Esto sucedió en no pocas acciones ante el Numancia, aunque estuvieron marcadas por el desacierto que terminó condenando al Real Valladolid.
Uno de los rasgos positivos del tridente ofensivo es la amplitud que genera en el juego. Así, Espinoza y José, como aconteció contra los ilicitanos, trabajan más cerca de la banda aunque sigan moviéndose, también, hacia dentro (ya sea para buscar disparo o para ejecutar cruces con De Tomás).
Uno de los puntos que, a buen seguro, rescatará Herrera para animar a los suyos tras otra decepción es la cantidad de llegadas al área que han acumulado. Por ocasiones, probablemente los castellanos merecieron más. El Numancia, eso sí, inició la segunda mitad con un cambio de dinámica respecto al primer tiempo que le llevó al gol y a un periodo de dominio.
El juego del Real Valladolid, aun con el buen rendimiento que estaban consiguiendo sus delanteros (sobre todo De Tomas y José), seguía pecando de falta de consistencia. Aunque los ataques se sucedieron, la intermitencia en el dominio le perjudicó. Una falta de firmeza que no cambió de forma reseñable con la entrada de Anuar, Sergio Marcos y Villar.
Las opciones de victoria terminaron muriendo en el área numantina, mientras se volvía a elevar el mismo grito de decepción y a perder el rumor del tren que sigue pasando. Una y otra vez, hasta que deje de pasar.