El Real Valladolid regresa a la defensa de cuatro, pierde el dominio del balón y se aferra a Mata y Villar para puntuar

El Real Valladolid tenía el desafío de medir la reacción del Real Zaragoza con Láinez como técnico. También, de volver a sumar fuera de casa para evitar desengancharse de la lucha por la promoción. Con el regreso a la defensa de cuatro y al rombo característico, Herrera anhelaba recuperar las sensaciones perdidas.
Pero quien llevó el peso global del encuentro fue el conjunto local, más en la primera mitad que en la segunda. Fueron los dueños de la pelota, la que Herrera vaticinaba protagonista. Y lo fue porque delineó el planteamiento de ambos equipos desde el primer momento.
El Zaragoza construía sus ventajas desde las asociaciones en campo pucelano: jugaban por dentro para abrir a las bandas. Pombo, desde la izquierda, ejecutaba las acciones de fuera-dentro, dejando el flanco libre a las subidas de Cabrera (Láinez ordenó subir bastante a los laterales). Así, el mediapunta encontraba pasillo para poder armar el disparo o desequilibrar por esa zona.
En los pocos momentos en que no tenían balón, colocaban el bloque bastante alto para tratar de recobrar la posesión con rapidez, algo que conseguían de manera general. El mediocampo blanquivioleta, en cambio, sufrió para poder girarse con espacio y mirar hacia el área de Ratón cuando comenzaba las jugadas.
Como alternativa, teniendo a Mata y a Villar en una delantera abierta, optó por enviar balones largos al madrileño, que fue el más destacado de los suyos. En fase ofensiva, lo único que hizo el Valladolid (que no fue poco en el contexto en el que estaba) fue aprovechar el primer disparo claro de Mata para que lo aprovechara Villar y marcar, y buscar las espaldas de los laterales cuando los maños perdían la pelota.
El Real Valladolid no estaba encontrando comodidad para arrebatar el esférico al oponente. López no se ubicó en todo el partido, más adelantado que Míchel, y Leão llegaba tarde a la mayoría de disputas, jugándose la expulsión.
Antes del descanso, los blanquivioletas cometieron un error de coordinación defensiva, entre Balbi y Rafa, que provocó el gol del empate de Lanzarote. Un tanto que, a tenor de lo sucedido, parecía hacer justicia.
El segundo periodo, aun con un Zaragoza dominante, se desarrolló con menos oportunidades de gol y con mayor lentitud en el juego de ambos conjuntos, en especial de los zaragozanos.
Herrera, ante el temor de que Leão pudiera ser expulsado, lo sustituyó por Pérez, dejando el pivote a Guitián. El Valladolid fue paulatinamente adelantando líneas para aminorar el ritmo que el Zaragoza, sobre todo por medio de Pombo, había imprimido en el primer acto.
A pesar de esta búsqueda del equilibro por parte de los pucelanos, la lesión de Villar diluyó gran parte de las opciones ofensivas. Ángel entró en su lugar y, posteriormente, Drazic hizo lo propio con Míchel. El esquema, de esta forma, dejaba a Mata como referencia en ataque, al serbio en la banda derecha (ayudando, también, a Moyano), y a Ángel por la izquierda.
Los cambios no surtieron el efecto deseado en el plano ofensivo, aunque en el defensivo el Real Valladolid aguantó la superioridad mañana con más solidez que en la primera mitad. Fue suficiente para salvar un punto que podría haber sido nada.